Llegó el día previo a las elecciones regionales. Ya habían pasado dos semanas de aquel extraño suceso. Desde aquel día no había recibido ninguna nueva carta, por lo que la idea de que no era para mí comenzaba a cobrar vida. Apenas recordaba haberla recibido, estaba demasiado ocupada con mi trabajo.
Era martes. Tenía que presentar el trabajo que había estado realizando sobre las elecciones. Contaba con ventaja ya que tenía un ordenador nuevo con bastantes programas de edición. Gracias a mi padre podría realizar un gran proyecto.
Llegué a las Oficinas. Manuel, el chico de redacción, me saludó con una sonrisa. Me dirigí a mi despacho de cristal, ordenado a más no poder. Tras sentarme en mi silla, observé las fotos que había colocado en el escritorio: Una con mis tres amigas del alma, otra con mis padres y una tercera de mi primo Carlos.
Carlos era mi único primo, por parte de mi madre, que tenía un hermano llamado Carlos y que murió en un accidente de tráfico meses después de que su hijo (también Carlos) cumpliera los dieciocho. Carlos y yo teníamos la misma edad, por lo que estábamos muy unidos. Trabajaba como detective para la policía local del pueblo donde vivía cuando era pequeña, y donde pasamos nuestra infancia juntos. No podía comunicarle mi puesto de trabajo porque no tenía ningún dato sobre él. Lo único que sabía era que trabajaba en aquel pueblo, y que viajaba a muchos países como detective privado. Si tenía alguna noticia de él, era por mi tía Isabel (su madre) o porque me llamaba desde una cabina telefónica.
- Señorita Málvez, ¿me escucha? - era la voz de McGregor, que estaba apoyado en el marco de la puerta de cristal. Por el tono en que me llamó supuse que llevaba un buen rato llamándome, pero yo estaba tan inmersa en mis pensamientos que no me había dado cuenta.- ¿Qué le pasa, señorita Málvez?
- Oh, lo siento McGregor. Estaba pensando en el próximo proyecto del que podríamos opinar tras las elecciones - mentí.- ¿Qué? ¿Listo para mañana?
- Jajaja - rió.-, vaya chica tan creativa. Me alegro de que estés aquí. - me tuteó, algo que me pareció extraño.
- ...Gracias... - nunca me había hablado tan amablemente.
- Te espero en mi despacho, Málvez. - se marchó.
Cogí mi pen-drive donde tenía el proyecto que iba a presentar y me dirigí allí, mucho menos nerviosa que la primera vez que entré, y más segura de mí misma.
- Buenos días - dije.
- Buenos días - respondieron al unísono.
Allí me aguardaban seis críticos, incluyendo a McGregor: Una señora mayor, de pelo rubio muy claro, y unas gafas azul turquesa bastante llamativas; un par de hombres enchaquetados, similares entre ellos, de cabello negro; una chica de pelo castaño oscuro recogido en una seria trenza; un hombre un poco más joven, sin chaqueta, de ojos azules y pelo castaño claro; y McGregor.
Les di a conocer mi proyecto "electoral", expresándoles la objetividad de mi artículo y las pruebas que había recaudado para ello. Les mostré fotos, vídeos, revistas...
Al terminar, les di los buenos días y respondí las preguntas que me hicieron la señora de pelo rubio y uno de los hombres enchaquetados. McGregor sonreía, como si estuviese orgulloso de mí, y, tras la aprobación del artículo para el periódico, salí de allí, dejé una carpeta en mi despacho y me dirigí a la máquina de café. Metí una moneda de un euro, pulsé "Cortado", coloqué un vasito bajo la boca de la máquina y esperé mientras revisaba los mensajes del móvil.
Mientras tanto, se acercó la chica de pelo castaño junto a uno de los dos hombres enchaquetados, el que no me hizo ninguna pregunta, y me dieron la enhorabuena. Les di las gracias y les hablé cortésmente. Cogí el café, me dirigí a mi despacho y me lo bebí.
McGregor llegó de nuevo y me dio la enhorabuena.
- Has estado espléndida - me dijo.- La presentación ha salido de lujo.
- Gracias, McGregor - se marchó.
Cogí mi bolso y las llaves del coche, bajé al parking y conduje hasta mi casa. Al llegar, cerré la puerta, dejé el bolso encima de mi cama y me fui al salón. Me tumbé en el sillón y, aunque era la una y media del mediodía, me quedé completamente dormida (además de satisfecha por mi buen trabajo).

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Las cartas de Nora [LCDN#1]
RomanceTodo comienza con una carta. "Querida señorita", dice. Parece ser que está enviada por alguien que hace llamarse "J". Lo cierto es que Nora jamás ha oído hablar de él... ¿o quizá sí? Todo se complica cuando Nora se reencuentra con su ex novio Borja...