La noche había caído en Tokio, las calles llenas de luces multicolor y personas yendo de un lado a otro. La vida nocturna de aquella ciudad era igual, o incluso mejor, que la vida diurna. Y a medida que la luna se hacía presente, las estrellas le acompañaban dispuestas a decorar el firmamento nocturno.
Las oficinas de Nikken Sekkei no tardaban en terminar sus labores diarias, el personal comenzaba a retirarse a descansar. En el lobby dos hermanos estadounidenses esperaban pacientemente a su amigo y socio británico de cabellos azabaches. A la rubia se le agotaba la paciencia y podía notarse al escuchar el incesante sonido de sus tacones contra el azulejo y la constante revisión a su reloj de muñeca.
—¿Dónde está? Se fue hace quince minutos, debemos irnos —murmuró.
—Dale un poco más de tiempo, tal vez se perdió buscando el sanitario —respondió despreocupado el mayor.
El sonido del ascensor ganó su atención, y entre aquel grupo de personas les fue fácil identificar al británico; presuroso y con una expresión de disculpa se acercó a los hermanos. Vanessa le dedicó una mirada severa.
—¿Dónde estabas? Llevamos horas esperándote —exageró.
Blake entreabrió sus labios, más se guardó sus palabras al no saber cómo explicarles de manera adecuada el hecho de haberse topado cara a cara con su exnovio. Estaba a punto de responder con una excusa cuando los hombres con quienes recién se habían reunido salieron del ascensor, llamándoles animadamente.
—Ah, siguen aquí. Es un alivio —habló uno de ellos, sus pequeños ojos oscuros brillaban—. Esperábamos que aceptaran una invitación a cenar, para celebrar el negocio que hicimos.
Blake dirigió una mirada a sus amigos, esperando sus respuesta; aliviándose al ver que ambos habían asentido.
—Nos encantaría —respondió sonriente.
—¡Estupendo! —exclamó— Nos veremos mañana entonces, enviaremos un auto para que pase por ustedes.
Los chicos de Orinson sonrieron de vuelta e imitaron la reverencia que hicieron los hombres al despedirse, saliendo en grupo por las puertas de cristal del edificio.
—¿Podemos irnos ya? Estoy muerta de sueño.
—Así estaba antes de que me sacaras de la cama de una manera vil y cruel —reprochó con humor el moreno—. Vámonos ya.
Salieron de las oficinas topándose con el simpático chofer que los había transportado previamente; tras subir los tres al auto, Blake desvío su mirada al edifico que reflejaba las luces brillantes de la ciudad y los múltiples edificios cercanos, resultando en un espectáculo multicolor que le brindó una sensación de tranquilidad.
Que se desvaneció al instante.
—¿Qué quieres cenar hoy, princesa? —James tomaba de la mano a la pequeña niña, que apenas y le llegaba a la altura de las rodillas. Una adorable mujer de cabellos platinados les seguía por detrás.
—¡Pizza! —exclamó con una sonrisa.
—¿Pizza? ¿No es muy tarde para eso? —la niña hizo un adorable mohín, haciéndole soltar una risita al castaño y a la mujer.
Blake les siguió por la mirada a medida que se alejaban por la acera. Perdiéndose por unos segundos en la escena.
—¿Blake? —llamó Derrick—, ¿estás bien?
El azabache volvió a sus sentidos y asintió nervioso. El auto se puso en marcha; perdió de vista al castaño y un sentimiento de pesadez le creció en el pecho, quedándose ahí hasta que el sol volvió a adueñarse del cielo.
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el chico de ojos verdes
Romance💚 ; después de trece años, el destino entrelaza los caminos de James y Blake, dos almas marcadas por el paso del tiempo y que han enfrentado los altibajos de la vida. James, un arquitecto de renombre y padre soltero que se ha cerrado al amor t...