El Cascarón II

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La primera vez que sentí el desplazamiento, fue en mis dientes. Tres noches después de la charla con mi padre, en un momento de insomnio, sentí un vacío en el segundo molar derecho; era la misma sensación del dentista usando equipo de succión. Corrí al baño, para mirarme en el espejo. Ahí, justo en donde estaban mis dientes, había una cavidad perfectamente cuadrada. Entré al cuarto de mis padres, para tomar el espejo aumentado de mi madre. En esa grieta, había miles de figuras fractalizadas en cristales cuadráticos, y solo eso. Sin pulpa, sin calcio. Tomé una foto, y me puse a buscar en internet las formas, sin ningún resultado. Me recosté en la cama, con toda la cabeza hecha girones. Cuando los primeros rayos del sol entraron al cuarto, pude descansar.

A media mañana, me despertó una pesadilla, en donde caía en un agujero negro de fractales que parecían jamás tener fin. Sostuve el espejo para volver a mirar y tenía un agujero exactamente igual en el primer molar.
No quería asustar a mi madre, puesto que ella no sabía todo lo acontecido en estos días, entonces solo le comenté que sentía las anginas inflamadas y no deseaba contagiar a mis compañeros. Por más que me resistí, me hizo abrir la boca para revisarme.
-No seas mentiroso. Todo está bien, como siempre, incluso tus muelas están resplandecientes, me alegra ver que estás usando la nueva pasta dental. Ahora cámbiate, que llegarás tarde- dijo sonriendo con mi uniforme recién planchado en sus brazos. No era verdad ¿Y si el insomnio había hecho que desvariara? al terminar la rutina del desayuno a su lado, volví a entrar al baño para lavarme los dientes y examinarme una vez más. Cuando la espuma comenzó a dispersarse con el agua, escupí con fuerza al lavabo. Ahí estaban los dos agujeros. De alguna manera las muelas estaban siendo codificadas y solamente era yo quien podía verlo. El cambio estaba comenzando.

Ciudades Oníricas: PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora