16.- Héroes.

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Toc, toc, toc.

– ¿Puedo pasar?

Ella se encogió de hombros, lo que tomé como una invitación a entrar, dentro del mal humor que se respiraba nada más abrir la puerta.

Una guitarra, la cual reconocí como aquella que toqué alguna vez, estaba sobre la cama, mientras Yuls estaba de espaldas a mí, con la cabeza inclinada hacia los papeles de su escritorio.

– ¿Qué haces?

Me acerqué a aquellos papeles, mas ella los escondió entre sus brazos rápidamente, impidiéndome ver cualquier cosa.

– ¿Componías?

Y, nuevamente, se encogió de hombros. Lo que ponía mis nervios de punta, maldita sea. ¿En serio iba a ponerme esto más difícil de lo que ya era?

Yo no era el tipo de persona que pedía perdón, y mierda, ¿qué estoy haciendo? Arrepintiéndome por decir en voz alta lo que llevo pensando desde que tenía quince años. Por el amor a Dios, ni siquiera me arrepentí aquella vez que mandé a un chico al hospital con un único puñetazo en su cara. 

Claro está que esto es diferente. Aquel chico lo merecía, Yuls no. 

<<Ella tiene mierda suficiente como para que vengas tú y lo hagas todo peor, inútil. >> Me susurra mi otro yo. ¿Estabas de vacaciones, incordio?

– Mira Yuls, yo...

– No. – ¿Qué? – No vengas con la mierda de que lo sientes como todos, ¿vale? No lo sientes, has dicho lo que pensabas, y eso esta bien, ¿no? 

Se levanta de la silla, y comienza a andar de un lado para otro, mirando al suelo, divagando.

– Eso está bien, eso está malditamente bien. – Susurra, conforme va posando sus manos sobre su cabeza.

Salto de la cama y la agarro por los hombros, haciendo que me mire. Sus ojos brillan, y brillan a la vez que tienen ligeras hebras a su alrededor.

– Oye, ¿qué sucede? – Susurro, con el miedo de que se pueda romper.

– No sucede nada.

Se aparta de mí, se aleja. Me doy cuenta de que en ese momento, estar alejado de ella me incomoda. De alguna forma, me afecta el verla mal. Me afecta que sufra, hasta el punto de tener la necesidad de repararla, de enmendar mi error. 

– Vamos Yuls, no me dig...

– ¡Todo está bien Niall! – Grita, elevando sus brazos. – ¿Por qué no te vas? ¿Por qué no te vas y no vuelves? ¡No quiero verte! ¡Me repugnas! 

Cada palabra, cada expresión, cada lágrima que comienza a deslizarse por su rostro, me hace daño.

– Eh, no. – Susurro nuevamente, acercándome a ella, posando mis manos a cada lado de su rostro. Siento cierto alivio al comprobar que esta vez no se rehusa a mi contacto. – No digas eso, Yuls. 

Comienzo a trazar pequeños círculos con mis pulgaros por sus mejillas, enjuagando las lágrimas que no cesan.  A pesar de que su mirada no se centra en mí, sé que me está escuchando. 

– Nuestra discusión ni siquiera tomaba esas riendas. ¿Qué ha ocurrido? 

De repente me mira, para apretar los ojos y que una mayor cantidad de agua circule.

– Julieta Stevens, mírame y dime qué sucede.

– ¡Todo el mundo se va, Niall! ¿Por qué tú no? ¿Qué más da? – Mi ceño se frunce y continúa hablando, al entender que no sigo a qué se refiere. – Me han llamado desde la comisaría de policía, han reabierto el caso de mis padres.

– ¿Qué? ¿Y qué está mal con eso, Yuls?

– ¡Hay alguien que asegura haber visto a mi madre, Niall!

Ella se aleja un paso de mí, pero no estoy seguro de si he dejado caer mis brazos en primer lugar.

– Pero eso es imposible, ellos...

– Ellos habían muerto en un avión, un maldito accidente. ¿Y si ellos no llegaron a tomar ese vuelo, Niall? ¿Y si ellos están vivos? – Y al contrario de como debería ser, en su voz no había ni una pizca de esperanza, sino que únicamente había veneno. – Ellos no han muerto, Niall. Ellos nos abandonaron.

– No Yuls, no saques esas conclusiones. ¿Por qué... por qué harían algo así?

– Eran... son muy retorcidos.

– Abandonar a tus dos hijas, Yuls. ¡Eso es retorcido!

– Ellos son más retorcidos que eso.

Un silencio se instaura entre nosotros, mientras yo me hundo ligeramente en mis pensamientos. ¿Qué clase de persona es capaz de hacer tal cosa? Bueno, mi madre me abandonó a mí. No físicamente, pero su mente no estaba puesta en mí durante mi adolescencia. 

– Mi madre era una heroína para mí.

Susurra la morena tan flojo, que no podría asegurar si habla sólo para ella o si realmente quiere compartirlo conmigo. Me asiento en la cama y la atraigo a mí, abrazándola por sus piernas. Al subir la mirada, me percato de que no hay ningún punto de vista desde el cual Yuls Stevens sea no-atractiva.

– Cuando era una niñita y me preguntaban qué quería ser de mayor, yo sólo decía que quería ser como mamá. Ella era tan fuerte e indestructible. Ella era... era perfecta, la mirases por donde la mirases.

>> Cuando llamaron y dijeron que el avión en el que viajaban había empezado a arder a mitad del trayecto, sin dejar ni un único superviviente, me derrumbé. Estuve horas y horas llorando. Era horrible. El vacío que sentía dentro era como un agujero negro que lo tomaba todo a su paso. Incluso ahora, más de un año después me sigue sucediendo.

>> Fue un tiempo después, cuando me dijeron que mis padres habían muerto a manos de un atentado terrorista. El avión no empezó a arder sin más. Fue una bomba. Una puta bomba lo arrasó todo y a todos allí dentro. 

Se sienta sobre mis piernas, abrazándome por el cuello.

– ¿Puedes... puedes lleva a Amy al cine? No quiero que me vea así, necesito un rato para recomponerme.

Asiento, mientras la aprieto un poco a mí.

– Gracias.

– ¿Por qué?

– Por escucharme, por no irte. Por todo, no sé. Siento como si necesitara agradecerte.

Niego, mientras que ella afirma con la cabeza, haciéndome la contra, con una ligera sonrisa sobre sus labios, a la vez que me mira a mí o a los míos, no estoy seguro.

<<Bésala>>, me susurra mi otro yo.

Y por primera vez estoy conforme con lo que ordena, y obedezco.

Eden Of Sinners | Niall Horan. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora