Duo

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Miré el salón entero lleno de gente poderosa y quizás absurdamente millonaria y lo único que pude sentir fue asco, la gente millonaria pasaba por encima del mundo entero para cumplir sus caprichos, como secuestrar niños para prostituirlos, por ejemplo.

Se podía notar el dinero de sus cuentas bancarias en sus trajes finos y movimientos elegantes, se veía que habían nacido en cuna de oro y que jamás les hizo falta algo en sus vidas.

Me causaban repulsión.

Suspiré profundamente sintiendo la mirada asquerosa del viejo en mi espalda, atento a mis movimientos, así que sin querer torturarme mas, me alejé de él perdiéndome entre la multitud para ubicar a los hombres que serian mi objetivo por esta noche. Lo único que me consolaba era saber que al menos no tendría que acostarme con nadie hoy ni pasaría una noche mas por esa tortura inacabable.

Mezclarme no fue difícil ya que también vestía un traje costoso y elegante y con la practica de haber hecho este tipo de trabajo toda mi vida, me había convertido en un increíble actor para todos ellos, al punto de imitarlos a la perfección, ya hasta me creía uno mas de la alta sociedad.

Barrí con mis ojos los rostros de aquellos hombres presentes en el salón y de inmediato reconocí a uno de mis objetivos. Era un espécimen alto y de mandíbula ancha, rasgos fuertes y ojos intensos.

Bien, debía admitir que era guapo pero eso no mejoraba mucho el hecho de lo que mi destino tenia escrito con él.

Tomando una profunda respiración para darme valor, levanté con orgullo y altivez mi mentón y caminé hasta estar a su lado. Seria una larga noche.

***

Caí sentado sobre uno de los bancos dispuestos por el jardín trasero de la inmensa casa, mi trabajo estaba hecho.

Seduje a ambos hombres hasta hacerlos pagar por mi, tal y como el viejo me pidió. No fue tan difícil como imaginé pero eso no me hacia sentir mucho mejor.

La pregunta del millón era: ¿Cuando cobrarían su deuda y reclamarían mi cuerpo como pago? No tengo la menor idea y no quiero ni pensarlo en este momento, ya no quiero pensar nada, estaba demasiado exhausto de mi vida como para pensar en el futuro, siempre era mas de lo mismo, mas sexo y mas golpes a mi poca cordura.

El viento rozó mi rostro moviendo levemente los cortos mechones que caían por mi frente. Tenia la mirada vacía y perdida en la nada misma frente a mi, cada día mis ganas de vivir eran menores y mis ganas de continuar luchando se evaporaban a pasos agigantados.

¿Por que seguir si no existía nada esperándome fuera?. ¿Por que luchar esta batalla si al final estaría completamente solo?.

Me pregunto si algún día podré pagar mi libertad. Si realmente liberare mis cadenas y conoceré otra vida aparte de esta tortura. Y sí, se que tal vez suene repetitivo todo lo que digo pero estando aquí donde estoy, no existe nada mas en mi cabeza.

Sólo el sueño de libertad...

-¿Está ocupado?- Una voz masculina me hizo dar un pequeño salto de susto que fue apenas visible. Giré mi rostro hasta el dueño de la voz que me habló, porque obviamente era conmigo ya que estaba lo bastante alejado de la casa como para tener gente a mi alrededor.

Sus ojos se encontraron con los mios y de inmediato supe que preguntaba por el asiento a mi lado.

Negué a su pregunta con la cabeza y luego completé la idea con mi voz.

-No, puedes sentarte si gustas- Me agradeció y de inmediato se sentó cerca de mi.

-¿Huyes de tanta falsa amabilidad?- Preguntó mirándome directamente. Esbocé una ligerisima sonrisa por su cuestionamiento. La verdad es que quería huir de todo, quería correr lejos del viejo y esta miserable manera de vivir.

T-714 - Jikook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora