Best Day Of My Life

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— ¿Y qué haremos mañana? — pregunta Mark.

— ¿Beber? — dice Willis.

— Si, pero en otro lugar, como lo hacíamos antes.

— ¿En la casa de tu primo? — dice Erik.

Los escucho hablar mientras limpio la barra. Me alejo un poco cuando Sean y Phoebe se paran junto a ellos a meterse en sus planes. Mi amigo me mira con una gran sonrisa y baja de nuevo la cabeza.

Se ríen fuerte y se despiden para retirarse. Me sorprende la rapidez con la que se alejan, pero Sean camina hacia mí con una sonrisa estúpida.

— Nos vemos mañana jefecita — camina hacia atrás alejándose — en tu casa...

— ¿Qué? ¡¿Qué dijiste idiota?! — le grito.

— No te enojes, ¿si? Solo que queremos reunirnos y la propuesta es tu departamento — dice Matt con tranquilidad.

— ¿Qué? ¿Por qué no pueden hacerlo en otro lugar? Yo no quiero...

— Solo será un día, por favor no te enojes — hace puchero.

— ¡Bien! Pero tú vas a ayudarme en lo que se necesite — digo resignada.

— Has tenido visitas antes, ¿no? — dice cuando llegamos al departamento.

— Si, pero solo Phoebe y Sean. No tengo que hacer nada, Sean trae la cerveza y Phoebe viene al día siguiente a traernos comida.

— ¿Sean se queda a dormir aquí? — pregunta con la ceja arqueada.

— Si — encojo mis hombros — vive del otro lado de la ciudad y no quiero que maneje borracho.

No dice nada más, luego va a la lavandería por algo de ropa y entra a la ducha.

Voy a la cocina y observo mi pequeño departamento. Nunca necesité más muebles, solo era yo y de vez en cuando Sean. Pero tener aquí a los amigos de Matt es diferente y a pesar de todo no quiero incomodarlos.

Con esa idea en mente, me levanto de la cama y observo a Matt. ¿Otra vez no puse seguro a la puerta?

Se levanta detrás de mí y prepara el desayuno mientras me ducho. Tengo que admitir que es mi parte favorita del día, me siento mimada.

— Tengo que salir — le digo cuando me pongo los tenis.

— ¿A dónde? Yo voy contigo — deja la taza en la encimera.

Quiero decir que no, pero no tengo tiempo de discutir con él. Bajo por las escaleras y escucho sus pasos detrás de mí. Me alcanza cuando ya estoy en la calle.

— ¿A dónde vamos?

— Al almacén — señalo la tienda unas cuadras más adelante.

— No irás a echarme de nuevo, ¿cierto? — arquea la ceja.

— Lo estoy pensando — le sonrío — pero no hoy, necesito otro sofá.

Me mira y luego parece recordar lo de ésta tarde. Nunca me preocupe por lo que mis visitas necesitaran... Hasta ahora.

Cuando llegamos, busco al vendedor de la ocasión anterior y elegimos los muebles. Matt observa en silencio y hace muecas que me distraen.

Finalmente elijo dos sillones más para complementar el de tres plazas que tengo en casa. Espero que sea suficiente, así que entrego mi tarjeta de crédito para emergencias y pago la comisión extra.

De regreso al departamento, espero impaciente a los chicos del almacén. Camino por la cocina revisando los estantes y me pregunto si debí comprar botanas o comida para todos.

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