Nadando hacia arriba

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¡Hola!

Este es mi primer fanfic de Banana Fish. La verdad es que hace meses tenía ganas de escribir sobre esta increíble historia, pero me deprimía tanto cuando comenzaba que no podía seguir, en especial luego de terminar el manga :(

No pude soportar el final. Nunca pensé que terminaría así, no siento que haya sido justo para ninguno de nuestros niños :ccc . Y es por eso que quería darles a ambos un final que se merecieran y esto fue lo que salió. Espero que les guste ❤ ❤

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Lo primero que Eiji pensó cuando sus pies tocaron nuevamente el suelo que lo vio nacer fue en cuanto necesitaba ese aire con sabor a tranquilidad. Donde sabía que el único temor que experimentaría era el pensar en cómo le gritaría su hermana por haberse tardado tanto tiempo en volver, pero después lo abrazaría cómo hacia cada vez que volvía de alguna competencia en el pasado, y ese sentimiento de paz lo volvió a inundar. Aunque aquella emoción solo escondía la sorpresa de darse cuenta que en realidad no había echado tanto de menos su hogar desde que lo dejó. Ni siquiera después de todo lo que pasó en Nueva York había pensado en que quería volver luego a casa, "Casa".

-¡Eiji!-Ibe ya había terminado el chek in y estaban ahora con sus maletas listos para subirse al taxi que los estaba esperando y volver con sus respectivas familias. Volver a esa normalidad le producía un extraño revoltijo en el estómago, el cual no supo interpretar.

-...Tengo estas donde los chicos de Sing parecen verdaderos matones- Ibe estaba enseñando a Eiji las fotos que usaría en su nuevo portafolio, un trabajo completamente distinto al que había estado realizado durante tantos años -aunque claro que posaron para ellas.

- Son realmente buenas, te esmeraste.

- Sí, pero estos niños ponen mucho de su parte cuando quieren hacerlo -Ibe le dio la espalda un momento para buscar algo en su maleta - De todos modos supongo que son estas las que quieres ver.

Eiji tomó el sobre que el fotógrafo estaba extendiendo hacia él y comenzó a abrirlo impaciente.

-Supongo que tenía razón -dijo Ibe- Claro que no he revelado todavía ninguna foto donde aparezca su cara, pero eso no importa ¿Cierto? Tú sabes que es él.

Era verdad, el sobre no contenía ninguna foto con algún rostro visible, sin embargo, la majestuosidad de la silueta en ellas era inconfundible. El eterno orgullo adolescente combinado con la seguridad infalible que tantas veces lo hizo olvidar que aquella persona era sólo un chico de 18 años; pero Eiji supuso que la experiencia (y a veces la crueldad) podían envejecer a alguien más rápido que el paso del tiempo.

- Ash -El tono que usó al pronunciar ese nombre fue más débil de lo que esperaba.

-Sí. Esas son las mejores, estoy seguro que serán un éxito -dijo Ibe animado, y en sus palabras también estaba la intención de animar a Eiji- Aun no puedo creer que no haya ido a despedirse.

Eiji si podía creerlo. Ash quería protegerlo, lo sabía. Que volviera a su vida, donde no había peligro, pero eso es imposible. El peligro no es siempre la continua amenaza de ser atravesado por una bala en cualquier momento o que te corten el cuello mientras duermes. También existía peligro en permanecer en donde no se pertenece realmente, donde está el riesgo de perderse sin retorno. Y tal vez era cierto que Eiji no pertenecía al mundo donde reinaba la violencia y el sufrimiento, pero tampoco a aquella vida cargada de rutina en la que creció. En Nueva York hizo amigos, formó lazos indestructibles; no importaba realmente de donde viniera cada uno o que tan distintas hubiesen sido sus vidas. Disfrutaban de la compañía del otro, se entendían y querían. Allí estaba su lugar.

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