OO2|DE LAFAYETTE A KINGSTON

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DE LAFAYETTE A KINGSTON

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Llegué a Lafayette por la madrugada.
Había hablado con mi hermano Anthony mucho antes de abordar el avión en Los Angeles así que él me esperaría en el pequeño aeropuerto del condado en el que crecí.

Nos saludamos cómo cualquier par de hermanos que no se habían visto en mucho tiempo. De mis hermanos y medias hermanas Anthony era con quien mejor me llevaba.

—¿Qué ha sido de ti, hermano? —preguntó mientras conducía hacia la casa.

—Ya sabes, lo típico... un par de conciertos aquí, una entrevista por allá, un arresto por acá —bromeé.

—Suena creíble —reímos—. ¿Cómo está Annica?

—Annica —su nombre me produjo un terrible dolor de cabeza—. Ella está bien.

—¿Tan rápido acabó el cuento de hadas?

—Algo así —encendí un cigarro, le di una calada y solté el humo de inmediato—. Mejor hablemos de otra cosa, la última vez que nos vimos Jill estaba embarazada ¿Fue niño o niña?

—Es una pequeña niña, la nombramos Emmeline —sonrió con orgullo—. Se parece a mí.

—Dios, pobre niña —quitó su mano derecha del volante sólo para propinarme un pequeño golpe y reímos—. ¿Cómo han estado?

—Bastante bien. Claro que ha sido difícil no tener a la abuela en casa pero hemos logrado salir adelante. Papá aún está un poco triste, creo que llevarse mal con Elizabeth en sus últimos días lo ha hecho sentirse destrozado, aunque lo está superando poco a poco.

—Es un hombre fuerte, estará mejor muy pronto —aseguré.

Entre buena música, un par de bromas con insultos incluídos, risas y algunos regaños por fin llegamos al vecindario en donde se hallaba la casa en la que viví de joven. No había venido al funeral de la abuela y eso me hizo sentir un poco culpable pues mientras toda mi familia estaba lidiando con el luto y el dolor de perder a un ser amado, yo andaba dando conciertos al otro lado del mundo ya que la disquera no pudo cambiar un par de jodidas fechas para que yo pudiera volver a Indiana. Era extraño aceptar que el tiempo pasa, las personas mueren o se van, y uno sigue aquí, afrontando las decisiones del destino.

Dejé mi maleta en la sala y subí al cuarto que compartiría con Anthony, mi hermano quería regresar a su casa lo antes posible pero yo sabía lo desgastante que era conducir durante casi 6 horas seguidas ida y vuelta, no quería que tuviera algún accidente así que prácticamente lo obligué a quedarse conmigo. Anthony cayó rendido en cuanto se recostó en un viejo sofá de dos piezas que por más años que pasaran sobre el parecía volverse más cómodo cada vez. Yo me lancé a la cama y no sé cuántas horas estuve dando vueltas sobre el colchón hasta quedarme dormido.

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Desperté por los rayos del sol que se colaban de forma estratégica por las gruesas cortinas. Cambié de postura para evitar sentir la luz en mi rostro, al descubrir que no podría volver a conciliar el sueño decidí bajar a la cocina, al final de cuentas me había quedado dormido con la ropa puesta.

—Mi hijo el madrugador —mencionó mi madre, quien me observaba con una cálida sonrisa desde su asiento.

—Hola, mamá —sonreí también y me acerqué para besar su frente—. ¿Cómo has estado?

—Muy bien, mejor ahora que nos visitas —se levantó para darme un abrazo.

—Quisiera decirte que me quedaré un tiempo pero solo mentiría —mi madre siguió sonriéndome y me invitó a tomar asiento junto a ella.

𝗦𝗵𝘂𝗳𝗳𝗹𝗲 𝗜𝘁 𝗔𝗹𝗹 ━ Izzy StradlinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora