Cap 1

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Su amigo Taehyung no tenía ningún conocimiento de qué era lo que el hacía los sábados por la tarde. De hecho nadie lo sabía excepto el mismo y aquel “desconocido”.
El asunto era que a Taehyung se le había metido en la cabeza que el se encontraba solo desde hacía ya demasiado tiempo y que había que cambiar esa situación consiguiéndole algún hombre para distraerse desde luego, se le habían ocurrido variedades de ideas, todas las cuales a el no
le interesaban en lo más mínimo.
Jimin no hacía más que seguirle la corriente sin entusiasmo ya que su otra opción hubiera sido contarle la verdad a Taehyung, y el , aunque su amigo fuera un hombre de mundo, no era una opción.
Ahora taehyung quería llevarlo a una exposición de arte en el centro, donde se inauguraba no se sabía muy bien si era de un grupo de escultores o pintores. A Jimin el arte no le interesaba más de lo normal, quizás
menos. Pero según Taehyung, lo importante no era el arte ya que la mayoría de la basura que se mostraba con ese título difícilmente tendría visitantes. Según su amigo lo importante era la calidad de hombres buen mozos, con dinero, jóvenes y excéntricos que iban a estar allí en la exposición.
Jimin, en principio había aceptado ir, sin embargo debía marcharse temprano, pues su cita de los sábados era a las ocho en punto.
Como sabía que la exposición comenzaba a las seis, estaba seguro que podría irse de allí a tiempo sin demasiadas excusas.
El lugar estaba lleno de gente y la verdad había muy bonitas cosas, no así hombres. Taehyung por supuesto, se había conseguido rápidamente uno para el como en general pasaba, pero Jimin aunque muy atractivo, no tenía
ningún interés y cuando alguno se le acercaba, bien le hacía notar su falta de ganas de socializar. Solía ser tan cortante que con un par de palabras
adecuadas el más audaz de los hombres volaba de su lado espantado.
Ya estaba un poco harto y recién eran como las siete y veinte. Se
alejó un poco del gentío e ingresó por equivocación a una habitación en la que suponía no haber estado.
Se quedó sorprendido. Era un pequeño lugar comparado con los demás salones, sin embargo sin duda aquellas eran las obras más bonitas que hubiera visto, no sólo en la exposición en particular, sino en toda su
vida, lo cual desde luego no significaba mucho, pues de arte no sabía nada.
Los cuadros estaban hechos completamente a lápiz y parecían fotos en blanco y negro si se los miraba de lejos, y con un golpe de vista desprevenido. Pero, al darles una segunda mirada, se observaba
claramente que no eran fotos en lo más mínimo, sino dibujos a mano alzada de gran trabajo por su tamaño y precisión. ¡Increíble! Pensó Jimin mientras se paraba frente al que le resultaba más llamativo.
Se trataba de una mujer desnuda que doblada de un modo casi, por no decir imposible, se arqueaba de espaldas y sobre un taburete a cuyas patas se hallaba atada de pies y manos con una gruesa cuerda. La mujer
en cuestión, llevaba una venda sobre los ojos.
Mientras jimin apretaba los ojos para intentar distinguir formas que se desvanecían con la cercanía del dibujo, pero que de lejos parecían tan nítidas que parecía un arte de pura magia, un hombre se le acercó.
Jimin lo percibió, vio el movimiento a su lado por el rabillo del ojo y simplemente por costumbre se imaginó cual sería la siguiente situación,
por lo que no se molestó siquiera en girar para dirigirle ni una triste ojeada.
–¿Es bonito verdad? –dijo la voz a su lado que sonaba relativamente joven.
El interrumpió sus pensamientos al escuchar algo que ciertamente
no esperaba y giró muy a pesar suyo para verlo. Lo hizo con un desprecio ya acostumbrado y bien dominado. Usaba aquella desagradable expresión
para hacerle notar desde el mismo comienzo, a éste o a cualquier hombre y en ocasiones, también a señoritas indeseables, que lo mejor era huir.
El era de estatura media por lo que el joven no lo parecía alto tanto a su lado.
Cuando el habló, apenas había tenido tiempo de que la imagen del joven rebotara en su mirada, por lo que los ojos profundamente marrones de él no le llegaron a impedir para poder decir lo que pensaba
–Yo, más que bonito lo tacharía de depravado, morboso y
ligeramente sádico
El tono que jimin eligió para decir esto habría espantado hasta al mismo diablo si fuera él quien se hallara a su lado. Sin embargo, el muchacho sonrió ampliamente y dijo con gran soltura.
–Pero te gusta, lo veo en tus ojos.
Jimin no era tonto, estaba casi completamente seguro y de un modo de que ese muchacho que le hablaba era el mismísimo autor.
Leyó rápidamente el nombre del artista que rezaba en un recuadro “Suga” y volvió a decir,
ahora con el tono de voz un poco mas amable
–Sí, me gusta, creo que lo compraré, pero estoy con poco tiempo, así que si me disculpa, debo retirarme.
No esperó respuesta alguna, giró y lo dejo allí. Luego corrió a la
administración. Pero la señorita que atendía el sitio le dijo:
–Lo siento, debe comunicarse directamente con el autor –le entrego
un cartón rectangular y agregó–, esta es su tarjeta.
Jimin habría montado un bonito escándalo cualquier otro día, pero estaba sobre la hora de irse y sin pedir más explicaciones arrojó la tarjeta dentro de la cartera y se fue a hacer lo suyo.

Una obra de arte (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora