Capitulo 6

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¿Qué cojones...?

Peter estaba en el laboratorio vacío y miraba a su alrededor con irritación. Parecía que sus dos hermanos más jóvenes habían decidido divertirse otra vez. A pesar de que Ryan y Ty eran veterinarios cualificados y científicos de investigación con una función muy importante dentro de su empresa familiar, de alguna manera se las arreglaban para actuar como un par de adolescentes a veces. Por supuesto, no solían hacerlo nada más empezar un contrato, pero hasta entonces no habían tenido una esposa para jugar.

Peter estaba a punto de ir a buscarlos y arrancarles una tira o dos de piel, cuando la jaula con el pequeño ratoncito le llamó la atención. El pequeño animal tenía algún tipo de líquido que salía de sus ojos que se parecía mucho a las lágrimas. En ese momento, se estaba frotando el líquido por toda su piel. Curioso. ¿Estaba enferma la criatura, o se trataba de algún hábito de cuidado personal? Vaya, si tuviera un veterinario para preguntarle...

¡Maldita sea! Peter salió de la habitación mientras su ira se disparaba. Ya había dicho que él y Ryan Ty podían cambiar su noche con Mikayla.

Que Dios los ayudara si los encontraba en la cama con su esposa. Por mucho que a todos les encantara la mujer, todavía tenían un negocio que atender.

Peter recorrió el pasillo a zancadas, las imágenes de lo que Ryan y Ty y Mikayla podían estar haciendo fueron alimentando su ira. Los recuerdos de la primera vez que había visto un orgasmo de Mikayla saltaron a través de su mente. Ella había estado boca abajo sobre un banco en el laboratorio, mientras Matt follaba su coño y su culo con los dedos y le explicaba todas las necesidades oscuras de cada hermano. Y no le había mentido. Peter amaba tomar a una mujer desde atrás, hacerla agacharse y sumergirse en su calor una y otra vez hasta que ambos estuvieran gritando por el orgasmo. Pero, hasta ahora, había logrado controlar sus necesidades más oscuras con Mikayla. Ella era su esposa, y él amaba y respetaba, y siempre sería el amante y el marido gentil que los otros no eran.

Gruñó mientras su pene se alargaba y latía en sus pantalones. Mucho. Mikayla estaba siendo follada por dos maridos irresponsables, y él estaba de pie en medio del pasillo con la madre de todas las erecciones.

Se encontró con Ryan y Ty mientras giraba la esquina. Su puño se conectó con la quijada de Ryan sin que hubiera llegado siquiera a pensar en ello. Sorprendido por su propio comportamiento Peter dio un paso atrás.

—Peter? ¿Qué diablos? —Ryan apretó los puños y lo miró lo bastante enojado como para romperlo en pedazos. Ty parecía dispuesto a ayudarle.

—Os dije que podíais dormir con ella esta noche, no follárosla toda la tarde. —Peter ni siquiera estaba seguro de dónde venían esas palabras. Sólo sabía que si no las sacaba fuera, iba a repartir más golpes.

Ryan bajó los puños y dio un paso atrás.

—Lo sentimos —dijo en tono derrotado—. Mira estamos ... um ... vamos a recoger algunas muestras más. Ya sabes... Podemos escalar la montaña hacia el oeste y ver si encontramos algún otro signo de vida que se le hubiera pasado al primer equipo.

Peter asintió con cuidado, tratando de frenar su ira. ¿Qué demonios le pasaba? Él no se ponía celoso. Demonios, había abandonado su compromiso con Jessie, porque ella no había estado dispuesta a dormir con sus hermanos. Compartir a Mikayla con ellos era como un sueño hecho realidad. Y tener Jessie fuera de sus vidas era un regalo del cielo. Se estremeció ante la sola idea de la vida con esa mujer.

—Informad dos veces al día —dijo, aunque sabía que sus hermanos más jóvenes conocían el protocolo mejor que él—. Manteneos a salvo —logró forzar más allá de sus labios entumecidos antes de volverse rígidamente hacia su propia oficina.

Los hombres de Mik 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora