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     El sonido que producía el delicado movimiento de las hojas tan antiguas, más el olor que desprendía directamente de aquel librito de tapa verde, provocaba en Eiji una tranquilidad inexplicable, siendo innecesario recurrir a preguntas o gestos para cerciorarse de la presencia de Aslan a su lado. Entre las sábanas se removió para conseguir cubrirse con estas, pero no fue un movimiento urgente, puesto que no transcurrieron ni dos segundos para cuando sintió el peso de las telas a la altura de su barbilla, junto con el tacto de una fría mano sobre su mejilla expuesta. Sonrió, incluso adormilado, a poco de ser completamente dominado por la fuerza del sueño, estaba consiente de algunas cosas que a su alrededor acontecían, y obviamente no pudo pasar por alto el gesto de afecto proporcionado por el de cabellos rubios. ¿Quién lo pensaría? Siempre era él quien hacía tales cosas, quien se encargaba de enseñar el más puro cariño con todas y cada una de sus acciones, sin requerir de ni explicaciones ni de palabras; no podía evitar sentirse feliz, y al mismo tiempo satisfecho.

     No solían compartir días de ocio, podía considerarse a ese como uno de los primeros e igualmente uno de los mejores, no existían preocupaciones, no había trabajo que realizar ni tareas por terminar, solamente existía la presencia de ambos, lo cual era más que suficiente para poder crear a partir de unas simples horas una verdadera estadía en el paraíso. Ash estaba agotado, o al menos es lo que Eiji dedujo al juzgar su aspecto, grandes ojeras bajo sus ojos, ahora, apagados, piel más pálida que de costumbre y labios inclinados eternamente hacia abajo; culparlo no podía, apenas dormía por culpa del tiempo que le parecía ser arrebatado. De antemano pensaba que en un día era imposible revertir esos rasgos y ese malestar, grata la sorpresa que se topó con el pasar de las horas, llegó a nombrarlo como el ente más pacífico que había contemplado alguna vez en su vida.

     El dueño de la mano que se aferraba a una dormida se levantó de su lugar con suma lentitud, haciendo de sus ademanes auténticos silencios. Eiji se percató de aquello con tan sólo sentir cómo la cercanía producida por la unión entre su propio dedo meñique y el ajeno escaseaba. Atrapó la muñeca de aquel con cuidado, sea como sea, el sueño tampoco le permitía ejercer más que un simple roce apenas perceptible, pero aun con el poco esfuerzo logró conseguir su cometido.

     Aslan comprendió a la primera el porqué del actuar adverso, y no pasó por su mente negarse a la petición hecha por aquel. Era mucho más simple dejar el libro sobre la mesita que permanecía a su lado a que regresarlo a la estantería, y más fácil de soportar antes que separarse algunos segundos del japonés. Al fin el abrumador sentimiento que lo inundaba quedó en el abandono, todo lo malo se esfumó al rodear con sus brazos al joven que tenía a su derecha, simplemente se dejaba invadir por esa calidez tan única. 

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    HEY-, HOLA. Bueno, para empezar debo pedir unas disculpas por haber desaparecido durante tanto tiempo y dejar abandonado este libro, y es que a pesar de ya no estar en clases, el trabajo consume gran parte de mi tiempo, además mi celular se rompió, por lo que ahora sólo puedo escribir desde la computadora. 

    Cambiando de tema, quería contarles y preguntarles unas cositas: tengo en mente dos ideas para escribir un fic más largo, de Banana Fish, claro. Y también pensé en escribir algún final alternativo, uno con el que nadie termine llorando, pero he visto tantos que no sé si hacerlo, ¿ustedes qué opinan? 

    ¡Y lo último! Estoy enormemente agradecida por el apoyo que ha recibido esta historia, nunca pensé llegar a esa cantidad de lecturas, votos y comentarios. Muchas gracias, en verdad estoy emocionada por todo, ah. :') <3

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⏰ Última actualización: Dec 26, 2018 ⏰

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