Carta 7: "El perdón ¿una opción o una salvación?"

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Siento que el cielo danza como ante mis ojos verdes, dignos de verse florecer, que las estrellas me miran y se burlan mientras lanzan piropos a mi belleza sobrenatural. Mi encanto. Mi hermoso encanto. Pero... la belleza ¿me salvará de un castigo justo o de una muerte infinita por la culpa que en mi ser carga? No lo sé.

Recuerdo ese día, que se repite en mi memoria como un disco rayado, que no deja de sonar y de reproducirse. Miré entre mi mente y me volví a encontrar en ese escenario maldito y que enfada.

— ¿Pasa algo, Daniel? – decía aquel hombre con una barba enorme.

— ¿Debería pasarme algo? – pregunte confundido. Miré otra vez a la habitación, era muy bonita y moderna, digna de un loquero, pero al final en una esquina estaba un piano color negro.

— ¿Quieres tocarlo? – preguntó aquel sujeto. – No hay ningún problema.

— No tocó enfrente de las personas al menos que me paguen.

— Vaya. – Dijo un tanto impresionado el doctor.

— Mi padre solía decir que... el trabajo que haces tiene un precio, tú decides si vas a ser alto o bajo, dependiendo lo vanidoso que eres.

— ¿Tu padre? – preguntó. – Dime algo sobre él, algo que recuerdes.

— Que nos abandonó por una muchacha de 18 años en su momento, ahora debe de tener unos 28 o hasta un poquito más.

— ¿Algo más? – tomé un tiempo para responder.

— Papá... no es por ser, vaya, narcisista pero, era muy atractivo.

— ¿Era?

— No lo he visto desde hace 9 años. – El doctor decidió callarse. – Recuerdo que todos se morían por él, abarco todos porque, lo amaban hombres y mujeres. Era alto, fornido, ojos grises con un cabello negro espectacular. Mamá dice que desde que lo vio, se enamoró. Papá, le gustaba presumir lo guapo que era, siempre hablaba de sus hazañas y como conquistaba a la gente cuando cantaba.

— ¿Lo extrañas? – reí un poco.

— No lo sé... la última vez que lo vi fue en mi cumpleaños número 9, cuando me dejó. – Una lagrima se soltó.

— ¿Pasó algo más, verdad?

— Creo que no le puedo mentir...

"

Conceder el perdón es el más alto grado de vanidad o de miedo.

José Luis Coll (1931-2007) Humorista español.

17/09/18

Perdonar. Parece una acción ajena a mí, traté de ser mejor persona que alguien pudiese imaginar, pero como siempre, algo tiene que fallar. No soy la persona que deseaba ser. Dice mi tía, (después del altercado del novio de mi mamá) que debería perdonar a mi madre por no defenderme, por no estar allí cuando más la necesité, pero ella no se lo merece, ese acontecimiento nos separó e hizo que se alejase de mí.

Cometí muchos errores ese día, uno de ellos es confiar en las personas que no debí, en seguir a las personas que no pueden caminar, en escuchar en las que no pueden oír y perdonar a las personas más viles. Ese fue el peor de todos.

No sé si recuerdas una de las primeras cartas, "La cacería de brujas". Pues aquí te explicaré las razones por las cuales hice lo que hice.

Emma, ella es la cereza del pastel. Sé que ella era la jefa de aquí. Era tan buena e influyente que el plan más destructivo, lo hacía ver el más atractivo, como Adolf Hitler, sí, aquel hombre con toda la furia hizo que millones de personas les hicieran cosas horribles a otras, dejando a miles sin hogar, sin comida, sin vida. Con la excusa de que eran una raza. Así era Emma. Tal maléfica que...

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