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—¡Muereeeee!

—¡Michael!

El chico de cabello plateado estaba de nuevo encima de mi, sosteniendo una espada de juguete y con un parche cubriendo su ojo. Desde que comenzó a mejorar me pedía jugar con él. Cuando Evan no está debo ir a limpiar cada una de las cabañas, dejo la de Michael al final para así poder jugar con él.

—¡Eres mala para este juego!— Gritó mientras se quitaba de encima, se deshizo del parche en su ojo y cruzó los brazos para hacer su berrinche como un niño pequeño. —No haces ni un pequeño esfuerzo por luchar conmigo.

—Eres más alto y pesado que yo, podrías darme algunas ventajas de vez en cuando.

—Excusas, tu no sabes jugar—. seguía con su pequeño puchero, aunque de un momento a otro su expresión cambió totalmente e hizo una voz como si estuviese  ofendido. —¿Acaso me llamaste gordo?

—No, solo dije que eras más pesado que yo

—¡Eso es decir que estoy gordo, te pondré en tu lugar, maldita criada!

En forma de juego fingió darme una cachetada, recordando aquellas novelas que mi abuela solía ver, eran totalmente exageradas que a veces era más divertido que dramático.
Le seguí el juego volteando mi rostro rápidamente después de "dar el golpe" no pude evitar soltar una que otra risa, Michael podía sacar un juego de cualquier situación.

Se abalanzó sobre mi, ahora ambos fingiendo que teníamos una pelea, revolvía mi cabello y yo revolvía el suyo, una que otra cosquilla o golpecitos con los dedos en las costillas. Al final, ambos terminamos cayendo al suelo por tantos empujones que nos habíamos dado. 
La posición en la habíamos quedado era un poco incómoda...
Él había quedado encima mío, con su rostro entre mi cuello y mi hombro.
Podía sentir como su respiración era lenta y despreocupada.
Michael era como un niño pequeño, a veces era un poco imprudente cuando hablaba con el resto de la manada, o pasaba detrás fastidiando a alguien hasta lograr lo que quería; tal y como lo hacia conmigo para que jugara con él.
Sinceramente, a mi no me molestaba, era una buena compañía para mi, y aunque terminamos cambiando el tema por bromas o alguna cosa de ese tipo, me gustaba contarle como era mi vida antes de llegar a este lugar, si tuviese mi celular, le mostraría cientos de fotos...

—¿Ah sido amable contigo?— después de unos pocos segundos, aun sin quitarse de encima, su personalidad cambio de nuevo, saliendo del papel de niño pequeño a uno más calmado y maduro que pocas veces había visto en él.

—Algunos días ni siquiera me mira, cuando llega a hablarme suena molesto...trato de no acercarme mucho cuando está así por que le da miedo que salga de control pero...
Otras veces, también es atento y me pregunta sobre lo que hice en el día, aunque ambos sabemos que no es la gran cosa

—Para mi es medio bipolar, nunca quiere jugar conmigo...bueno lo hacía cuando era más pequeño, pero aún seguía teniendo esa cara de bipolarcito—. Levantó su rostro, dejando de ocultarlo en mi cuello y sus ojos se encontraron con los míos. —Pase lo que pase, no permitiré que ni él ni nadie te haga daño; no quiero que algún día dejes de vivir con nosotros, me sentiría muy solo si eso pasara...

—No me sucederá nada, ninguno de ustedes es realmente malo— Una de mis manos de posó en su mejilla, dedicándole una pequeña sonrisa, esperando que fuese suficiente para calmarlo.

—¿Me pueden explicar que está pasando aquí?

No me había dado cuenta en qué momento Evan entró a la cabaña, por su expresión estaba más que claro que no estaba contento por la situación en que nos había encontrado.

Esclava Del Lobo [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora