Cat Cat Cat

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Listo, aquí tienes la sección de esta semana y todos los paquetes a clasificar, novato- la idea de trabajar en la correspondencia, no es el sueño de mi vida, pero mientras me permita pagar mis clases de cocina internacional, haré lo que sea. -Por cierto, esta zona es muy...digamos conflictiva, entonces asegúrate que sea el número real de la casa, y que todos firmen de recibido- dijo esto brindándome la carpeta digital.

-Muchas gracias- salí de la oficina -Ah, y algo más. No hables con nadie- refunfuñó mientras comía su dona extra glaseada de frambuesa.

Caminé con toda la clasificación hacia la sección Entregas para buscar el camión adaptado para la zona. Y tal como lo esperaba, estaba con neumáticos antibalas, todo terreno. Muchos me miraron con lástima al ver que pedía las llaves para conducirlo. Las calles eran bastante diferentes al centro; edificios grises en mal estado, supermercados abandonados, niños jugando en parques deteriorados, llenos de pandillas en las calles bebiendo cerveza. Esto último fue lo que más me asustó. En cuanto me vieron doblar la esquina, corrieron hacia el camión como si fuese el vendedor de helados. Comencé a gritar y el vehículo respondió acelerando automáticamente y entrando en el laberinto de calles. Cuando se detuvo, mi uniforme había cambiado. La voz comando se activó -Hola paquetero y bienvenido a la zona ocho. El nuevo uniforme es antibalas y en tu muñeca tienes una malla indetectable, que te hará visible si la tocas dos veces. En cuanto llegues al hogar de la entrega, tócala para que puedan recibir su paquete y firmar. Una vez que entren al domicilio vuelve a activarla ¡Nos interesa tu seguridad! Si tienes más dudas del funcionamiento, puedes leer el manual- ¡El manual! La primera regla era leerlo para identificar las funciones. Lo bueno es que al parecer el anterior conductor lo había dejado en automático. Por eso se habia activado la invisibilidad al entrar. Me bajé con la carpeta en mano, mirando hacia atrás. Ahí estaba el camión, pero solo se veían las aristas en colores metálico. Totalmente indetectable. Caminé como un niño que hace travesuras, fascinado de como los demás me ignoraban por completo. Fue divertido, hasta que sentí que una mirada en mi espalda. Voltee hacia una de las azoteas para apreciar a un gato negro.

Nos quedamos con la mirada fija unos segundos, pero pensé que era mera coincidencia. Comencé a buscar las direcciones de la zona. La mayoría de los hogares estaban con numeración incorrecta -Que asco el anterior paquetero no hizo nada bien- estaba un poco frustrado por hacer el trabajo de los demás, cuando escuché una voz.

-Hey, ¿Qué dirección buscas?- mire hacia los lados y todos seguían en sus asuntos.

-Yo conozco toda la zona, te ayudo, pero te costará- la voz se escuchó mas cerca. El gato había desaparecido.

-¿Có có cómo pu pu puedes verme?- el corazón se queria salir de mi pecho-

-El iris de animal es muy diferente al humano, mira hacía abajo- ahí estábamos frente a frente, escuchando su fuerte ronroneo.

Caminé más aprisa, pero su agilidad hacía que lo topara de frente -Amigo, no podrás solo. Pero por cuatro latas de atún rojo, me tendrás de tu lado, para ascender y jamás volver acá- Estaba mareado, sentia la sangre en las rodillas, me hacía moverme con dificultad.

-¿Qué son cuatro latas de atún rojo comparado con terminar en tiempo record entregas que todos han abandonado? Te conviene-

Ignoré sus palabras mientras me seguía al primer apartamento. Decía que era Josefina Perez, pero aparecía el número al revés.

-Josefina no vive ahí, se cambió a un lado. Y créeme que el nuevo dueño no es amistoso- me quité la invisibilidad.

-¡Paqueteria Minkson!- grité y toqué el timbre. Unos pasos pesados se acercaron a la puerta abriéndola de golpe.

-Ya les dije que yo no recibo paquetes! Josefina vive a un lado. ¡Actualiza tu base de mierda!- dijo el amable individuo corpulento, para después tirarme la puerta en la cara.

-Te lo dije amigo. Y ese es el más normal. Los demás pueden tener un arma y menos paciencia. ¿Qué dices? ¿Hacemos el trato?- lo comentó mientras levantaba la pata.

-Bien- brincó para posarse en mis hombros, mientras ronroneaba.

-Entonces, ¿La clienta vive a un lado?- lanzó una mirada de desaprovación.

-Amigo ¿No eres de barrio, verdad? Así no se manejan las cosas. Primero las latas y luego ya que las guarde, los paquetes- clavó suavemente sus garritas.

-De acuerdo. ¿Dónde compro las dichosas latas?- suspiré fastidiado. Me estaba chantajeando un gato, que ridículez.

-Están en la tienda de pesca. Yo te llevo, pero está algo retirado, así que tendrás que usar el camión- ya en camino, hice la pregunta que tanto me tenía con dudas.

-No entiendo como es que puedo oírte, ¿Cómo lo haces?- se veía tan acomodado en el asiento de pasajero, como un cojín pequeño y negro.

-La malla que usas para protegerte, tiene una frecuencia con un dispositivo que mi antiguo amo me adaptó en mi chip para escalar. Él era bombero y me usaba para ayudarlo, pero fue hace muchos años. Es agradable tener con quien platicar que no hable solamente de gatitas, hijos y peleas por saber cual es su territorio. Pero bueno, vas a seguir todo derecho, después del anuncio son cinco cuadras a la izquierda y después tres a la derecha, vas a entrar sin mi, porque el dueño me aborrece después de preñar a su preciosa gata de angora jajaja- lo comentó todo de golpe para poder dormir en el camino.
Después de un paseo en los pasillos de comida gourmet miraba las latas: Además de tener un atún muy poco frecuente por ser una importación de Japón, contienen una tecnología de sello para que pueda abrirse dependiendo de a quien va regalado. Le pedí al dueño de la tienda, que la sellara en gato -Eran las favoritas de Pixie, pero se escapó. Su gato es muy afortunado- sonreí, evitando verme asustado por el recibo de trescientos pesos. Nos encaminamos a su guarida, que era justamente donde comenzamos a platicar. Ahí, abrió debajo de un mozaico, un locker subterráneo que se activaba con sus patas traseras, y me pidió depositarlas. Fue cuando comenzamos a trabajar. La verdad fue interesante que tuviera tantos detalles hacia las personas -El señor Jorge, le gusta que le hables de usted. No vayas a hablarle de tú, porque te lanzará la boleta muy lejos. A la señora del 345648 no le gusta responder la encuesta, así que una vez que firme, la respondes por ella- éramos como una máquina de dos cerebros. En menos de cuatro horas, pude entregar a todo el sector.

-Muy bien, solo nos falta la 400020 y terminamos. Esa está a la izquierda-

-No amigo, está a la derecha- bajé al gato y le señalé.

-El número está ahí, con placas en oro. ¿Por qué me mentiría algo cuyo sello está en calidad? Voy a entregarla a la izquierda-

-Amigo, es a la derecha, tenme confianza- apretó con sus garras uno de mis tobillos.

-Seguiré a mi intuición- escuché un pequeño corte de cartucho en mi nuca.

-Será mejor que no sigas la intuición y entregues el paquete para acá- miró al gato y le hizo una señal con la cabeza -Ya te puedes ir hommie Nicky, gracias por traerlo.

-¡¿Me vendiste?!- el pequeño se erizó y mostró los colmillos.

-Nada personal amigo, mi Pixie espera hijitos y necesita seguir comiendo de calidad. Ibas muy bien hasta que decidiste no cooperar, lástima- jalaron la carpeta para falsificar la firma de entregado.

-No les permitirá tomarlo, tiene un cifrado- ambos rieron al unísono.

-¿Y apoco crees que Nicky solo dormía cuando comprabas las latas? Su dueño es mi jefe. Monitoreó la actividad del camión, para sincronizarlo y que escucharas. Los paquetes ya los tomamos desde hace unos minutos, solo faltaba que terminaras tu ronda. Ahora sabes lo suficiente para morir- presionó el gatillo -Debiste hacerle caso a tu jefe y no hablar con nadie- y disparó.

Ciudades Oníricas: PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora