Capitulo 14

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-¡Oh, mira esos zapatos! –exclamó pegando la nariz al escaparate. Caitlin la siguió, haciendo exactamente lo mismo que ella.
-¡Son preciosos! ¡Me los compraré para cuando mi hermano y tú os caséis! El otro día vi un vestido que le viene…
_____ quien seguía con la nariz pegada al escaparate, consiguió analizar las palabras de su amiga.
-¿Qué has dicho? –preguntó.
-Que el otro día vi un vestido… ¡era monísimo, _____! Ya verás cuando me lo compre –exclamó su amiga, emocionada- era así como…
-Para el carro, rubia. No me refiero a eso, eso lo oí. Me refiero a lo otro…
-¿Qué otro? –preguntó su amiga, mirándose las uñas, para así poder esquivar su mirada.
-Lo de la boda, Caitlin, no te me hagas la tonta, ¿vale? Las dos sabemos que no se te ha olvidado ni media palabra de lo que has dicho.
-¡Vale, si, lo dije!
-Pues explícame por qué lo dijiste –le pidió su amiga- no sé a qué viene semejante comentario.
-¡Oh, _____! No te enfades, ¿vale? Quizás me he adelantado un poco a los hechos, pero es cuestión de tiempo que tú y mi hermano…
-¡No! –gritó _____, y la gente la miró. Se controló para no gritar de nuevo- no, no y no. –repitió comenzando a andar.
-¿Pero dónde vas? ¡No me he comprado los zapatos! –se quejó la rubia, alcanzándola.
-Eres el colmo, Caitlin –explotó la castaña.
-No lo soy, ¿vale? –Contestó su amiga caminando a su lado- solo lo dije para darle un poco de humor a la situación, un humor que por lo visto, tú no tienes.
_____ la miró fusilándola con la mirada, ¡claro que no tenía humor! Ella había hecho un comentario demasiado absurdo, ¡por dios, era su amiga, no debería de decir semejantes idioteces! Debería de apoyarla.
-¿Y qué si no estoy de humor? –preguntó casi echando humo.
-¡Mira castaña, a gruñir a otra parte! Yo no tengo ganas de aguantar tus tonterías ¿vale? Sabes que soy tu amiga, y que te adoro, pero, sinceramente, no me da la gana que pagues conmigo tus mosqueos.
-¿Ya has terminado el discurso? –preguntó _____, mirándose los pies. Caitlin refunfuñó.
-¡No! No he terminado. Mira, _____, no pretendía enfadarte ¿vale? Sólo di mi opinión, o más bien, hice un comentario de algo que quería que se cumpliese, porque a pesar de que tú no quieras querer a mi hermano, él es un buen hombre, ¡fíjate si lo es, que es capaz de soportarte! Con tus continuos cambios de humor, por dios ¡ni que estuvieses embarazada! –Exclamó- te pones insufrible, y no lo entiendo, y sinceramente, no tengo ganas de aguantar nada de eso. Te ofendí, lo siento… Pero reconoce, que te estás pasando.
Caitlin alzó la vista hacía _____, a la que no había mirado por su enorme discurso, el que había echado, mirando de un lado hacía otro, paseando brevemente alrededor de su amiga, la que estaba ahora mismo pálida, blanca como la pared.
-_____ ¿estás bien? –preguntó acercándose a ella, para agarrarla un poco. Parecía que se fuese a desplomar- oye _____, contéstame ¿vale?
-Vale… -la voz débil de su amiga la tranquilizó un poco- te contesto.
Se sentía terriblemente mal, de pronto se había mareado y los pies no le habían respondido, ni los pies, ni la voz, ni ninguna extremidad del cuerpo. Sentía como si hubiese estado flotando, pero poco a poco había bajado. Y todo por las palabras de su amiga, que la habían golpeado con fuerza.
La verdad siempre duele…
-_____, me estás asustando, ¿seguro que estás bien?
-Que si… cada vez mejor…
Ambas llegaron a una especie de escalón y se sentaron, después de estar un rato sentadas, y casi en silencio por algunas preguntas tontas, _____ se encontró mucho mejor, había recuperado el color de la cara, y ya sonreía.
-Nos podemos ir cuando quieras –dijo la castaña.
-¿De verdad estas bien?
-Que si… -ambas se pusieron en pie- Caitlin…
-¿Si?
-Perdóname…
-¿Qué? No, perdóname tú a mi… no debería de haberte lanzado semejante discurso.
-Me lo merecía. –contestó ella.
-Bueno un poco si –concedió su amiga, encogiéndose de hombros y sonriendo- si lo dije, es porque me parece que hacéis buena pareja…
-No empieces, por favor…
-Pero ¿Por qué? –Se disgustó Caitlin- de verdad no lo entiendo. Lleváis más de dos meses durmiendo en la misma cama… bueno, quien dice durmiendo lo dice por decir, porque vaya tela…
-¡Caitlin!
-Es la verdad, y no es todo. Lleváis dos meses durmiendo juntos, viviendo juntos, es como si fuerais una pareja que convive.
-Pero no lo somos –dijo con sencillez _____- y tú lo sabes –añadió.
-Y también sé que si no lo sois, no es porque él no quiera serlo. Te juro _____, que todo los años que llevo siendo hermana de Justin jamás lo había visto tan entregado… no sé, como decírtelo. Está, como enamorado de ti… ¡está enamorado de ti! –exclamó.
-¡No digas tonterías! –se quejó su amiga.
-Y tú estás enamorada de él… -añadió Caitlin.
-¡No digas tonterías! –repitió _____.
-No lo son –contestó con sencillez Caitlin- es la verdad, y quizás cuando te des cuenta, sea demasiado tarde…

******

_____ tiró sus bolsas sobre el sofá que había a un lado de su cama, y después se tiró en dicha cama, suspiró e inconscientemente se puso a pensar en aquel hombre que como había dicho Caitlin… casi qué convivía con ella. No, casi no; convivía con ella.
El tiempo había pasado rápido, quizás demasiado, dos meses que había pasado volando, dos meses que habían vivido el uno con el otro.
Dormían, comían, todo juntos. Si estaban separados era, porque tanto él como ella trabajaban, Justin que supuestamente, se iba a quedar hasta que encontrase un nuevo piso para vivir él solo, se había mudado prácticamente, a su casa.
Y ella, para su contradicción se sentía cómoda. Se sentía bien con él. Cómoda. Feliz.
Feliz como no se había sentido con ningún hombre en mucho tiempo; y eso la atemorizaba.
No quería acabar como su padre, casándose para divorciarse, o acabar pegándose voces con su marido. Ni como su hermano, que se había casado varias veces, y cada matrimonio era más corto. Ella sabía que el matrimonio y la pareja no era para sí misma. Lo sabía demasiado bien, estaba en sus genes.
Y le daba temor acabar así, a pesar de que sabía que su futuro sería el que ella escribiese.
La puerta se abrió y dio paso a un Justin encantadoramente sonriente.
-Hola, cariño –dijo, y se acercó a ella para darle un beso en los labios.
-Hola -contestó ella secamente mientras miraba al techo.
Justin la miró confundido ¿qué le pasaba ahora? ¿Por qué estaba así? Comenzó a quitarse la chaqueta despacio, mientras observaba a la que era su... ¿compañera de cama? Bueno, lo que fuera, aunque ella no les tenía descripción, él la consideraba mucho más que eso, pero en ese momento no importaba, lo único que importaba era ella, que miraba al techo mientras se acariciaba el estómago cuidadosamente.
Una vez estuvo medio desnudo se tiró a su lado en la cama, y posó su mano sobre la de ella en su vientre, para detener las rítmicas caricias.
-¿Estás bien? -le preguntó cuidadosamente, no quería estropear nada, no quería decir nada importuno.
_____ soltó un suspiro bastante sonoro, y lo miró a él. Sus ojos marrones la miraban con curiosidad y preocupación y una parte de ella se enterneció. Dios mío, no podía enamorarse de él... no podía.
-Dímelo tú -contestó ella- ¿hay algo malo?
-No que yo sepa -dijo él rápidamente, aunque después se quedó pensativo.
_____ rodó sobre la cama y se puso boca abajo, Justin giró también y se puso del mismo modo, para poder analizar su precioso perfil.
-Vale, _____; suéltalo.
-¿El qué?
-Si algo he aprendido en este tiempo que llevamos... no juntos -dijo ironizando las últimas dos palabras para ella- es que cuando quieres decir algo, que te cuesta, das vueltas, y rodeos, así que; suéltalo.
-¿Que te hace pensar que quiero decir algo?
-_____...
-Vale Justin, si hay algo.
-Bien. Dilo.
-Justin -comenzó, y se puso de pie, dejándolo solo en la cama. Enseguida él se sentó, para por lo menos aparentar un poco de dignidad, porque tenía la sensación de que aquello, lo que se decía muy bien no iba a sonar- Creo que debemos dejar de acostarnos.

Una Ducha Divertida HOT(Justin & Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora