Trato sellado.

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El joven de gabardina negra toco la puerta de la vieja casa, al final de la calle de uno de los barrios más peligrosos de la ciudad.

Se encontraba nervioso, le temblaban las manos las cuales pasaba repetidamente por su cabello. Nunca había hecho esto, nunca había tenido tal desesperación para hacer lo que iba a hacer. Sentía un mal presentimiento de todo esto, pero valia la pena el riesgo.

La puerta rechino en sus viejas bisagras cuando un hombre alto y fornido la abrió, no emitió ninguna palabra, tan solo asintió con la cabeza y se hizo a un lado para dejarlo pasar.

El joven al entrar tropezó, sentía la cara roja de la vergüenza, mientras miraba al hombre por el rabillo del ojo. Este no lo miro, no hizo ningún movimiento ni tuvo ninguna expresión, el joven se recompuso rápidamente, para luego caminar por el pasillo hasta la única puerta que había además de la entrada. A su espalda el hombre cerro bruscamente la puerta, sobresaltado el joven se dio vuelta rápidamente.

No había nadie.

Seguramente se había largado de ahí, con el corazón latiendo fuertemente por el susto, el joven toco la otra puerta ligeramente con los nudillos.

- Adelante, Noah - respondió una voz anciana desde dentro.

El joven confundido dudo un momento pero luego se adentro en la habitación para ver a una joven mujer sentada frente a un espejo peinándose el cabello rubio, sus ojos cafés brillaban, su sorpresa creció al verla tal y como la recordaba, tan hermosa, tan viva.

- Erika... - Susurro, sentía un nudo en la garganta, unas inmensas ganas de llorar y de tocarla.

- No - la mujer lo miró por el rabillo del ojo. - Mira al espejo.

Le hizo caso, se acerco lentamente hasta que estuvo detrás de ella, las ganas de estrecharla entre sus brazos murieron cuando alzo la vista hacia el espejo.

Una anciana le sonreía, tenia el cabello cubierto de canas y la mirada en blanco.

Retrocedió lentamente, asustado ante la vista, de ver a su esposa frente a el pero en el espejo una mujer totalmente diferente.

La persona que él veía como su esposa se levanto y se dio la vuelta, mirándolo fijamente a los ojos.

-Esto es lo que quieres ¿no? - Se señalo a si misma - Es por lo que viniste, quieres a tu esposa muerta de vuelta.

- No... No así - intento alejarse pero el hombre corpulento de la entrada lo agarró por los hombros y lo mantuvo quieto. Ni siquiera había sentido abrirse la puerta, no lo habia visto entrar.

- Entonces ¿Que esperabas? Viniste por esto - se acerco hacia el y le acaricio la mejilla - Para que Erika pueda volver. Y para lograrlo necesita un cuerpo, yo te puedo ofrecer el mío.

- ¡No! ¡Señora por Dios! Es... ¡Es una locura! ¡No se que pensaba al venir aquí! ¡Solo un loco aceptaría algo así! - se revolvía inquieto intentando soltarse del fuerte agarre del hombre.

- Pues Ethan lo acepto - señalo al sujeto detras de Noah - El ahora me ve como su amada Jessica ¿Lo ves acaso disgustado con ello?

- ¡¿De que me sirve eso a mi?! ¡Eres tan solo una apariencia! ¡No eres ella! - consiguió darle un golpe a Ethan y se precipitó hasta la puerta, pero esta se encontraba cerrada con llave - ¡Déjame ir! ¡No quiero hacer este maldito trato!

- Demasiado tarde, la opción se te dio cuando supiste de mi existencia, estabas aun a tiempo hasta antes de entrar a esta habitación, lo sellaste tu solo en cuanto me viste - se interrumpió para pensar bien sus palabras - Me corrijo, en cuanto nos viste.

- ¡No! ¡Déjame salir! - Ethan se acerco nuevamente a el agarrandolo firmemente de los antebrazos y haciéndolo caer bruscamente al suelo, Noah soltó un alarido de dolor - ¡Suéltame maldita sea! ¡Déjame ir! No le diré nada a nadie ¡Lo juro!

La mujer fingió pensarlo un segundo, sin embargo negó suavemente con la cabeza y chasqueo los dedos mirando a Ethan.

Al ver esto, el hombre coloco su brazo alrededor del cuello de Noah, haciendo cada vez mas presión, el miedo y la sorpresa se distinguía claramente en el rostro cada vez más violeta del joven.

- Oh, que olvidadiza que soy - miro a Noah fijamente a los ojos con una sonrisa de disculpa en sus labios - necesitamos un sacrificio para completar el trato. Tranquilo, será rápido, cuando despiertes estarás como nuevo, e incluso mejor, tan solo mira a Ethan.

Noah sentía un dolor agudo, no podía respirar, se removía tanto, intentando escapar pero no lo conseguía, lucho hasta el final, hay que darle el merito, pero no lo logro.
No lo logro.

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