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2012, 21 de junio- EL PASADO


En un abrir y cerrar de ojos la semana que faltaba para irme a Italia pasó muy rápido y ahora me encontraba en el aeropuerto internacional de París-Charles de Gaulle junto a Thomas. Ya tenía todo empacado en mis maletas y mi mochila, además de llevarme ropa de verano me llevé, como dije antes, mi libreta de viajes, nunca iba a ningún lado sin ella y además mi notebook para pasar las fotografías y datos que tome con mi celular y la libreta. Me sentía emocionado y extasiado al saber que estaría en otro gran museo de Europa, sonreía más de lo usual. Se notaba la emoción en mi rostro al igual que la de un niño de kinder cuando le dices que irán al parque de juegos o algo así. Dentro de todo me considero una persona tranquila y normal, siempre mirando el lado positivo de las cosas y amo la vida que vivo y amo lo que tengo. Además me gusta divertirme y hacer reír a los demás, a comparación de Thomas soy más aventurero y de espíritu libre en ese sentido, el es más perfil bajo en ese aspecto pero siempre nos equilibramos con el otro. Mientras yo me abría al mundo y a las oportunidades que éste me podría ofrecer mientras que él gozaba de su tranquilidad y zona de confort, aunque no lo veo mal porque me gustaría ser un poco así pero el viaje me llama y el conocimiento también, creo que sería extraño el poder mantenerme quieto en algún lugar. Pero aquí estoy, a punto de irme a Italia, mejor dicho a Florencia, a la Toscana y no podría estar más feliz por ello.

Cuando ya era la hora de irme me despedí de Thomas y le prometí llamarlo cuando llegara allá, aunque no pasaría mucho tiempo ya que sería un viaje corto. Así me encaminé hasta entrar finalmente en el avión, con mi cara sonriente de niño de kinder, un nerd feliz. Tomé algunas fotografías con mi celular y decidí comenzar a escribir un poco en la libreta de viajes y a leer luego las propuestas que tenía para cuando llegara a Florencia. No sería un viaje largo, pero igual lo iba a disfrutar observando el paisaje.Luego de dos horas y media de vuelo, finalmente llegué al aeropuerto de Florencia, Peretola. No era muy diferente a los demás aeropuertos que conocí pero la vista que tenía era genial. Tomé un taxi para que me llevara hasta el Hotel Soprarno que fueron solamente veinte minutos,le di el dinero y me despedí de el buen hombre de bigote espeso y fornido con un ''Grazie'' y observé el sitio junto a mis maletas y mi mochila en mi espalda junto a una gran sonrisa. No podían creer mis ojos lo que estaba viendo, donde estaba parado ahora. Suspiré feliz y entré para hospedarme al fin.Luego de minutos, conseguí hospedarme en la habitación 22 y era la habitación deluxe. Cuando entré quedé anonadado por lo que veía: paredes blancas con madera color negra que las dividía por la mirad, ventanas altas de cortinas blancas al igual que la cama de dos plazas, suelo de madera y obras de arte originales y por un lado de la habitación había una puerta que al abrirla te conducía al baño privado que contenía una bañera estilo antigua, la mesada blanca y negra con dos lavabos y un espejo enorme para que no te pierdas ningún detalle cuando te veas en él. Salí a la ventana a observar la vista y podía ver las calles de Florencia, quedé fascinado. Serían unas increíbles vacaciones de verano por aquí.Luego de acomodar mis cosas que saqué de las maletas y la mochila decidí llamar a Thomas para avisarle que había llegado a Italia.—Hola hola, T. Ya estoy aquí.—Hey, viejo. Qué bueno que hayas llegado, y dime, ¿qué tal es?—Hermano, es in-cre-í-ble. No sabía lo que me estaba perdiendo hasta que llegué aquí. Ya desempaqué todo pero aún no he ido a conocer ningún lugar.—¿Y qué esperas? ¡Anda, ve! Pero quiero de después me envíes todas las fotos que puedas.—Lo haré, te dejo. Te llamó en unas horas.Finalicé la llamada y le empecé a enviar todas las fotos que había tomado hasta ahora. Decidí ir a recorrer las calles de al rededor antes de ir a almorzar y noté que había muchas galerías de arte por ahí y tiendas de antigüedades, pero sobretodo hay muchos restaurantes y bares, esto será difícil de elegir. Los recorrí todos, lo admito. Pero al menos ya me había decidido por uno llamado ''Trattoria La Casalinga'' un restaurante de cocina toscana, ideal. Pedí spaghetti alla carbonara, luego pollo arrosto y por último mattonella di gelato con salsa di mirtilli, y tengo que admitir que quedé totalmente fascinado y además, satisfecho. Muchos me dicen que no como mucho por mi aspecto delgado pero realmente amo la comida y soy de buen comer aunque no me creen mucho hasta que me ven. Pagué y dejé propina al camarero y me despedí también con un ''Grazie'' y el con un ''Prego'' y luego salí de allí. Revisé los mensaje que me llegaban de parte de Thomas por los lugares que le mandé y también la comida, reí por sus mensajes y guardé el celular. Ahora que la tarde estaba cayendo me dirigí a la galería de arte cerca de mi hotel llamada ''Cartavetra'', no es tan grande como otras que conocí pero realmente es hermosa como cada galería que visité o cada museo. Observé cada pintura y obra de aquél lugar, leía en parte las descripciones debajo de éstas y luego de anotar algunas cosas en mi libreta de viajes les tomaba fotografías. Podía pasarme todo mi día en una galería de arte o en un museo, creo que son mi lugar en el mundo, mi lugar de paz. Cuando era momento de cerrar regresé a caminar un poco por las calles de Florencia, llegué a un enorme jardín llamado Giardino di Boboli donde lo recorrí lentamente admirando la belleza italiana que estaba a mis pies y por supuesto, tomé algunas fotografías y algunas me las tomé a mí mismo y de tanto caminar terminé en una pizzería de la zona donde ordené una para mí y así al fin pude regresar al hotel. volví a llamar a Thomas para contarle el resto de mi día y luego me quedé observando la noche toscana que observaban mis ojos ahora, las estrellas brillantes y el cielo oscuro iluminaba todo junto a la luna. Miré la hora en el celular, 22:34 p.m. Era tarde y debía dormir, así que me saqué la ropa que llevaba puesta y quedé sin remera y ahora, al no estar en mi apartamento, me puse un short deportivo azul y me acosté. Sentí que la cama era como el cielo, estaba demasiado cómodo o demasiado cansado pero feliz. Otro sueño en mi vida que se cumplía. Pensaba en todo lo que había sido mi día y así lentamente fui quedándome dormido, mientras también pensaba en lo que haría al día siguiente y el siguiente y los demás.

La ciudad de mi amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora