El sábado había llegado y lo único que se venía a mi cabeza era la palabra "venganza". Me levanté y me fui a desayunar porque literalmente mi estomago iba a devorarme. Comí unas tostadas con manteca y dulce de leche y tomé un jugo de naranja. Para ese momento mi mamá se había ido a trabajar, así que decidí limpiar la casa para ayudar y para matar el tiempo porque realmente estaba nerviosa. Mi mamá era una de esas personas que son muy fuertes. Que sabemos que sufren pero siempre están con una sonrisa, tratando de arreglar sus problemas. Mi papá había dejado a mi mamá cuando yo tenia solo cinco años. ¿Había sido difícil? Sí. Pero que más podíamos hacer. Él estaba con su nueva señora, pasándose a lo grande con sus nuevos hijos. A ellos los amaba. Pero había sido difícil ver como todos mis compañeros recibían premios mientras que su mamá y papá estaban ahí para felicitarlo. En cambio a mi, solo me veía a ver mi mamá o hay veces que ni ella porque necesitaba hacer horas extras en el trabajo. No crean que la culpo, ella me crió extraordinariamente y siempre trato de fijarse en todo lo que podía darme. Cuando creces te das cuenta igual que no importa lo material sino que lo que realmente quiere un niño es que su mamá y su papá estén ahí para acompañarlos pase lo que pase. En las buenas y en las no tan buenas. Esta es una de las razones que gano el odio hacia los hombres, pero no es la única. Aunque todavía no es el momento de que les cuente. Así que esperen y ya verán.
Cuando terminé de limpiar, me puse mis auriculares a máximo volumen y leí un libro. Es divertido cuando te pones a escuchar una canción y te conectas con un libro, es como si estuvieras en un mundo paralelo. Alrededor de las seis, Martina vino a ayudarme para elegir la ropa.
-Acá llegó tu hada madrina-me dijo Martina.
-En serio necesito tu ayuda, ya no tengo ropa- me reí. Subimos a mi habitación y Martina me mostró lo que tenía para ponerse, un top rojo, unas calzas negras engomadas y una botas negras. Estaba deslumbrante. Esta noche mi nueva amiga iba a romper corazones. Me bañe mientras Martina se preparaba y elegía lo que me iba a poner ya que yo no tenía ni idea con la ropa. Cuando salí, ella me había preparado un top blanco con las mangas por abajo del hombro y una pollera negra con unos tacos negros.
-Estas hermosa.- me dijo Martina.
-Vos también, créeme. Vas a tener un millón de chicos hoy. Escucha, me ayudas con el maquillaje.- le dije.
-Dale. Ey, como vas a hacer con Martín.-
-La verdad, no se. Voy a tratar de ver hacia dónde va él y seguirle la corriente.-
Después de tanto hablar, Lucas y su papá nos pasaron a buscar. La fiesta quedaba en una de esas quintas grandes. Cuando llegamos le agradecimos al papá de Lucas. Cuando entramos habían unos chicos repartiendo vasos de plástico. Aunque la verdad no eran como esas películas estadounidenses que tienen los vasos rojos. No, estos eran de plástico normales. Yo ya me estaba haciendo una película pensando que en la fiesta iba a haber los típicos vasos rojos. La música que pasaban estaba bastante buena. Nos fuimos a bailar en el medio de la pista que se encontraba en una carpa blanca con Martina hasta que vi a Martín con una chica entrando. La chica era alta y rubia. Lo estaba agarrando a Martín de la espalda como si fuera una garrapata, mientras el parecía quererse ir. Rodé los ojos y seguí moviendo la cadera para llamar su atención. Cinco minutos después él estaba parado al lado mío.
-Viniste.- me dijo con voz emocionada.
-No me la iba a perder sabiendo que estabas.- le dije y el me sonrió. La verdad actuar de esta manera como si este chico realmente me importará.
-¿Por qué no vamos afuera y hablamos un rato?- le dije.
-Dale, me parece bien.-
Cuando salimos el viento nos pegó fuerte en la cara. No hacía frío pero el otoño estaba llegando y yo no había traído campera.
-¿Por qué te cambiaste de colegio? No es que no me gusta tenerte acá sino que me extraña como no faltan tantos años para terminar el colegio.- me preguntó.
-Nada en especial. Solo que a mi mamá le parecía que el Santa Bárbara era mejor colegio- le mentí. Trate de que la voz no se me quebrará, ni de demostrar ni una pizca de nervios. Seguimos hablando de temas sin importancia. La verdad que si no supiera de la lista pensaría que es un buen chico.
-Sabes, me caes muy bien. Sos muy linda ¿sabías?- me dijo tratando de acercarse a mí. ¿Estaba a punto de besarme? Me corrí rápido antes que nuestros labios chocaran.
-Perdón- le dije- Es que no suelo besar a los chicos ni bien los conozco.- Ni yo me creía esa excusa pero la cara de Martín estaba para una foto. Estaba perplejo pero puso una sonrisa para hacerme saber que me entendía. ¿Entenderme? Ni yo me entendía a mí misma a veces.
Para matar el silencio le dije- Eu, ¿queres entrar los chicos están jugando a verdad o reto, parece divertido?.-
Nos pusimos a jugar al juego. Había pasado esto y ya me estaba aburriendo pero mi amiga Martu había logrado besar a uno de los chicos más lindos que había visto. Cuando el chico volvió con los labios rojos, la miré a Martu y le guiñe un ojo riéndome. Después de eso me toco a mí, elegí reto porque hay veces que prefiero hacer cosas antes que contar mi verdad.
-Tienen que ir afuera con Manuel por diez minutos- me dijo una chica que la conocía de vista, creo que se llamaba Romina. Manuel no estaba nada mal, así que no había nada que perder. Aparte esto me ayudaría a demostrarle a Martín que solo a él no lo besó.
-Capaz no quiere. Recién es nueva Romina no se va a salir para besarse con Manu por un juego- respondió Martín.
-Está bien. No me molesta.- le respondí a Martín.
Salimos con Manuel. Al principio me empezó a hacer preguntas personales sobre donde vivía y como me estaba yendo siendo la nueva. Después, Manuel me agarro de los hombros suavemente y choco sus labios con los míos. El chico no besaba nada mal. Yo la estaba pasando bomba hasta que sonó la alarma avisándonos que el tiempo había terminado.
Cuando entramos, mi plan había funcionado. La cara de Martín decía todo. Parecía estar enojado con su amigo porque el me había besado antes y su ego no podía con eso. Trate de no mostrar lo bien que la estaba pasando. Todos empezaron a chiflar porque sin querer Manu tenía toda la boca roja. Lo mire y le sonreí. Creo que era un buen chico pero la verdad mucha gente te engaña. En cuanto a Martín, él ya se había levantado y había agarrado su campera diciéndonos que ya lo habían pasado a buscar.
Eso solo había significado una cosa.
Sabrina 1 - Martín 0.
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Irreversiblemente
RomanceSabrina tiene que empezar en un nuevo colegio, el Santa Bárbara. Ella quiere empezar con su nueva vida. Pero hay veces que las cosas se complican y no nos dejan lograr lo que teníamos pensado. Y esto le pasó a Sabrina.