Chapter 14

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La mirada de Robin se alzaba al cielo encapotado. Empezaron a caer gotas frías de ahí arriba. Y por esa ventana abierta se colaba un aire gélido.

Ese mismo día se despedía de aquella habitación y de aquellas vistas que las terminó por aborrecer.

Acabó por cerrar la maleta y se incorporó. Se acomodó el pelo; ya estaba lista para marcharse. Por fin había vuelto en sí, y eso quedaba patente en las ropas ceñidas y sobre todo en los movimientos siendo tan celosa en ellos y, de ese modo, consiguiendo esos aires de alta realeza. Toda una dama. Así dejaba prendados a los mismísimos doctores del centro. En el hospital, causaba impresión allá por donde se paseaba con aquella propiedad y glamour que la caracterizaban tanto. Cualquiera diría que era la misma mujer de hacía unos pocos días a la que le faltaban colores y salero.

No cabía duda, esa había sido una de las etapas más duras de su vida, pero no la que más.

Agradeció a los médicos el trato y acto seguido atravesó las puertas.

Tenía una semana antes de ponerse a trabajar y había decidido que no saldría de casa por ese lapso aunque hubiese estado en coma por largos meses, sentía que aún le faltaba descansar cuerpo y mente.

Daba la casualidad de que ese mismo día que le daban el alta, ni Zoro ni Nami estaban disponibles porque días como esos la compañía siempre se agradece, sin embargo, no era lo que quería ella precisamente.

No quería ver a Zoro. Habían pasado muchas cosas y necesitaba pensar, pensar en él, en ella, en todo. Le daba pavor tener que quedarse a solas con el peliverde y qué mejor que evadir cualquier posible situación. No era propio de ella no saber qué decirle si se daban las circunstancias pero no era simplemente hilar palabras y ya. Necesitaba respuestas y sabía perfectamente cómo preguntárselas, el problema era que esos días se sentía muy vulnerable, sensible. Buscaba estabilidad emocional, era lo único que quería.

Y sus planes de amueblar la cabeza y disfrutar del hogar después de tanto tiempo se fueron de paseo cuando divisó a Trafalgar Law, esperándola apoyado en su coche en esa misma calle.

—Mírate. Qué cambiada te veo, Nico Robin.

—Cuánto tiempo, Law. Me alegra verte. ¿Cómo has estado?

—Como siempre. Vamos, sube. Te llevo a casa.

—Prefiero caminar, creo que me sentará bien. Gracias de todas formas.

—Si insistes, te acompañaré.

Estuvieron platicando de cosas insustanciales por el camino. Law ya volvía a sentir su corazón encogerse y dilatándose como antes. Esta era la mujer por la que había pasado días y noches dando caza al miserable que la metió en el hospital.

—Perdón por raptarte. Seguramente querías descansar —comentó pisando por primera vez el suelo de su apartamento.

—Tranquilo. Valoro mucho que te hayas acordado de que hoy era libre —respondió entre risas —¿Te lo comentó Nami?

—¿Quién sino?

—Era de suponer. ¿Te apetece café?

—Sí, gracias.

Mientras ella preparaba el café, él paseaba su mirada por todos los rincones de la casa, y, sin poder evitarlo acabó repasando el cuerpo de Robin. Los gestos marcan la diferencia entre las personas y ella estaba a otro nivel. Implacable.

—El otro día, Nami me contó el suceso en las vías del tren.

—Sí, en mi cabeza el acontecimiento está algo borroso. Sé que Zoro saltó a las vías a salvarme... No sé aún cómo responder a tal acto.

HASTA EL ÚLTIMO ADIÓS (ZoroxRobin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora