Monserrat
Hoy es uno de esos días en los que añoro mi tierra, me pregunto qué estará haciendo mi madre en este momento. Si esta de turno en el hospital, seguro estará rodeada de enfermos; si esta libre la imagino recostada en ese sofá-cama que tanto le gusta, mirando criminal minds como siempre hacemos. No logro explicarme qué clase de extraña obsesión concebimos por esa serie, pero desde que la visualizamos por primera vez, mi madre y yo no perdemos oportunidad de verla.
Durante el día he hecho todo lo que mi padre me encomendó, desde reclamar pedidos hasta asear la tienda, por lo que decido dedicarme un rato a leer. Busco mi cargador en el bolso, para dejar cargando el móvil. Por extraño que parezca me desepciona un poco no saber nada acerca de Dominick; el domingo fue la última vez que escribió, han pasado cuatro días desde entonces y para ser sincera creí que me escribiría el día después, pero no lo hizo. Quizás se dio cuenta de que estoy loca; lo que sería muy lamentable, pero liberador a la vez.
Durante lo que parecen diez minutos me dedico a leer crónica de una muerte anunciada, después de ese tiempo escucho el fastidioso sonido de la campana indicando que hay un cliente ingresado a la tienda. Me levanto de la cómoda silla y ubico mi libro encima de un estante.
-¡Ey, Monse!
Eli ingresa a la tienda con una gran sonrisa en su cara. Noto que lleva en sus manos la dirección de una silla de ruedas que va ocupada en todo su esplendor por un anciano de unos ochenta y tantos años.
Eli suelta un momento en la silla y se acerca a saludarme con un breve abrazo.
-¿Quién es? -pregunto en un susurro, no quiero que el señor se sienta incómodo por mi pregunta.
-Tranquila. -me calma Eli haciendo un gesto con sus manos para restarle importancia a mi irrespetuosa curiosidad- El no oye bien, tienes que gritarle para que lo haga. -me aclara- en cuanto a tu pregunta, su nombre es Jesús. El trabajo de paseadora de perros no salió muy bien, por lo que ahora soy cuidadora.
Sonrió ante su explicación, ya la había intuido desde que ingreso en la tienda.
-Lo imagine.
-Ven te lo presento, le gusta la carne tierna.
Antes de que pueda llegar a preguntarle a qué se refiere, Eli me toma de la mano para llevarme hacia donde esta Jesús. Cuando llegamos a su lado me suelta y se pone junto a el, mientras que yo quedo frente a ellos sin saber muy bien qué decir. Me declinó por alargar mi mano en señal de saludo.
-Mucho gusto Jesús -saludo alzando la voz con una sonrisa en mi cara que es correspondida por otra carente de varios dientes.
-¡Los Ángeles ya están viniendo por mi!
-¿Ya piensas cambiarme por otra Yisus? -pregunta Eli con fingida indignación.
-Eso nunca cariño. Eres mi única. -y acto seguido Jesús saca su palma y cachetea a Eli en una nalga.
Salto de impresión, pero Eli por su parte blanquea sus ojos con exasperación. Parece estar acostumbrada a la situación, no puedo evitar reirme por lo absurdo del momento.
-Yisus, ¿qué hemos hablado acerca del respeto jefe-empleada?
Jesús se limita a bajar su cabeza en una muestra de vergüenza, que personalmente opino es fingida.
-Eso creí. -añade Eli- ahora si nos disculpas... regalanos unos minutos de privacidad.
Con sorpresa veo que Jesús saca un aparato auditivo de sus oidos y Eli sonríe con aprobación.
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Nuestro Propio Universo
Novela Juvenil¿Qué estarías dispuesto a hacer por tener tan siquiera un instante de felicidad? Nosotros responderemos a esa pregunta, tan sólo quédense a averiguar la respuesta. Nuestro mundo esta a punto de convertirse en una montaña rusa de emociones que van de...