IV: El Hogwarts Express

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La espera se pasó lenta, pero al fin llegó. Me desperté temprano, ya que no había dormido apenas por las ganas y la emoción. Mi madre y mi hermana también estaban despiertas cuando me levanté, mi padre sin embargo era de sueño interrumpible.

― ¿Ya estas lista? ―me preguntó mi madre, que se había quedado en el sofá encendiendo la televisión.

― Si, solo me falta coger el carro y bajarla por las...

― Ya lo he bajado yo...

Me giré a mis espaldas, para ver de donde provenía aquella voz. Era Hermione, y la verdad fue que me alegró bastante su presencia allí.

― ¡Hermione! ―dije alegremente, abrazándola.

― ¿Tienes nervios? ―me preguntó durante el abrazo.

― No he dormido en toda la noche, ¿es normal?

― Nadie duerme la noche del primer día, ni el del segundo.

Y tras unos cinco minutos de conversación, sobre como podría contactar conmigo en Hogwarts, decidimos marchar hacia el famoso Hogwarts Express del que tanto me hablaba Hermione ese día de compras por el Callejón Diagon.

Me despedí de mi familia, con las lagrimas de mi hermana y de mis padres, que se había levantado para despedirme.

― Ya verás como vas a ser la mejor bruja de todo “Jouarts” ese...

― Hogwarts mama ―reí, saliendo por la puerta― y no creo que sea la mejor bruja.

― Ya verás que si ―afirmó Hermione.

No sabía nada, ni siquiera pensaba en lo que me podría pasar durante esos años en Hogwarts. Me aparecí junto a Hermione de nuevo, aunque en una estación bastante “común”.

― Solo hay que buscar el anden 9 ¾, es más fácil de lo que parece Alba.

― ¿Pero... ―miraba todas las señales, todas con números enteros― si no hay ningún cartel con 9 ¾?

― Eso es ―señaló a un muro― por que hay que atravesarlo.

― ¿Atravequé?

― Atravesarlo ―dijo como si fuese la cosa más normal del mundo.

Miré a donde señalaba. Un muro de ladrillo, que hacia de columna, yacía en mitad del andén 9. Al principio no me lo creía, pero cuando vi a un chico de color, pelo rizado, y bastante guapo a mi parecer, correr hacia el muro y atravesarlo me lo empecé a creer. No debería extrañarme, al fin de al cabo seguía siendo magia.

― Solo tienes que ir con seguridad, y ya estarás allí.

― ¿No vienes? ―pregunté asustada.

― Tengo que encargarme de un par de asuntillos sin importancia antes de ir allí, pero tranquila, estaré en el tren. Voy a ser una de tus profesoras en Hogwarts...

― ¿¡De que?!

― Eso es secreto, lo sabrás pronto.

Asentí, dándole la razón aunque la impaciencia volviera a mi. Agarré el carro con seguridad, incluso Kaila me miraba asustada desde la jaula, sin querer imaginarse chocando con ese muro. Corrí hacia el, pensando en nada menos en la seguridad, y aparecí en el mismo andén, solo que ahora todo era diferente.

Muchos magos y brujas, acompañados de un carro como el mío, aunque con diferentes animales y colores de la vestimenta, entraban en el tren.

Me llevaron el carro a el maletero, y solamente me quede con la jaula de Kaila entre mis dedos.

Dos brujas en Hogwarts | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora