Familia

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Una semana había pasado desde que RIRI llegó a sus vidas y no había lugar en la cabaña que no estuviera marcado como su territorio, incluyendo a JI YONG. Él era suyo, no podía despegarse de él por ningún motivo, razón por la cuál la puerta del baño estaba repleta de arañazos. Sus pequeñas garras dejaban marcas en puertas, muebles y pisos, pero sobre todo en la ropa de JI YONG. Su pelaje también dejaba huella en los sillones e incluso en la cama que ambos compartían, lo que tenía a YOUNGBAE al borde del colapso, pero lo soportaba todo con tal de que su hermano mantuviera el buen humor que mostraba últimamente.

Desde el día en que RIRI apareció en su camino, JI YONG había tenido un enorme avance. Ya no lloraba todas las noches y eran menos frecuentes las pesadillas, pero el mayor cambio era que había vuelto a sonreír. La vida de ambos estaba volviendo a tomar color, irónicamente, debido a alguien en blanco y negro.

-¡RIRI!, ¡NO! - JI YONG regañaba al panda cada tres minutos pues era sencillamente incontrolable - ¡BAE va a matarme si le haces algo a esa camisa! - el cachorro había tomado con su hocico una de las camisas favoritas de su hermano y JI tenía miedo de que este regresara y lo viera haciéndolo - Dámela por favor o ésta vez si te enviará al refugio - lo amenazó, pero como era obvio el panda no hizo el menor caso y siguió jugando con la prenda sacudiéndola de un lado a otro, llenándola de saliva y pelo.

-¡JI, he vuelto! - BAE llegó en el momento preciso en el que JI YONG logró arrancarle a RIRI la camisa, pero no le dió tiempo de esconderla para que no se enterara - Dime que esa no es mi camisa favorita JI YONG - JI soltó un suspiro resignado y se agachó para tomar a RIRI en sus brazos y poder protegerlo.

-Lo siento, por favor no te enojes, te la pagaré - JI abrazó más al pequeño panda y le puso su mejor cara de inocencia a BAE.

-¡JI YONG! - BAE gritó frustrado y JI se encogió de hombros apretando mas a RIRI contra su pecho.

-Perdónalo, es solo un bebé, no sabe lo que hace... - JI trataba en vano de lograr calmar a su hermano.

-¡MIRA JI, ESTA ES LA RAZÓN POR LA QUE UN PANDA NO DEBE VIVIR CON LOS HUMANOS! - sacudió la prenda frente a sus ojos dando a entender sus razones -¡¿HAZ VISTO LA CASA ÚLTIMAMENTE?!, HA DESTROZADO CASI TODO POR AQUÍ... - hizo una pausa y se llevo dos dedos al puente de la nariz intentando relajarse - esta bien, sé que lo quieres y tienes una conexión con él y todo eso, pero por favor, que no se meta con mis cosas, en especial con mis camisas, ¿Okey? - BAE le dio un ultimátum - o te juro que yo mismo llamo a los del refugio para que vengan por él.

YOUNGBAE salió de la habitación con la prenda fuertemente apretada en sus manos y resoplando con frustración, dejando a los otros dos en un silencio incómodo luego del portazo.

-Lo vez RIRI - le habló al animal tomándolo para mirarlo de frente - ahora BAE está enojado con nosotros - lo miró con el ceño fruncido, mismo que se relajó en cuanto empezó a sentir la húmeda lengua del panda pasar por su rostro, rió suavemente - ji, ji, ji... No podría enojarme contigo aunque quisiera - era infinita la ternura que provocaba en su pecho esa bola de pelos.

YOUNGBAE por su lado tenía días sintiéndose estresado, tanto por los cambios que había provocado en la vida de ambos el cachorro, como por el extraño comportamiento que ahora tenía HYORIN. Su esposa últimamente se comportaba rara, y aunque él intentaba buscar una explicación lógica a todo, algo en su interior le decía que le estaba ocultando algo.

Esa misma mañana le había colgado repentinamente luego de solo un par de minutos hablando, y unos días atrás, no se había comunicado con él hasta muy tarde en la noche. YOUNGBAE no sabía que pensar, sabía que probablemente era una tontería y que no debía pensar mal de ella, pero eso no quitaba la molesta sensación en su pecho por no poder estar con ella y hablar de frente. La distancia se estaba convirtiendo en una tortura.

Baby pandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora