El chico en mi sueño

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Eran como las 3 de la mañana y por fin había logrado, con mucha dificultad, recordar todo el sueño.  Algunas cosas eran extrañas y otras no concordaban y en sí el sueño no tenía sentido, primero porque yo no conocía al chico y no sabía nada de él como para soñar esas cosas, y además porque era algo realmente escalofriante, nunca en mi vida había tenido un sueño parecido a este.

Lo que mi subconsciente creo para mi mente mientras yo dormía fue lo siguiente:

“Yo estaba sentada en un parque y eran como las 11 de la noche y en realidad no sabía que estaba haciendo allí, solo estaba sentada observando un bosque oscuro que se encontraba al frente, hacia frio y yo traía mi chaqueta negra. Escuché unos pasos que se acercaban a mí y recuerdo que sentí miedo, pero luego cuando el muchacho se acerco y sentó a mi lado ya no lo sentí, por un momento solo se quedo mirando al bosque y yo igual, la luna se veía arriba de la copa de los árboles y su luz daba en las hojas de estos, unas nubes que se esparcían por el firmamento como polvo regado en el suelo se podían ver, grises y por todas partes excepto en los alrededores de la luna. Ella era la reina y brillaba realmente resplandeciente, un pedazo de cielo era solo de ella y el resto lo compartían las estrellas y las nubes.  Voltee a mirar el muchacho, el se percato de eso y me miro también, me compartió una sonrisa así que yo se la devolví.

- ¿Nos vamos? Me dijo.

- Si- Le respondí yo, aunque no sabía a dónde íbamos.

Ambos nos levantamos de la banca en la cual estábamos sentados y caminamos fuera del parque, no sabía a donde se supone que nos dirigíamos, pero tampoco pregunté porque no sentía la confianza, sentía que solo debía seguirlo y ya.

- Que bueno que por fin te hallas decidido a hacer el trabajo. Me dijo.

- Creo que es el momento de hacerlo, y me siento segura.

Lo dije, así, nada más. No sabía de que me hablaba, pero sentía que lo que hacía era lo correcto, o al menos lo que tenía que hacer.

Caminamos un buen rato, y no hablamos en el camino. Llegamos a un lugar oscuro, parecía abandonado y la verdad estaba bastante lejos de la ciudad, estaba mejor a sus alrededores.  Entramos a ese lugar, estaba húmedo, era grande, ya que se podía oír un eco impresionante, pero estaba muy oscuro como para poder ver cuán grande era, así que solo sabía que era grande, pero no podía verlo.  -No veo nada, no sé por dónde camino- Me quejé. Y él tomo mi mano para guiarme.

Sentí un no sé qué en el momento en que tomo mi mano, por suerte estaba demasiado obscuro como para que el hubiera podido ver la expresión de mi rostro.

El me llevo por debajo de objetos, por encima de otras cosas, “puerta” tras puerta, si es que así se le puede llamar a las placas de lata que colgaban de un lado de los huecos de las paredes.  Yo no tenía ni la mínima idea de a dónde íbamos o de cuál era ese “trabajo” que yo me había dignado a hacer, y entonces sentí miedo de nuevo y ya no me aguantaba la curiosidad 

-¡Espera!- grite y tire de mi mano -¿A dónde vamos?- por fin pregunté.

-Ah- gruño él -¿Me dirás que no sabes?- pregunto con voz irónica.

-No, no lo sé, por algo pregunto, ¿no crees?-  obviamente no esperaba respuesta, solo quería desafiarlo.

-Vamos a ver al ‘Señor’, harás tu trabajo, harás lo que debes para ser aceptada.

-¿Qué? ¿Aceptada en dónde? ¿De qué me hablas?- Estaba realmente confundida, ya sonaba alterada y necesitaba respuestas rápido.

-No te hagas, tú sabes muy bien de que habl… - Lo interrumpí.

- No, no tengo la mínima idea de lo que me estás diciendo, no sé ni entiendo que es lo que me dices, no sé de qué se trata todo esto, tu solo no des más rodeos y explícame, ¡AHORA!- Ya estaba muy alterada y solo quería aclarar las cosas, respuestas, eso era lo que yo quería ¿qué tan difícil era?

-Está bien- dijo pacientemente –no sé qué es lo que te pasa, pero claramente no entiendes ni un pepino, así que te explicaré, o mejor te recordaré todo-.

Y esto fue lo que ese chico me dijo:

Nos conocimos en la cafetería un día de lluvia, yo entre y te vi, estabas mojada y en tu rostro se veía la tristeza, la necesidad de algo, o alguien, tenías muchas cosas dentro y tus ojos expresaban solo unas pocas, pero yo quería conocerlas todas y no me podía quedar con la duda, con la duda de ti, necesitaba saber qué era eso que podía yo sentir, era algo como un poder, estabas llena, llena de eso que nadie quiere, de eso que nadie desea, de lo que las personas en su día a día se quieren deshacer, y en ti era muy grande. De inmediato supe lo que tenía que hacer, así que me acerque y me senté en tu mesa. Tu ni siquiera te dignaste a mirar, pero eso me hizo interesarme más.

-Hola-  me atrevía saludarte. Pero no respondiste. –Ah… yo, quisiera ayudar-.

-¿Ayudar? ¿¡AYUDAR!? No sabes qué me pasa, ni siquiera sabes si me pasa algo, NO ME CONOCES, no digas estupideces, eres un extraño, no me puedes ayudar ¿capichi?

Me causo mucha gracia tu genio, era… lindo, lo molesta que te había puesto una simple propuesta de ayuda, pero eso no me alejo, eso alentó más mi curiosidad y me hizo reír.

-Claro que sé, sé que te pasa algo y sé que yo puedo ayudar, por eso te ofrezco mi ayuda y no me importa si no la quieres, la tienes que aceptar-.

Y bueno, es raro decirte esto, pero te tome de la cintura, te puse en mi hombro y te saque de la tienda, si, gritabas como loca, pero nadie hizo nada, creo que pensaban que era un juego. Igual debía hacerlo, no podía desperdiciarte, eras la segunda como en 15 años que era así, que podía.

- ¿Qué hiciste qué?- Le pregunte entre risa y enojo, no podía creerle ni una palabra, mentía, sí, eso hacía, solo jugaba.

-Sé lo que piensas- afirmo –pero no miento, es la verdad, y es vergonzoso contarlo, y raro es contártelo a ti, digo, tú estabas ahí-.

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⏰ Última actualización: Aug 23, 2014 ⏰

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