Cada mañana es un misterio;
la primera juventud del mundo, la resurrección del hombre, el brote del futuro,
todo ello se envuelve en sus amaneceres.
Henry Vaughan
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Cuando pasaba siempre estaba oscuro.
No importaba donde fuese. Ni con que o quien estuviera.
Esta vez estaba extendido en el piso. No estaba amarrado, pero no podía moverse. Ni gritar. No había ningún ruido, sólo n montón de manos anónimas afirmándose a su cuerpo. Tocando lo que fuese, lo que alcanzaran, no les importaba.
Otras manos comenzaron a subir lentamente por sus piernas hasta llegar a su estómago. Lo desgarraban sin piedad. El dolor era vagamente palpable, pero aun así el terror se extendía por sus huesos como si cayera dentro de un lago congelado.
Y luego una última puñalada despiadada directa a su garganta.
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Ash se despertó con la garganta seca y el cuerpo hecho un horno. Las manos le temblaban y todavía tenía los ojos medio cerrados. Sabía que si los abría sólo encontraría más oscuridad y quería aunque fuese unos segundos tener la ilusión de que ya era de día y no tendría que apartar la mirada lejos de los recuerdos ocultos en las sombras. Todo era más fácil al amanecer.
Entonces recuperó la conciencia completamente y recordó.
Sin abrir los ojos todavía estiró el brazo hacia el lado y lo sintió. Abrió los ojos.
Eiji dormía de espaldas a él, su cabello desordenado contra la almohada y su tierna respiración daba un sutil empujón al silencio monstruoso.
Ash todavía sentía como si le golpearan la cara con una bolsa llena de hielo cada vez que despertaba en la noche luego de una pesadilla o un sueño normal el ver siempre a Eiji allí con él. Podía quedarse mirándolo por horas. Su respiración, su dulce y angelical rostro cuando dormía; como sus pestañas se movían antes que abriera sus párpados al despertar. La tentación por tocar su rostro y la manera que alejaba su mano violentamente antes de tocar su piel por miedo a que todo se tratara de otro juego de su mente y Eiji fuera a desaparecer al primer contacto con sus dedos. Era difícil aceptar esa nueva realidad como suya, lo estaba haciendo mucho mejor que cuando todo empezó de nuevo, pero aun existían noches como esa en las que se despertada completamente desolado y sin esperanza, con un hoyo dentro del pecho. Y luego abría los ojos y ahí estaba Eiji. Siempre estaba. Entonces sentía como el hoyo aun presente se iba haciendo cada vez más pequeño, de apoco iba consiguiendo más poder para tomar el hilo y la aguja que lo cerrarían. Tenía claro que era imposible que no quedara cicatriz, pero no volvería a abrirse la llaga. Ya no podía recordar como era tener que pasar por todo ese miedo solo. Ya no tenía tanto miedo de si mismo. Y ese era el paso más importante para encontrar su paz.
Se levantó y tomó la jarra de agua que siempre tenía en su mesita de noche. No se molestó en vaciarla en un vaso y se la bebió toda de ahí mismo.
Era invierno y la ciudad estaba completamente seca. Desde su ventana observó la niebla comenzar a formarse. Eso significaba que sólo faltarían un par de horas para la primera aparición de luz.
Un año y medio pasó desde que Eiji y él comenzaron a formar su relación. Eiji tuvo que volver a Japón por seis meses antes de volver a Nueva York para terminar su año y conseguir una beca completa en Estados Unidos. Eiji era increíblemente talentoso y responsable y agregando todo el amor que le colocaba a su trabajo facilitó mucho las cosas para su vuelta. Y ahora iban a cumplir un año desde que empezaron a vivir juntos. Era un pequeño departamento en Brooklyn, suficiente para ambos. No todo fue sencillo al principio. Ash debía admitir que no se lo dejó fácil a Eiji. Había momentos en los que parecía que no podían ser más cercanos, entonces Ash haría algo para alejarlo de nuevo; pero Eiji nunca se iba, nunca se enojaba, no le gritaba ni presionaba. Se quedaba allí esperando, paciente y comprensivo. Siempre le recordaba que estaba allí porque lo amaba. Y aunque Ash no tenía muy claras la razones aun, en ese momento lo aceptaba. Y reirían y llorarían juntos. E irían creciendo y descubriendo cosas nuevas, de ellos mismos, del otro, del día a día en general. Juntos, porque Eiji quería estar junto a él y Ash quería lo mismo. Compartían sueños y miedos y cuando no lo hacían tratarían de entender al otro y se apoyarían en el camino. Cada vez que pensaba en eso sentía su alma llenarse un poco más. Cada vez más.
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Vital
FanfictionAsh Lynx ha vuelto a escapar de las garras de la muerte. ¿Sería esta una nueva oportunidad o simplemente la inevitable persecución de siempre? Final alternativo de Banana Fish. Historia terminada. ATENCIÓN: -Sólo la historia me pertenece. Los pers...