Llevaba tantos años queriendo que llegase ese momento que incluso podría decirse que había estado preparándome para ello toda mi vida. Nací en una familia de muggles, provenientes de Elche, una ciudad de España.
Mis padres no sabían nada del mundo de los magos y de las brujas hasta que, a los 7 años, le quité la voz a mi hermana durante una semana entera mientras discutía con ella.
Mi madre, la Rafi, contactó con un tal Dumbledore, que era el director de un tipo de “instituto” para gente como yo, que no era precisamente común. Me gustaban los retos, sabía que eso podría marcar un antes y un después en mi vida.
Un día, hace apenas una semana, un tipo de ave blanca como la nieve, voló hasta la ventana de mi habitación.
Fue una sensación extraña, me sentía fuerte y con tantas energías al agarrarse aquella lechuza al perchero que tenía en mi cuarto. Me acerqué hasta ella, que era chica al ver el nombre de “Lisky” en su pata derecha, acompañada de una carta blanca como ella, y un sello de color carmesí.
Lo agarre, y la lechuza soltó un chillido amistoso, volando cual Ferrari hasta la ventana, y desapareciendo de mi mirada antes de que abriese la carta que tanta alegría me iba a dar.
Leí la carta por fuera, que estaba escrita con una letra tan elegante y rodeada.
“Hogwarts para la alumna de primer año Alba Martínez Reche”
Solté un resopló de indignación. Me gustaba que me llamasen Alba Reche, a secas, no con el Martínez.
Abrí la carta sin querer emocionarme tanto, y que mis padres me quitasen la carta de las manos. La carta de dentro era de un color marrón antiguo, nada que ver con la carta blanca.
“Querida Familia Martínez Reche:
Su hija, de 16 años, llamada Alba Martínez Reche, ha sido aceptada en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, donde asisten jóvenes magos a aprender a desarrollar sus habilidades mágicas, y alejarlos de la vida muggle lo máximo posible.
El día de encuentro será en la estación 9 y ¾ de King’s Cross, en Londres, a las 9:00 de la mañana del 10 de septiembre, donde deberá llevar todos los materiales a continuación...”
Apenas había leído la mita de la carta, cuando Marina, como siempre, entró en mi cuarto para coger mi guitarra. Le encantaba cantar al igual que a mi, pero a veces era muy pesada.
― ¡Albaaa! ―gritaba subiendo las escaleras.
Miré a todos los lados, buscando un lugar donde encontrar la carta, con pocos segundos para reaccionar antes de que entrase por la puerta. Opté por guardármela en el bolsillo, intentando disimular ante la cara de asombro de marina al verme quieta apoyada en el perchero de mi habitación.
― ¿Que haces? ―preguntó, aun en el marco de la puerta.
―Estaba fijándome en.… en si el perchero tenía bichos de estos que se comen la madera.
― ¿Termitas?
―Exacto ―sonreí dirigiéndome a la cama, y aguantar la emoción.
Marina rodó los ojos, y se acercó hasta mi guitarra, agarrándola y dirigiéndose hacia la puerta mientras esperaba ansiosa a que se fuera.
―Por cierto ―soltó Marina, saliendo por la puerta― dice Mama que ha visto una lechuza entrar por tu ventana, así que dale la carta que tenía en su pata.
― Mierda ―susurré, evitando que me escuchase.
― ¿Que has dicho?
― ¡Que ya voy!
ESTÁS LEYENDO
Dos brujas en Hogwarts | Albalia
Fanfiction¿Desde cuando una gryffindor se puede enamorar de una Slytherin? ¿El sombrero se confundio conmigo o es simplemente un amor prohibido?