Prólogo

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Estaba horrorizado, jamas en mi corta vida había visto tanta sangre frente a mi, ni siquiera cuando fuimos a la granja del abuelo y acabaron con la vida de aquel cerdo para comerlo durante nuestra cena navideña, pero mas allá del pobre animal aquella vez, lo que estaba frente a mis ojos era mi vida entera, todo lo que representaba mi mundo y mi felicidad.

Ver los cuerpos sin vida de mis padres era algo que ningún niño de mi edad debía presenciar. Peor aun ver como los asesinaban frente a mis ojos fue mucho mas traumático. Ver sus vidas abandonar lentamente sus templos terrenales, escuchar su ultimo aliento, recibir su ultima lastimera mirada...

Eso no debia ser legal para un niño como yo.

¿Como podría sacarme esa imagen de mi inocente cabecita? ¿Como viviría sabiendome solo y culpable de no hacer algo por ellos?

Quería, no. Necesitaba que se levantaran del suelo y me dijeran que había sido una cruel broma de su parte y que todo estaría bien pero sabia que nada estaría bien, que lo que presenciaba era real, tan real que dolía horrores y que no importaba que tanto dejara de latir mi corazón o que tanto dejara de respirar sumido en el shock, ellos no volverían...

No podía parar de llorar, todo a mi alrededor se tornaba borroso y sólo podía mirar los recipientes vacíos. Estaba tan asustado por lo que seria mi vida de ahora en adelante. Era tan solo un crío, apenas tenia once años y ya había perdido lo único valioso e importante para mi. Lo único que me amaba y cuidaba. Mi hogar...

Quise acercarme tanto a ellos, abrazar sus cuerpos fríos, palidos y de mirada ausente y no despegarme jamas de su lado, anidar entre ambos y seguir bajo su protección hasta el final de mis días.

Quise con todas mis fuerzas cerrar los ojos y morir también, quise siquiera tocarlos por ultima vez, sólo una ultima vez para recordar eternamente la textura de sus pieles y el olor de sus frágiles almas.

Y lo intenté, juro que lo intenté con tanto esfuerzo hasta que mi cuerpo dolió y mis pulmones colapsaron, y lo seguiría intentando hasta que el mundo dejara de serlo y mis padres volvieran a mi, pero me lo impidieron, me privaron de la única cosa que necesitaba en ese momento para calmar mi desbocado y quebrado corazón. Me alejaron de sus cuerpos sólo para ver como uno de los hombres con aspecto tenebroso que irrumpio en casa esa noche, disparaba una y otra y otra vez sobre el rostro de ambos, dejándolos irreconocibles. Sin piel que salvar, sin mirada en la cual perderme, sin rostro que recordar...

Dolía mirar aquella escena tan mórbida y escalofriante pero no podía apartar la mirada sabiendo quienes eran las víctimas. Era imposible dejar de ver el último rastro de mis padres, aun teniendo plena seguridad de que ese recuerdo lo llevaría como un tatuaje de sol para siempre.

Grité, lloré y rogué desesperado con una brillante cascada rodando por mi cara entera para que se detuvieran de ese castigo a mi ser, pero los cuatro hombres que se encontraban a mi alrededor solo reían de lo patético que me veía suplicando por algo inútil... Por las extintas vidas de mis padres.

¿Ellos lo sabrían? ¿Todo el daño que me estaban causando con sus sádicas acciones? ¿Todo lo que se quebraba mi vida y mi alma en cada disparo?.

Me lo preguntaba...

Cuando el señor tenebroso se cansó de disparar tanto como quiso, esparciendo el cerebro de mi papá en el innecesario intento de borrar su existencia y su recuerdo de mi memoria, giró a mirarme con una sonrisa ladina adornando su rostro, de esas sonrisas macabras que hacen helar tu sangre y te paralizan el cuerpo entero y supe en ese momento que no todo acababa aquí para mi.

El destino me tenia reservado algo mucho mas épico y mas triunfal que una muerte temprana a manos de señores tenebrosos con pistolas reales.

Lo se, lo podía presentir...

El hombre frente a mi, me agarró por ambos brazos y comenzó a sacarme de la casa casi a rastras porque a pesar de que me resistía tanto, pataleando y gritando ya que no quería abandonar a mis padres a pesar de saber que estaban muertos, mi cuerpo ya no daba para mas, ya habia agotado mi energía desde el momento cuando sonó el primer disparo y me negué a la idea de verlos muertos.

Patalee, me removi, salté y me resistí tanto como mi pequeño y frágil cuerpo me permitió contra ese monstruo que me llevaba fuera.

Grité por ayuda, grité para que me soltara, grité porque dolía estar solo, grité implorando al cielo que me alejara de tanta maldad, grité porque necesitaba un salvador y no podía creer que en la zona residencial donde vivíamos, nadie había escuchado algo o tan siquiera hubiera llamado a la policía.

¿Acaso existía tanta injusticia en el mundo?

Vi unos pozos grises mucho mas oscuros que los del señor tenebroso y mi corazón se detuvo.
Los ojos del viejo asqueroso frente a mi, el que se hacía llamar jefe por los otros y que me regresaba una gélida pero ambiciosa mirada, me decía mil cosas, entre ellas que empezaría a vivir mi propio infierno de ahora en adelante y que me haría pagar con creces aquello tan terrible que le hicieron mis padres para merecer esa muerte tan inhumana.

¿Que culpa podía tener un niño como yo?

¿Por que tendría que pagar por los errores de alguien mas?

Me arrastraron hacia un auto negro fuera de mi hogar, del lugar donde viví los momentos mas felices de mi vida, donde se quedarían los cuerpos de mis padres, mis sueños y mi libertad...

T-714 - Jikook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora