Adiós. Esa fue su última palabra. En aquel momento no sabía que iba a suceder todo esto.
El lunes acudí al Esencial con la ilusión de trabajar mientras le echaba miradas a Kay. Llegué a las Oficinas poco antes de las ocho y media. Me senté en mi despacho y encendí el portátil. Miré hacia el despacho de Kay y como de costumbre, no había nada. Kay no había puesto ninguna foto y nunca dejaba su portátil.
Llegaron las nueve. McGregor, Manuel y mis demás compañeros estaban en las Oficinas, pero Kay aún no había llegado. Me resultó bastante extraño, ya que él solía estar allí antes que yo.
Las doce. ¿Dónde estaba Kay? Le envié un WhatsApp:
Nora: Kay, ¿estás bien? ¿por qué no has venido a trabajar?
Última conexión: hoy a las 02:13 a.m.
Qué extraño... quizá se había quedado dormido. O quizá estaba enfermo.
Decidí pasarlo por alto. Aquel día McGregor me encargó hacer un artículo de opinión sobre la vida tras la muerte. Yo lo relacioné con el olvido. Morimos cuando dejan de recordarnos... Cuando ya nadie recuerda nuestro aroma, nuestro rostro, nuestra sonrisa... Morimos olvidados.
Lo que aún no sabía es que para mí Kay nunca moriría. Ocupaba el cien por ciento de los pensamientos que existían en mi cabeza. Parecía ser que yo para él no era más que una olvidada.
Al día siguiente Kay tampoco se presentó en el trabajo. Su conexión en WhatsApp continuaba siendo la misma. Pasó la semana y Kay no hacía acto de presencia.
Decidí ir a visitarle. Me dirigí a su casa, donde unos días antes habíamos estado cenando y riendo. Llamé al timbre y nadie abrió la puerta. Habría salido...
¿Dónde estaba Kay?
Llegó el lunes siguiente y mis esperanzas no se consumían. Aun así decidí preguntarle a Manuel sobre Kay.
- Perdona, Manuel, pero ¿sabes algo sobre Kay?
- Buenos días Nora. Pues claro - esas palabras me hicieron sentirme aliviada -, Kay se ha ido de aquí, nos comunicó que había conseguido un nuevo trabajo en Alemania como gerente de una empresa. ¿No lo sabías? ¡Pero si os llevábais genial! -. Sentí como si el mundo cayera sobre mí. Las lágrimas amenazaron por salir de mis ojos de manera desenfrenada, pero me controlé.
- Ah... Pues no, no lo sabía. Gracias por la información - salí del despacho de Manuel y me dirigí al baño. Me miré al espejo y me sentí una idiota.
"Nora, sabías que esto iba a pasar. ¿Cómo iba a querer un chico tan perfecto estar contigo? Algo querría de ti... No eres tan impresionante. A él le gustan las chicas ricas, espectaculares y que tengan claro lo que quieren..." pensé.
Mis lágrimas, que ya comenzaban a ahogarme con el nudo que se estaba tejiendo en mi garganta, salieron sin esfuerzo alguno. Entré en uno de los baños y me senté en el WC. Miré al suelo y lloré sujetando mi cara entre mis manos. No podía soportar tanto dolor. Era como si alguien estuviese clavando espinas en mi corazón. Los pinchazos hacían que llorase más. Era verdaderamente insoportable.
Y así pasaron tres meses. Perdí a Kay. Borja continuaba intentando conseguir una nueva oportunidad, pero yo sólo quería a Kay.
Ya no me maquillaba para ir a trabajar, mis artículos habían perdido su esencia, mi vida había perdido cualquier rastro de felicidad y yo había perdido toda mi ilusión por el amor. Ya sólo era una marioneta que se levantaba cada mañana para ir a trabajar, y cuando volvía a casa lloraba hasta quedarme dormida, para cenar y volver a dormir hasta la mañana siguiente.
Entonces llegó el cuarto mes sin Kay, y ahí fue cuando algo en mí me hizo salir en su busca.
Llegué a casa después de una mañana de trabajo. En aquel último mes apenas había llorado por Kay, pero le recordaba a cada minuto. Me tumbé en la cama y sonó el timbre. Fui a abrir, era Carlos.
- Hola - dije fríamente.
- Prima... tienes que leer esto - dijo Carlos mientras me tendía un sobre rojo. Le invité a entrar y ambos nos sentamos en el sofá. Comencé a leer.
Nora.
Son las dos y trece de la mañana. Acabo de bloquear tu número en WhatsApp y te he borrado de mis contactos. Es como si no quisiera saber nada de ti, lo sé, pero en realidad sé que te quiero. Espero que entiendas mi posición.
Aunque no haya podido darte lo mejor del mundo, debo decirte que he de partir. En Alemania me espera mi familia paterna, a la que por fin podré conocer después de tantísimos años.
Sé que eres la chica adecuada, y que te quiero. Lo sé porque simplemente lo siento, y lo he sentido cuando me has besado, cuando hemos estado en mi casa cenando, cuando te veía a través del vidrio de mi despacho... sé que eres perfecta para mí.
Por eso debo irme, porque no quiero hacerte daño, y al menos allí despejaré mi mente.
Intentaré olvidarte, aunque no creo que lo consiga. Perdón si te he hecho daño.
Le doy esta carta a Carlos. Le he dicho que te la de cuando él crea que es el momento correcto. Para mí el momento correcto no será jamás, ya que, después de haberte ilusionado te he abandonado, y lo siento. Carlos dice que tengo miedo de amar. No lo sé, nunca he amado a nadie. Sólo espero que, si es cierto, consiga amarte como nadie jamás lo hizo. Sólo te pediré una cosa:
No me busques.
Con amor,
J.
Levanté la vista del escrito. Mis ojos estaban llorando y mi cara estaba empapada. Lo único que conseguí hacer fue abrazar fuertemente a mi primo para calmar mis sollozos. Entonces él dijo:
- Nora, creo que este es el momento adecuado. No podía soportar más tiempo viéndote así, llorando. Tus artículos ahora son basura. No puedo dejar que te hundas. Si crees que él es el amor de tu vida, búscale. Prometo ayudarte.
![](https://img.wattpad.com/cover/21819478-288-k732257.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Las cartas de Nora [LCDN#1]
RomanceTodo comienza con una carta. "Querida señorita", dice. Parece ser que está enviada por alguien que hace llamarse "J". Lo cierto es que Nora jamás ha oído hablar de él... ¿o quizá sí? Todo se complica cuando Nora se reencuentra con su ex novio Borja...