Tiempo. Una magnitud física creada para medir el intervalo en el que suceden una serie ordenada de acontecimientos. Para algunos es efímero.
Para otros es eterno.
Es un castigo.
Cinco horas y treinta minutos es el tiempo que dura un vuelo de Seattle a Boston.
Diecinueve horas restaban para encontrarse de nuevo con él. Con el chico de ojos verdes.
Su corazón palpitaba, sus manos sudaban, sus piernas le temblaban. James le encantaba, sin importar el paso del tiempo, James siempre sería el amor de su vida.
Estimados pasajeros, les informamos que estaremos aterrizando en el Aeropuerto de Boston en diez minutos. La temperatura actual es de 22º grados centígrados y una humedad del 89%, hace un día precioso para disfrutar el paisaje nublado de la ciudad.
Les pedimos abrochar sus cinturones de seguridad, apagar sus dispositivos electrónicos y no levantarse de sus asientos hasta que hayamos aterrizado por completo.Gracias por volar con Delta Airlines, que tengan un excelente día.
Siempre lo sería.
No sintió la ligera turbulencia que hubo al momento del aterrizaje. Se dirigió a buscar su equipaje y un cuanto puso un pie afuera del Aeropuerto Internacional Logan, un vehículo de Orinson ya le esperaba. Saludó con una gran sonrisa al conductor; un joven de nombre Javier que tenía un simpático bigote y un gran sentido del humor que hizo ameno el viaje hasta el edificio de apartamentos.
—Gracias, Javier, nos vemos después para ir por unos tacos —se despidió sonriente.
—Claro que sí, Señor Orsen —dijo Javier mostrando su blanca dentadura.
—Llámame Blake, compadre —chocaron los puños y Javier se retiró después de que el azabache entrara al edificio.
Se encontró con Abigail, administradora y recepcionista del edificio, y a su esposo John, que trabajaba como portero del mismo. Ambos le sonrieron cálidamente y Blake les correspondió.
—Ah, Blake —dijo la mujer acercándose al moreno para poder abrazarle. Blake percibió un perfume con notas de vainilla en el suéter de la mujer—, qué bueno verte por aquí, cariño.
—El edificio se siente tan vacío cuando no estás, hijo —John revolvió su cabellera, Blake rió.
—Sé que extrañaban mi carisma.
—Mientras tu club de fans no vuelva a acampar afuera como la última vez todo estará bien, amor. ¿Necesitas ayuda? —preguntó dulcemente Abigail.
—Gracias, empaqué ligero. Llegaré a darme una ducha, vengo muerto.
—Se huele —dijo John burlesco.
—También te extrañé, viejo —el hombre palmeó su hombro y Blake se retiró a los elevadores con una sonrisa en el rostro.
Presionó el penúltimo botón y el elevador cerró sus puertas. Revisó su celular, contestó unos mensajes de su hermana, otros de Vanessa y a unos memes que Derrick le había enviado desde hace unos días. Las puertas se abrieron cuando llegó al piso 45, el alfombrado era de color tinto y los muros de un color grisáceo con toques plateados. Y sólo había una puerta en aquel pasillo, una de color negro con una pequeña placa metálica que tenía grabado el número 221. Deslizó la tarjeta y abrió el cerrojo.
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el chico de ojos verdes
Romance💚 ; después de trece años, el destino entrelaza los caminos de James y Blake, dos almas marcadas por el paso del tiempo y que han enfrentado los altibajos de la vida. James, un arquitecto de renombre y padre soltero que se ha cerrado al amor t...