4.- "No te acerques a ella."

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–        Guapa, ¿eh?

–        Mucho. – Admití, aun mirando en dirección a esa puerta, anonadado. Sin embargo, hasta ese momento no me había dado cuenta de que hablaba con un completo extraño. – ¿Y tú quién eres? – Grité por encima de la música, quitando su mano de mi hombro.

–        Nick Williams – Dijo, ofreciéndome su mano, la cual negué.

–        Niall Horan.

–        ¿La conoces? – Cuestionó, señalando con su cabeza a aquella puerta.

–        ¿A quién?

–        Julieta, ¿la conoces? – Mi ceño se frunció.

–        Si. – Y tras meditarlo… – No. – Ahora era su ceño el que se fruncía.

–        ¿Sí o no?

–        Lo justo. Es una larga historia.

>¡¡¡Mentira!!!< Gritaba mi otro yo. La historia se resumía en “atropellé a su hija y ella intentó matarme”. También podría añadir un “además me sacó el dedo central, nada que no haya experimentado antes”, pero dejé el tema estar. No contaría detalles relevantes a extraños. Mi mirada volvió a la puerta, y al pomo de la misma, el cual se estaba moviendo lentamente, para al final, volver a su posición inicial.

–        No te acerques a ella. – >¡¿Cómo dices que dijiste?!<

–        ¿Es una amenaza? – Este tío me empezaba a cabrear ligeramente. Así que novios celosos, eh. Menuda rompecorazones, Stevens. Nunca me lo imaginaría.

–        No. – >¿Me estás vacilando?< – Es un consejo. De esos que coges o dejas. Sabes a qué me refiero, ¿no, rubiales?

–        ¿Y por qué debería no acercarme a ella?

–        Esa chica mueve demasiada mierda, Horan.

Y sin más, Williams se dio la vuelta, y se marchó por donde supongo que había venido. ¿De dónde había salido semejante payaso?

Mis pies parecieron comenzar a andar solos, y antes de darme cuenta, estaba delante de la puerta, con la oreja puesta en la misma. Una respiración muy pesada se escuchaba ligeramente, y pasos rápidos, que a veces frenaban, para después, continuar su transcurso. Todo sonido cesó, hasta costaba escuchar ya la pesada respiración. Y así, desistí.

***

–        I’M SO FANCY, CAN’T YOU TASTE THIS GOLD? REMEMBER MY NAME. – Gritaba a todo pulmón, mientras se acercaba a nosotros, haciendo eses en el camino. – ¡Te lo robo! – Exclamó Carter, cogiendo por el cuello de la camisa a Dan y arrastrándolo al centro de la sala, dejándome solo de nuevo.

La noche pasaba y seguía sin tener ni idea de qué había sido de la castaña Stevens. La duda me carcomía por dentro, pero no tenía muy claro por qué.

Como acto reflejo, giré la cabeza hacia la puerta por la que Yuls había desaparecido en el mismo momento en el que la misma se estaba abriendo. El chico, poco mayor que yo, que había desaparecido un par de horas antes por esa misma puerta salía de ella, abrochándose con una mano la camisa, y con la otra tocándose la cabeza. >¿Recordará mañana si hoy les presento al señor y señora puño?< Salté se mi asiento y me dirigí hacia él.

–        ¡Eh! – Grité por encima de la música, agarrándolo del hombro y girándolo hacia mí. Cuando lo hizo, una cara de confusión estaba en su cara. >Es gracioso, parece que no ha ido al baño por una semana.< – ¿Sabes dónde está la chica con la que entraste allí? – Dije, señalando con mi cabeza a la puerta, recibiendo un bufido por su parte.

–        Si supiera dónde está, no estaría yo aquí ahora. – Y se fue. Y cuando digo “se fue” me refiero a que abandonó el local, incluso.

Me dirigí a la barra, mentalizado en que la chica se había ido ya. >¿Por qué me molesto si quiera en buscarla?< El barman llegó, como había hecho dos veces antes, y pedí lo mismo. Cuando me disponía a pagar, la morena apareció de debajo de la barra, dejándome, como ya tantas veces, aturdido.

–        Gracias por dejarme esconderme aquí, Will. – Dijo, acercándose al barman y dándole un beso en la mejilla, mientras el mismo echaba mi bebida.

Fue entonces cuando la morena se giró, percatándose de mi presencia allí. Parecía sorprendida por el hecho de encontrarme allí.

–        ¿Qué haces tú aquí?

–        Parece ser que lo mismo que tú, ¿no crees?

–        Oh no, no lo creas. – ¿Estaba confirmando mis sospechas?

–        Eh, Yuls, ¿algún problema? – Preguntó Will, el barman, acercándose.

–        Oh no, Will. Es Niall. Un… amigo. – Contestó ella, no muy segura de sus palabras.

–        ¿Un amigo? ¡Perfecto! Invita la casa, rubio. – Dijo Will, acercándome el vaso y guiñándome un ojo. Yo había pedido un gin tonic, no una situación incómoda.

Me moví en mi asiento mientras ella carcajeaba y saltaba la barra, cogiéndome del brazo. En ese momento me percaté que no lograba coordinar bien del todo sus pasos, por lo que en un momento dado, me vi obligado a cogerla de la cintura cuando tropezó con sus propios pies. Una risilla escapó de sus labios. Si El día que la conocí me dijeran que la tendría así no lo hubiera creído.

–        Necesito que me hagas un favor. – Susurró en mi oído, poniéndose de puntillas en sus tacones.

–        ¿Qué ocurre? – Susurré, al igual que ella, cuando aun tenía sus labios en mi oído.

–        Necesito que me lleves a casa. No puedo conducir así. – Y se agarró a mis hombros. No sé si para que la escuchara, o si tenía segundas intenciones. Esta situación era tan incómoda como la vivida en la barra.

–        No he traído mi coche.

–        Pero yo el mío sí.

–        ¿Y cómo vuelvo a la mía?

–        Quédate en casa a dormir, y mañana al mediodía, cuando el dolor de cabeza pase, te acerco a casa.

Mientras ella se encogía de hombros, yo me sumergía en mis pensamientos, debatiendo si ir o no hacerlo.

–        Oh, vamos. Ven. Amy no ha dejado de preguntar qué sería de ti.

Encontraba la situación graciosa, porque encontraba malditamente difícil decir que la chica madura, adulta y agresiva del hospital era la que me estaba suplicando para que la llevara a su casa y que, además me quedara en la misma a pasar la noche. Lo he repetido en mi mente unas mil veces, pero se me sigue haciendo imposible.

–        Espera un momento, avisaré a unos amigos y nos vamos, ¿de acuerdo?

***

En el coche, todo era silencio, a excepción de las indicaciones que me iba dando Yuls para poder llegar a su casa.

–        ¿Yuls?

–        ¿Sí?

–        ¿Te suena el nombre de Nick Williams?

Una carcajada ahogada inundó el auto. Si alguna vez me cruzaba con esta chica de nuevo, la emborracharía. Es mucho más aceptable el carácter de la Yuls borracha que el de la que está en sus cinco sentidos.

–        Así se llama el entrometido de mi primo, ¿por qué lo preguntas? – Sentí como si me tiraran una jarra de agua fría encima.

Eden Of Sinners | Niall Horan. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora