Primer Jugador:
Nombre: Jeon Jungkook.
Edad: 17.
Probabilidades de muerte: Decadentes.
Miedos: Él mismo.
Jungkook
Salí de casa estampando la puerta con rabia. Estoy cansado de lo mismo. Estoy cansado de las peleas, de los insultos, de todo. ¿Por qué no pude tener una familia más normal como todas?.
Corrí lo más rápido que pude con mis lagrimas siendo difuminadas por las gotas de lluvia que caían de manera caudalosa, hasta que por fin llegué a casa de mi amigo, Sehun. Con lágrimas que sabía que solo él podía calmar y golpes que solo él sabría como curar. Toque su puerta hasta que se abrió.
- Oh Kook... - Me abrazó - ¿Otra vez?
- Otra vez. - Respondí entre sollozos.
Entré a su casa y fuimos directo a su cuarto, ya en su cama me curó y limpió mis lágrimas como lo hacía cada vez que sucedía. Contándole la misma historia de siempre con diferente concepto.
- Te lo he propuesto mil veces. Ven a vivir con nosotros. Dudo que les importe el hecho de que estés ahí o no.
Él estaba sentado en forma de indio al borde de su cama y yo estaba acostado al lado.
- Y yo te he dicho mil veces que no es tan fácil ¿Y si vienen aquí? ¿Y si arman un espectáculo y tus padres me alejan de ti? No puedo perder a la única persona que me importa. Además, ya sabes que soy un desastre, dejando lo de mi familia de lado. No quiero causarles problemas. - Suspiré. - Sólo quiero salir a caminar un rato y despejarme. - Intenté levantarme.
- Junkook, son las 1 de mañana. - Reclamó.
- Soy perfectamente consciente. - Dije para dirigirme a la puerta. - Sé que no lo digo seguido pero...De verdad te quiero Sehun, gracias por siempre cuidar de mi.
Me acerqué para darle un abrazo y salí con dirección que ni siquiera yo conocía.
Fui despacio y sin prisas. Las calles solitarias sólo ayudaban a hundirme con más facilidad en mis pensamientos y el silencio a escuchar los mismos. Llegué a un parque solitario pero con un tierno estanque lleno de patos. Podía tener una vida de mierda pero es cierto que los animales son mi debelidad.
Me senté en la banca frente al lago y observé en silencio.
- Aveces quisiera desaparecer... - Dije suspirando con mis ojos cerrados.
Al abrirlos sólo pude ver una máscara blanca que me analizaba con atención.
- Encuentra el pasillo. - Dijo en un susurro que parecía venir de lo más profundo de su garganta.
Y rápidamente fui cayendo en un profundo sueño.