Capítulo 29: El lago

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29—El lago.

Una vez hospedados en la cabaña, quedarnos en el amplio jardín adornado con muchos arboles y césped alrededor de la casa nos era tan reconfortante.

Shelby y yo tomamos asiento en uno de los bancos de madera propios del lugar, admiramos y detallamos los lujos que brindaba este sitio.

El nuevo aire que sentía en mis fosas nasales se debía a la cercanía con la madre naturaleza. Todo era diferente, erag un pueblo muy colorido y distinto. Con mucho bosque y montañas altas para escalar.

Pasamos las primeras horas organizando la cabaña para agruparnos en duos o trios para pasar las dos noches en este lugar. Luego de un par de indicaciones por parte del casi cumpleañero, cada chico tomó rumbo a otra lado del pueblo.

Sé que los sujetos que viven conmigo y mi hermano se fueron a hacer compras para el almuerzo y la cena. Pero sé que deben estar payaseandole a cualquier chica que se les aparezca en frente.

Los amigos de Marco junto a las dos chicas se juntaron para buscar leña en el bosque, pues quedaba a unos metros de la cabaña.

Marco entonces se dedicaba a bajar las cosas de su camioneta para emprender su labor como anfitrion de la parrilla.

Mientras que mi amiga y yo hablabamos del nuevo bikini que trajo para usarlo cuando fuesemos a la playa o a la piscina.
Chillaba de la emoción.

Comparandola conmigo, yo me encontraba en un estado neutral. Por ahora todo era tranquilo y pacifico, pero algo en mí me decía que debía ser lo más cuidadosa posible. Estoy en la cuerda floja con Alexx y en una telaraña sin derecho a escapar con su amigo.

—¿Te la puedo robar un momento?—habla el chico en el que justo estaba pensando.

Suerte.

La silueta bajo la sombra gracias a los rayos del sol me dejaba admirar lo alto y grande que se veía detrás de mi.

Shelby me miró divertida, esa cara de complice mejor amiga que te lanza cuando estas frente al chico que te gusta. Lo extraño es que Shelby no sabía si quiera lo que había sucedido con el.

Aún así asintió y entró a la casa mirando su celular.

Jake se puso frente a mí, sentandose en la misma banca. Llevaba la misma gorra y sus pantalones de ejercicio junto con una sonrisa de oreja a oreja.

De verdad es que era muy apuesto, cada vez que lo veía me lo confirmaba aún más.
Creo que por eso lo repito continuamente.

No tienes tan mal gusto.

—Quiero mostrarte algo.—dijo esbozando una linea curva en su boca. Abrí mi boca para inventar alguna excusa pero no me dejó decirlas cuando su mano agarra mi muñeca y me jala con suavidad del jardín del lugar.

—Espera, ¿hay que caminar mucho?—fue lo unico que cruzó por mi mente para detenerlo. Mis quejas parecieron ser insignificantes.

—No, sólo a unos diez minutos.—contestó con simpleza.

Frené mis pies abruptamente, evitando que continuaramos.
Su rostro expresaba burla y una pizca de diversión como era de esperarse.
—Es broma, Maggie.—sonrió bufando.—Ya hemos llegado.

Un Verano Desastroso [EDICION]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora