Miraba fijamente a la ventana, el viento sacudía las hojas con rudeza, el frío se sentía hasta los huesos, el invierno olía a chocolate y a café. Pero, aun así, me sentía como en un sueño llenó de sorpresas. Veía fijamente hacia abajo, y allí ella estaba, con su mirada fija hacia mí. Sus ojos redondos se hacían presentes, parecía que me incriminaba algo pero no hacía absolutamente nada para poder recompensarle, me molestaba. Escucho que alguien toca la puerta.
— Pase. – Giré mi cuerpo y lo vi. - ¿También te vas a encuerar para que te de algo?
— Que gracioso Daniel. – Decía Alex. – Sí mal lo recuerdo era por el bien de Emma.
— Alejandro, hay que dejar de mentirnos unos a los otros. Emma es gay, eso nadie lo va a cambiar. Tal vez, deberíamos ser mas sinceros con nosotros más seguido.
— Esas cartas te están afectando, deberías dármelas para... no sé quemarlas.
— Quémate el culo mejor.
— Es enserio Daniel. Esas cartas no te hacen nada de bien, y mucho menos a nosotros. – Caminó hacia el escritorio donde se encontraba la caja de las cartas, tomó la caja y yo reaccioné, corrí hacia él y le arrebaté la caja. Las cartas cayeron como una lluvia, bañaron el suelo. Sentí un ardor en mi estomago y lo tomé por el cuello.
— ¡Vuelves a tocar la caja y te corto las manos! – lo avente. - ¡¿No ves que si ella no vuelve será lo único que tendré?! – no pude más. Me senté en mi cama y empecé a llorar. - ¡Seguro esta muerta! – Alex sólo me veía confundido y de una u otra manera comprendía la situación, se sentó a mi lado y miró al suelo, miré a mi lado derecho y la vi. Parecía que me comprendía, estaba dolida.
"
Tú tan fuego y yo tan decidido a quemarme.
David Sant (1967- ¿) Actor inglés, español, actor de voz, director y escritor.
15/05/18
Recuerdo tu hermosa mirada tocando mi alma, tus palabras lindas rozando mi oído y mi sonrisa que podía caber en todo el universo pero aun así, era tuya.
Esta carta esta dirigida a nuestro querido ser, Alex.
¿Te preguntarás porque lo odio tanto? Pues te diré. (En dado caso que Alex esté leyendo esto, presta atención, porque te escribiré especialmente a ti)
Tengo que decirte que a pesar de mi corazón e ilusiones rotas, quiero decirte que me hiciste sentir como nadie, me elevaste por los cielos más azules de este profundo y nauseabundo planeta que vivimos, con tu amor, navegue por los 7 mares tal Barba Negra, sentí el viento sacudirme como sí un pájaro se tratase, me moví por calles más hermosas por leer lo que me escribías. No me importó que casi no hablásemos en persona. Siento que las palabras escritas hablan más de que las palabras habladas. Pero no importa ¿verdad?
Puedo recordar todo lo que vivimos, sentir tu dulce piel, poder acariciar tus hermosos y delgados labios, poder sentir tu alma, imaginarme cosas que ni siquiera el mismísimo Cupido se imaginaría, escuchar tu rasposa y curiosa voz una y otra vez hasta el fin de los tiempos.
Pero... siempre hay un pero...
Decidiste apagar las llamas que en mi alma había, capaces de quemar hasta el mismo fuego que habita en el quinto infierno, me dejaste caer desde el cielo hasta el suelo más duro, me ahogaste en el Mar Muerto. Decidiste no sentir mi piel que ardía con la llama de tu voz pronunciando mi nombre, una y otra vez, decidiste no tocar mi cuerpo que se transformaba en humo, decidiste no probar mis dulces labios hechos por la diosa Némesis, sentir mi cariño y mi amor incondicional. ¿Cuál era el premio?, ¿Cuál era el jodido premio para verme la cara de estúpida durante tanto tiempo?
No puedo juzgarte.
No soy capaz de hacerlo, al fin al cabo eres un desgraciado más que pagará en las llamas de Lucifer y tal vez te veré danzando por allí mientras me río del gran error que fuiste tan vil de cometer.
Te diré lo que pienso, mi querido.
No soy quien para decir a quien debes amar y a quien no. Soy otra más, y otra menos de la lista de las tontas que navegan por el espacio triste y que desgraciadamente tendrán que hallar una manera de salir. Solas. Pero salir, al saber ello ya es gane.
Mi punto es, mi amor. Es que... nunca pensaste en mis sentimientos... ¿tú crees que no fui capaz de desearte como mujer? ¿crees que no fui capaz de envolver tu cuerpo tal dulce en pleno verano? ¿sentir tu piel canela que quema como el infierno más ardiente?, ¿quererte?, ¿amarte? Me duele que no hayas comprobado tal posibilidad, te hayas quedado a la mitad, tengas la autorización de mirarme como lo haces. Reclamándome con la mirada lo que mereces, como hijo abandonado por un padre irresponsable que lo dejó por ir a comprar cigarrillos, con los ojos fijos diciéndome las cosas más dulces que un ser humano puede ver, puede apreciar.
Y al fin al cabo... fui el arte. El arte rechazado por los adinerados que sólo esperan que los cuadros se han expuestos en galerías, y no en viles calles sucias por la mugre. El arte odiado por las imágenes fuertes que muestran cuerpos desnudos por la lujuria y la verdad, ya que nadie quiere la verdad, quiere la jugosa mentira que toca la puerta de los desamparados. Soy el arte que muestra lo crudo que puede llegar a ser el mundo, que enseña lo prohibido por un espejo inanimado. Pero... no tienes suficiente sensibilidad para verme, para apreciarme. Ver las curvas que se miran en la obscuridad, las formas, la textura, el sabor. Sentir la piel amarga, saborear la saliva engañosa y disfrutar placeres infernales.
Pero así es el amor, engañoso, malicioso. El asesino más vil que ataca a los valientes y a los cobardes, que engaña a los estafadores y a los estafados, a los demonios y a los ángeles, a los felices e infelices, a los malditos y bendecidos. Que hace hablar a los mudos, hace ver a los ciegos, escuchar a los sordos, entender a los ignorantes, desconocer a los sabios. El amor, innecesario y egoísta, que hace cometer las locuras más razonables y sensatas, egoísta porque se presenta donde menos te lo esperas, no tiene remordimientos, no importa si no lo buscabas, él llega cuando tiene ganas, cuando quiere, cuando se le antoja. El amor, tan injusto y despiadado, capaz de correr al ángel más bello del cielo, capaz de asesinar a los viles que no fueron diseñados para apreciarlo, capaz de robar el corazón más dulce y el más amargo, capaz de desamparar el cobijo de un niño que busca refugio en la mitad de la niebla más tenebrosa y fría, capaz de dejarme con mi pobre y justo corazón en las manos, esperando al perfecto ladrón para robárselo o asesino para matarlo. Porque así fue, poner mi corazón en huelga, en busca de un fin, de un castigo. Así son los enamorados o imbéciles, como gustes llamarlos. Dibujar a las personas que no merecen ni el bosquejo, escribir a los que no tienen derecho a un punto, hablar a los que no pueden responder, escuchar a los que no quieren oír. Porque así es el amor. Pedir y rogar al asesino para que no acabe con lo más valioso que podrás ofrecer.
Tal vez no sea la víctima más santa, pero sí la más justa. Y tal vez no seas el criminal más vil, pero sí el más injusto. Eres el error más bello que mis manos han cometido y soy la virtud más bella del paraíso.
Yo soy como el arcoíris, apasionada como el rojo, risueña como el naranja, feliz y alegre como el amarillo, viva como el verde, pero triste como el azul y misteriosa como el morado. Así mismo, provengo del la tormenta más triste.
Lamento por no haber sido suficiente
"
— Lamento por no haber sido suficiente. – Terminé de leer. – Ella pensaba que...
— No era lo suficiente para mí... lo capto Daniel. – Se levantó de la cama. – No fue eso.
— ¿Entonces qué?
— Te vale.
— Alex... sabes que las probabilidades que esté viva son muy pocas, ¿verdad?
— Sí... - respiró profundo. – Ella iba muy lento, no te miento, sí me gustaba pero... no lo sé. Siento que mi calentura pudo más.
— Eres un pendejo... vete de mi casa.
— Daniel.
— ¡Vete! – grité. El me miró.
— Yo también la extraño, Daniel.
Se fue.
Leí la cubierta de la carta y decía. "El amante fallido".
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Desaparecida
Mystery / ThrillerSólo se fue, sin decir nada. Se largó de mi vida, no se despidió de mí. La sospecha abunda en mi ser, como el viento en la bandera que recorre el mar en un navío confuso e infinito. Luego me di cuenta, que después de tantos años he perdido la razón...