El cascarón

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Voy a cumplir quince años y estoy aterrado. Mis padres me comentaban que la adolescencia, era una etapa llena de cambios, pero no fue hasta menos de un año que pude entender la razón. Siempre fui un alumno del montón, me gustaba jugar videojuegos, estar con mis amigos, desvelarme en internet. Mis padres me exigian estudiar en el colegio, pero cuando un asesor les comentó que mi comprensión no era para fisico-matemáticas, optaron por llevarme a materias optativas; instrumentos musicales, deportes, danza. Probé cada una de ellas, pero era el mismo resultado: Nada me gustaba lo suficiente para continuarlo. Cada vez notaba más su frustración, hasta que un día llegando tarde a casa después de un maratón de películas y pizza con amigos, me le confronté a mi padre.
-Soy un error para ti, eso me queda perfectamente claro. Pero esta es mi vida, y me gusta tal y como está- esperaba recibir una bofetada, pero su semblante cambió a tristeza. Sirvió un poco de café, para sentarnos en la mesa.
-Ojalá puedas conservarla Carlos- tomó un sorbo para aclararse la garganta.
-¿Conservar qué?- mi mente no procesaba lo que estaba sucediendo, dado a que jamás había platicado con él más de tres frases.
-Tu vida. Todos estos años hemos estado tras de ti, porque a partir de la adolescencia, el cuerpo puede moldearse- mis manos comenzaron a temblar. Sonaba como un juego. -Si lo que has hecho en todo este tiempo no tiene lo necesario para mostrar un camino, alguien que haya muerto accidentalmente podrá volver, apropiarse de tu cuerpo y continuar con su misión- esa noche, entendí que mis padres me amaban tanto, que no deseaban reemplazarme.

Ciudades Oníricas: PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora