Chapter 4

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El anorak impermeable púrpura de Nico Robin, la bufanda de lana con dibujos de gallinas y pollitos y esos leggins negros bien ajustados a las esbeltas piernas mostraban a Roronoa Zoro una faceta de la mujer que nunca hubiera imaginado.

Estaba muy diferente a cuando la vio en la discoteca; tan radiante con aquel vestido explosivo dejando poco a la imaginación, con los tacones de aguja más negros que la noche y con aquellos largos y elegantes pendientes plateados denotando su buen gusto por la moda.

Quién diría que aquella dama con tan buen porte era la chica que ahora estaba agachada recogiendo juguetes sucios de polvo para ayudar a los críos.

Pero qué más daba porque igualmente estaba increíble.

—Robin, ha venido Zoro —avisó Nami.

—Hey —se limitó él a decir.

—Anda, qué sorpresa verte aquí.

Y lo notó, notó esa leve sonrisa de cortesía equivalente a un saludo, pero nada más. Ella no sentía arder en su interior el mismo fuego que él.

Zoro esperaba sorprenderla con la repentina visita.
Vaya, pues resultó ser una presa difícil de conquistar, pensó. No iba a tirarse para atrás, los retos le gustaban demasiado y ella era uno.

—Bonita bufanda...

—Gracias.

—Se la he regalado yo. ¿Tú quién eres y qué haces en nuestra escuela? —los alarmó uno de sus alumnos que se llamaba quién sabe cómo.

—¿Es que aquí no os enseñan a presentaros antes de preguntar a los demás o qué?

—¿Y tú no puedes dejar de ser tan arrogante incluso con niños de seis años? —le reprochó Nami —Ahora en serio, ¿a qué has venido, Zoro?

—¿Tanto te molesta mi presencia, Bruja? Pasaba por aquí y he decidido entrar para deciros que tengo pensado celebrar una fiesta la semana que viene.

—Ya, ¿y por qué no me llamas y listo?

—Joder, ya lo he dicho antes, porque pasaba por aquí. ¿Vendréis? ¿Sí o no?

—Me resulta muy raro que tú montes una fiesta en tu apartamento con lo vago que eres. Pero vale, yo iré, ¿y tú Robin?

—Yo también —sonrió ella.

***

Zoro subió las escaleras de su piso mientras apretaba los puños.

¿Qué coño había hecho?

Los nervios lo habían metido en un lío. No estaba dispuesto a hacer una fiesta con todo el trabajo que eso conllevaba. A él le gustaban pero no en su casa sino en la de los demás, que después tocaba limpiarlo todo.

Lo peor era que no estaba solo, convivía con compañeros de piso y uno de ellos enloquecía de alegría cuando había fiestas de por medio. ¿Cómo iba a lidiar con ese idiota?

Sus compañeros eran Sanji y Luffy, su amigo de la infancia y hermano de su actual mejor amigo Ace.

—¡Viva, viva! Hacía tiempo que no montamos una —exclamó Luffy.

—Lo recuerdo... Recuerdo a la perfección los estragos que causaste en el piso esa noche —exhaló Sanji —Si va a venir Nami-swan, entonces hagámosla.

—Aún sigo sin entender qué le ves a esa loca. Supérala. Nunca te quiso.

—Un lechuga como tú nunca podrá comprender la belleza de Nami-swan...

HASTA EL ÚLTIMO ADIÓS (ZoroxRobin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora