Capítulo 3: El deseo del samurai

629 55 53
                                    

3-El deseo del samurái

Renji

A la mañana siguiente de levantarnos tras nuestra noche de sexo, ninguno nos miramos a la cara mientras nos vestimos. Por una parte me siento algo avergonzado de haber yacido con él, porque tengo miedo de que nos descubran y los rumores se extiendan por toda la ciudad. No quiero que me arresten por haber tenido sexo con un samurái de élite, yo terminaría pagando las consecuencias claramente....no es la primera vez que pasa. Cuando renací en el periodo de la inquisición, casualmente en España donde fue de lo peor, yací con una mujer casada y terminé torturado y quemado por mi lujuria. De solo recordar el dolor que sentí en esos momentos hace que toda la piel se me erice de terror. Byakuya se levanta por fin del lecho y se gira para mirarme. Puedo entrever en su voz algo de amargura al hablarme, como si ya supiera mi decisión.

-Renji... ¿contaré con tu presencia a partir de ahora?-

-Yo....no lo sé...lo de anoche estuvo bien....muy bien, para que negarlo, pero sigo confuso...no quiero que nadie se entere-

-No lo harán. Yo guardaré silencio por el bien de ambos, pero eso no significa que quiera que te alejes de mí-

-Lo de anoche fue sexo....no puedo decir que te quiero si apenas te conozco...no me nace ¡entiéndelo! Enamorarse de un hombre es tan raro...-

-Yo no te quiero porque seas hombre Renji. Sino por cómo eres por dentro.-

-¿y por fuera no te afecta? –

-Uno se enamora del alma, no de su condición-

-Lo siento....-

Me incorporo al igual que él y cojo mi katana arrinconada y apoyada en una de las paredes de la pequeña habitación para atarla a mi cinto y prepararme para salir. Siento la mirada inquisitiva de Byakuya a mi espalda pero no me atrevo a mirarle, me derrumbaría...y no quiero arrastrarle a ello.

-Mañana....volveré. Lo podemos intentar....-

-Te estaré esperando Renji-

Y así hice. Volví a encontrarme con él las noches que siguieron y compartimos caricias, besos y algunas palabras, pero no llegábamos a más, me sentía sucio y culpable por volver a yacer a su lado y él lo sabía, por lo que no insistía, se conformaba con tener mi compañía. Los rumores no tardaron en expandirse, aunque solo sabía de habladurías de la gente por boca de los dueños del hostal donde Byakuya y yo nos citábamos, que decían que era extraño que pasásemos tanto tiempo en la habitación los dos solos. Llegué a creerme tantos cotilleos que fui distanciándome de él por vergüenza. Se quedó esperándome varias noches y yo solo aparecía de vez en cuando, pero cada vez actuaba con más frialdad cuando intentaba tocarme o simplemente hablarme. Le estaba haciendo daño....nos lo estábamos haciendo a ambos. Una de las tardes me pidió que nos citáramos pronto y le acompañé algo reticente a la habitación del hostal. Al entrar vi un gran petate sobre el futón y todas sus pertenencias recogidas, como si ya no fuera a volver a ese oscuro cuarto.

-Renji, parto hoy de nuevo a la guerra....tengo que batallar en una de las brigadas del gobierno, junto a los shinsengumi....no sé cuando regresaré-

Sentí como algo en mi interior se desmoronaba. Por una parte estaba a punto de librarme de una carga muy pesada y los rumores que me carcomían, pero por otra sentía miedo por no volver a verle nunca. Ni siquiera me moví cuando pasó a mi lado e intentó besarme, pero yo inconsciente le aparté la cara para que no lo hiciera. Byakuya suspiró profundo y se limitó a acariciar mi cabello levemente.

"Polvos" mágicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora