Chapter 12

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Después de que Robin saliera del coma, todo había ido demasiado rápido, pero tanto, que asustó a Nami. Ella se alegraba de que su mejor amiga se hubiera recuperado, inclusive algunas lágrimas rodaron por sus tibias mejillas. Sin embargo, algo grave le ocurría al cerebro de su amiga, algo que desconocía: Robin se acordaba perfectamente de ella pero ni un recuerdo conservaba de Zoro. ¿Cómo iba a ser eso posible? Y si fuera poco, Robin aún creía que Mihawk era su actual prometido.

No entendía nada y menos lo entendería Zoro cuando se enterara.

—¿Qué haces aquí fuera? ¿Por qué no estás en la habitación con Robin? —preguntó el peliverde sentándose al lado de la pelirroja. Los dos estaban en la sala de espera.

—Le están haciendo pruebas.

—Ah.

—¿Dónde te habías metido? Has salido por patas en cuanto se ha despertado. Me da a mí que muy feliz no estabas al respecto.

—Tenía sed. He ido a por un refresco.

—A mí no me mientas.

—Bruja, ¿tú no querías estar a solas con ella? Deja de querer controlarlo todo.

—Tenías miedo, ¿verdad?

—¿Miedo? —meditó Zoro —Solo sé que cuando me miró noté como si no me hubiese reconocido.

—Eres bastante perceptivo. Así es... No tiene idea de quién eres.

—En cierta manera no me sorprende. Su cara era todo un cuadro.

—A lo mejor te recuerda si le decimos que ya os conocíais y le contamos algunos momentos vuestros del pasado.

—No —dijo serio —Ni se te ocurra. Esto no es de tu incumbencia.

Los médicos les informaron que volver a la vida tras permanecer varios meses en estado de coma era un reto para la persona que empieza a recuperar poco a poco la conciencia y el control sobre algunas facultades perdidas. Sin embargo, hay varias secuelas que no se borran y que el paciente tendrá que asumir según sea el caso, como la pérdida de fuerza, el deterioro en la memoria o en la visión. La morena entraría en rehabilitación desde mañana. Los médicos entendían que su caso no era de los más graves, que para ser exactos podía tener el alta en menos de tres meses y después con visitas médicas a su domicilio.

La morena parecía estar en muy buen estado físico pero con algunas lagunas en la memoria, que tal vez con algo de suerte iría recuperando.

Pasaron los días y Robin no cambiaba de parecer. Al Zoro que venía a visitarla era a quien conocía, no al Zoro del que se había quedado prendada siete meses antes. Era desesperante para el chico verla y no poder tratarla como se había prometido cuando esta volviera en sí. Sus planes se habían desmontado. ¿Por qué solo a él? Paciencia era lo que uno tenía que tener en una situación como aquella; y eso al él le faltaba cuando se trataba de Robin.

—Holaaa. Vengo con Zoro. ¿Cómo has dormido, cielo? —saludó Nami cerrando la puerta de la habitación tras de sí.

—Me alegra veros. Pues verás, no he dormido muy bien. Continuamente tengo mareos —suspiró Robin levantándose del camastro.

—¡Cuidado!

Zoro se apresuró y se abalanzó hacia Robin antes de que esta hiciera contacto con el suelo. Sus reflejos trascendían el más allá. No iba a dejarla caer, no otra vez.

—Lo siento. Confiaba en que sería capaz de ponerme en pie al menos.

—No tienes por qué disculparte —dijo él volviéndola al colchón con sumo cuidado.

HASTA EL ÚLTIMO ADIÓS (ZoroxRobin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora