Capítulo 3

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―¡¿A qué esperas?!, ¡mátala! ―insistió Lord Hordak a gritos.

Adora contemplaba la mirada encendida de Catra. En sus ojos había rabia, mucha rabia, ¿pero también compasión? El puño de la felina temblaba, pero seguía en el aire. Catra se debatía entre las órdenes de la Horda y sus sentimientos, sus malditos sentimientos hacia Adora.

―¡¿Qué ocurre, capitana Catra?, ¿por qué no matas a She-Ra?! ―vociferó Lord Hordak a través de su sirviente.

Bow y Glimmer observaban la escena con impotencia. Ninguno de ellos tenía tan claro que Catra no acabara cumpliendo las órdenes de su líder, pero Adora les había pedido que no intervinieran. Glimmer apretó el puño con fuerza, si la cosa se ponía más fea, no dejaría a su querida amiga indefensa.

―Catra... no le escuches... ―rogó Adora tratando de tocar la mano de la felina que tenía en su pecho, agarrando su camiseta.

―¡¿Acaso eres tan débil de carácter que no la puedes matar?! ―exclamó Lord Hordak, provocándola en su orgullo.

Catra apretó los dientes, mostrando sus colmillos. La rubia temió por un segundo que fuese a golpearla de nuevo. Catra estaba enfurecida con Hordak, con Adora... pero sobre todo, consigo misma.

―¡Acaba con ella, maldita estúpida! ―Lord Hordak perdía la paciencia―, ¡mátala de una vez!

―Te odio, Adora... ―masculló Catra entre dientes mientras le clavaba su mirada salvaje.

Enseguida soltó su camiseta y se levantó, alejándose de allí a toda velocidad, seguida de Scorpia, mientras Lord Hordak bramaba decepcionado y furioso.

―¡Débil y cobarde, Shadow Weaver no se equivocó contigo!, ¡no tienes madera de soldado de la Horda y mucho menos de capitán!, ¡date por muerta, traidora!

Catra huía por segunda vez de Adora, aunque en esta ocasión, el combate lo había ganado ella. Glimmer y Bow se apresuraron en recoger a Adora y sacarla de allí, porque con sus heridas, no podía hacerlo por sí misma.

XXXXXX

―¡Shadow Weaver! ―exclamó Entrapta al verla entrar en su laboratorio―, chicos... ―No iba sola, Lonnie y algunos soldados más la acompañaban.

―La misión de Catra ha sido un fracaso, y Lord Hordak me ha dado órdenes de no dejar rastro de ella en la Fright Zone ―anunció con satisfacción―, ¿es ése el ordenador con el que controlas el vínculo entre el granate oscuro y su armadura?

―Sí... ―contestó Entrapta con la boca pequeña, tenía un mal presentimiento.

―¡Destruidlo! ―ordenó la mujer y varios soldados se acercaron a Entrapta, la apartaron del monitor y empezaron a golpearlo con varas metálicas.

―¡No, por favor! ―rogó la princesa entre lágrimas, para ella era más que un ordenador, era su trabajo, su pasión... incluso su amigo.

Pero dos soldados la retuvieron hasta asegurarse de que el ordenador estaba completamente inservible. Catra no volvería a disponer del poder de la piedra rúnica.

―Recoge toda tu basura, si no quieres que la destruyan como a tu preciado ordenador, y sal de aquí inmediatamente ―sentenció Shadow Weaver sin atisbo de piedad.

Emily emitió ruiditos, Entrapta la abrazó, compartía su temor hacia aquella mujer. Después empezó a recoger todo lo que pudo con rapidez.

―¿Lo ves, capitana Lonnie?, sabía que si teníamos paciencia, veríamos la caída de esa gatita estúpida, el granate oscuro vuelve a ser mío ―presumió Shadow Weaver.

Mi Otra Mitad [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora