El comienzo del fin

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Leah apenas escuchaba el repiqueteo de sus tacones amortiguados por las bocinas de los autos. Su respiración bordaba lo anormal mientras se esmeraba por hacerse un lugar entre los apresurados habitantes tratando de llegar a sus trabajos a tiempo. Miró su reloj una vez más. Faltaban 7 minutos para su reunión en Reymond-Eastwood y si no se apresuraba no solo lograría una muy mala impresión, sino que arruinaría el futuro de su laboratorio.

Russo Labs era todo lo que tenía en esta vida. Una vez de graduada de la universidad como bioquímica junto con los ahorros de su vida, y un imponente préstamo del banco, había logrado establecer su pequeño laboratorio privado. Sin embargo luego de cuatro años ejerciendo no esperaba que un ex empleado la  denunciara por un delito grave.

Tan solo dos semanas atrás había recibido oficialmente una carta explicándole no muy amablemente que estaba a punto de perder su mas preciado bien en manos de Mike Sprout, un bioquímico que solía trabajar para ella. En el documento se detallaba el hecho de que ella como jefa y encargada principal del laboratorio, había robado y copiado una receta de medicamentos nuevos para el Alzheimer. Pero la realidad estaba a años luz de reflejarse en ese documento.

Ella solía trabajar con Mike en ese nuevo proyecto, el Alz2117 (provisoriamente así llamado) un medicamento que cambiaría el mundo de la medicina para siempre. Era un duro trabajo para un laboratorio tan nuevo y no tan conocido a nivel nacional. Sin embargo, lograban grandes resultados hasta que misteriosamente Mike renunció. Decidieron aplazar un poco el lanzamiento de este nuevo medicamento por este motivo, pero cuando lo hicieron, la emoción fue inexplicable.

Pero no todo fueron rosas ya que un mes mas tarde del lanzamiento, Mike y su nuevo laboratorio reclamaban que ella le había robado su idea maestra y él afirmaba efectivamente haber sido la mente detrás de este nueva droga química.  Estaba trabajando para un nuevo laboratorio, Munster Chem y como la idea del medicamento había sido suya, los derechos pertenecían ahora legalmente al nuevo laboratorio donde ejercía.

Maldita rata inmunda! Que estúpida había sido!  Sprout sabía perfectamente que la idea y el desarrollo habían sido puta y exclusivamente idea suya. Sospechaba que hacía ya un tiempo que él trabajaba para Munster y había sido un espía pasando información al bando enemigo. Él como segundo al mando tenía acceso directo a recetarios y fórmulas ultra secretas. Evidentemente le había robado y ahora la acusaba a ella de hacer justamente lo que él había hecho. Tendría que haberle volado la cara de un golpe mientras tuvo la oportunidad.

Se sentía demasiado avergonzada de lo ocurrido. Pero jamás llegó a imaginarse que algo semejante fuera a suceder. Con que cara Mike Sprout se atrevía a denunciarla? Debido a este motivo estaba desesperada por conseguir un buen abogado que la sacara del aprieto. Dinero no le faltaba, ganaba muy bien y ni hablar del dinero de sus padres, dos jueces de alto renombre en California.  Ellos le recomendaron la firma ya que eran amigos de uno de los socios principales. Así que podía permitirse los exagerados costos de Reymond-Eastwood y esperaba que valiera la pena.

Finalmente había llegado y le sobraban dos minutos. Miró el imponente edificio desde la acera. Era majestuoso y claramente la mejor firma de la ciudad no podía conformase con nade menos que esto. Se apresuró a entrar donde la recepcionista le informó que la esperaban en el piso 46. Se metió en un ascensor y comenzó a subir.

Miró su reflejo en el espejo y se alegró de lucir casi tan bien como lo había hecho esta mañana al salir de su apartamento. Llamativos ojos marrones le devolvieron la mirada. Llevaba un ajustado vestido nude que se adhería muy bien a su figura. Los tacones a juego la hacían mas alta de lo que era y estiraban aún mas sus largas piernas. Su oscuro cabello se encontraba por encima de sus senos y caía en naturales ondas. Por último un impecable pero muy natural maquillaje complementaba su atuendo.

Legalmente apasionadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora