Chapter 1

4.1K 153 40
                                    

Zoro subió las escaleras de su apartamento con parsimonia. Le sonó el teléfono: era su mejor amigo, Portgas D. Ace.

Él sabía para qué llamaba su colega: alguna fiesta habría a la que acudir.

Sonrió de lado después de haber leído el siguiente mensaje, pues había acertado.

"Oye, Zoro, vengo a buscarte dentro de una hora. Nos vamos a una nueva discoteca que me ha recomendado mi novia.
Sé que estás en la ciudad.
No me falles o mañana no verás la luz del día."

Qué hijo de puta era Ace a veces, pensó Zoro. Ni un respiro le daba.

Se detuvo antes de cruzar el umbral de su apartamento. ¿Había dicho novia? ¿El mundo se había vuelto loco? Ace aparte de ser un cabrón de primera era terco como una mula y un golfo con todas sus letras. Pero tampoco estaba él en las mejores posiciones para hablar.

¿Qué tipo de mujer era esa que se había caído en esos dos meses que él estuvo fuera? Bueno, poco le importaba la verdad.

Roronoa Zoro había regresado de un viaje mortal de dos meses por temas que ahora no importaban, todo un coñazo, vaya. Y lo que menos le apetecía era irse de juerga la primera noche de llegada con sus amigos que a veces resultaban ser unos tocapelotas.

Le diría que no iba a salir, que no estaba para fiestas.

—No pienso ir. Dale por culo a otro.

Pff... Hace como cuatro meses que no nos vemos. ¿Por qué eres así?

—Dos.

¿Dos qué?

—Dos meses.

Mira, mamón, agradece que te invito a salir, que si no, no hay manera de que te vea el pelo después de tanto tiempo.

—Dile a tu hermano que te acompañe.

No pienso llevarme a Luffy, ya sabes cómo se pone cuando hay música de por medio.

—¡HAHAHAHA...! A veces se me olvida. Tú ganas, te veo en una hora.

Cómo te haces de rogar, cabrón...

Se vistió con lo primero que vio: unos tejanos arrugados pero limpios, una camisa negra ajustada dejando bien marcado cada uno de sus músculos y una cazadora bien negra como el carbón.

Zoro era un mojabragas allá a dónde fuera. Era muy varonil y su mirada no podía resultar más electrizante para una mujer. Siempre actuaba con frialdad y estaba alerta a todo lo que podía presentarse como una amenza, menos cuando se juntaba con sus colegas que se relajaba un poco.

Él podía ser el mejor confidente que pudieras tener, y en otras, como hemos dicho antes, un cabrón egoísta de primera igualito a su amigo.

—Hey —saludó Zoro mientras subía en el deportivo de Ace.

—Hey. Me alegra verte. ¿Qué tal estuvieron las cosas por ahí?

—Nada mal la verdad. Y por cierto, ¿quién es esa mujer a quien llamas novia? ¿Le faltan dos dedos de frente o es que es ciega?

—¿Perdona? ¿A ti qué te pasa ahora? ¿Te da envidia?

—Ya sabes mi respuesta a eso: no hay cosa más humillante para un hombre que una mujer te tenga cogido por los huevos. Precisamente tú fuiste el primero en compartir ese pensamiento conmigo.

HASTA EL ÚLTIMO ADIÓS (ZoroxRobin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora