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—¿A cuántas personas invitaste esta vez? —cuestionó Lalisa al ver como decenas de adolescentes no paraban de entrar en la casa.

—¿A unos cincuenta? —dijo sin estar seguro del todo. La peli-naranja abrió mucho los ojos— No, no, tranquila —añadió al ver su expresión—. Yo ofrecía el lugar y ellos traían la bebida.

—Ah, claro, eso lo hace mucho mejor —ironizó a la vez que ponía los ojos en blanco.

—¿Verdad?

Taehyung la miró como si fuera lo más normal del mundo y la tailandesa ocupó una expresión de completo desentendimiento.

—¿Y cuál es el plan? —preguntó Jimin a sus espaldas, totalmente entusiasmado con ello.

—¿Plan? —Jungkook los miró con pena— ¿Realmente vais a hacerlo?

—Claro. Todo por Jungkookie —afirmó el rubio de sonrisa cuadrada—. De hecho, os voy a presentar a la persona clave del plan. Venid.

El anfitrión los acompañó hasta la cocina, donde algunos invitados ya habían comen­zado a beber y otros devoraban los aperitivos. En la encimera, una chica de la edad de Jungkook discutía con una pelirroja de apariencia incluso adulta.

—¡Ey! —gritó Taehyung. Ellas se asustaron, dejando de lado esa charla— ¡Jisoo! ¡Amiga del alma! ¡Hermana!

—Dios mío, Kim Taehyung —gruñó la aludida. Jungkook se perdió en sus labios, rojos al igual que su cabello—. ¿Algún día saludarás como un ser humano? ¡A penas hablamos, solo somos vecinos!

—Dices eso, pero bien accediste a ayudarnos —contraatacó él.

—Solo porque me prometiste una cita de Jungkook con mi hermano —objetó con su ceño fruncido.

—¿Qué? —saltó el mencionado— ¿Qué de qué?

—Aun así, me amas, lo sé —determinó este otro.

—No, no, esperad —el menor ni siquiera fue escuchado—. Yo no...

—¡Que yo no...! —Jisoo saltó de nuevo, todavía más enojada.

—¡A ver, idiotas! —Lalisa se interpuso entre Taehyung y la mayor— ¿Qué vamos a hacer exactamente?

La pelirroja se reincorporó en la encimera donde se encontraba y a Taehyung le brillaron los ojos.

—Vamos a embriagar a Yoongi —dijo este último.

—Pero eso... —A Jungkook seguía sin convencerle la idea.

—Calla, calla.

—Yo tendré que "liarme" con él —señaló la chica entonces—. Y Rosé lo grabará —La chica sentada a su lado realizó un rápido movimiento de mano indicando que de ella se trataba.

—Luego se lo enviaremos a Jennie de forma anónima —comentó Taehyung—. Y lo demás... no creo que sea necesario mencionarlo.

—¿Y si mejor no lo hacemos? —puchereó el menor— Si Jennie se entera, me odiará de por vida.

—Tranquilo, Kook —Jimin colocó una mano en su hombro, reconfortándolo—. Tae y yo asumiremos la culpa.

—Bueno.

***

—¡Y aquí llega nuestra parejita preferida! —exclamó el anfitrión cuando vio entrar por la puerta a Jennie tomada de los hombros por Yoongi.

—No te pases, Tae —susurró Lisa atrás acompañada de un golpe que le proporcionó en un hombro.

—¿Queréis algo de beber? —Jimin mostró una enorme botella de vodka que sostenía con una mano y otra de cerveza.

—Oh, pues un poco de cerveza no estaría mal —dijo Jennie con una pequeña sonrisa.

—¿Yoongi? —el peli-gris volvió a mirar al chico.

—Yo no —se negó este—. Tengo que conducir. ¿Tenéis refrescos?

—¿Cola?

—Cola.

Jimin se giró hacia Taehyung y, sin que los recién llegados se dieran cuenta vocalizó «¿Y ahora que hacemos, sabelotodo?». El aludido no se quedó atrás y también movió sus labios para que solo él lo entendiese «¿No se te ocurrió decir nada mejor que cola?». Jimin gruñó y Lalisa los empujó junto a Jungkook de vuelta a la cocina.

—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Lisa, totalmente decepcionada.

—Bueno, el caso es atontarlo —mencionó Park a la vez que llenaba los vasos con lo solicitado—. Podemos golpearle en la cabeza y quizás...

—¿De qué hablas? —Lalisa enarcó una ceja.

—Solo era una idea.

—¡Ah! ¡Ya sé! —Taehyung chasqueó los dedos, convencido de su ocurrencia— ¡Ahora vuelvo! —terminó por decir justo antes de desaparecer por la puerta.

—¿Adónde va?

—No sé.

—Él es así de raro.

Segundos después, apareció de nuevo con una pequeña caja en sus manos.

—¿Qué es eso? —preguntó Lisa, curiosa.

—Son las pastillas que toma mi madre para dormir —señaló, triunfante—, esto lo aton­tará.

—¡Somníferos! —exclamó, alarmada.

—¿VAMOS A DROGARLO? —Jungkook abrió mucho sus ojitos, asustado. Odiaba a Yoongi, sí, pero no quería hacerle ningún mal (o, al menos, ninguno físico).

—Ajá. Una media pastilla será suficiente —continuó el rubio a la vez que partía una de estas por la mitad—, queremos desorientarlo, no dejarlo inconsciente.

—¿Y qué más da? —comentó Jimin— No creo que cambie demasiado.

—No quiero flirtear con un cadáver —determinó Jisoo más atrás con su ceño fruncido.

—Buen punto.

Taehyung machacó la media pastilla con dos cucharas, haciéndola polvo. La arrojó en el vaso de cola preparado y trató de disolverla en el líquido.

—¿Quién se lo lleva? —cuestionó luego, con ambos vasos alzados.

Nadie dijo nada, nadie quería hacerse cargo de ello. Se miraron por unos segundos y, sin ser esperado por los demás, el castañito agarró los dos vasos para llevarlos al salón donde la dichosa pareja se encontraba.

—¡Ah! ¡Jungkookie! —Jennie levantó la mano entre la multitud que había en el lugar, que se movía al ritmo de una desenfrenada canción. Él se acercó a ellos dos y les tendió la bebida— Muchas gracias —Sonrió y tomó los vasos provocando un roce en sus ma­nos que hizo temblar al menor.

Yoongi cogió su vaso con desconfianza y miró su contenido, inseguro. Lo removió y acercó la nariz para atrapar su aroma.

—¿Qué es esto? ¿CocaCola? —interrogó con una ceja alzada.

Jungkook tragó saliva, pocas veces había sufrido tal nerviosismo.

—Es Pepsi, en realidad —consiguió decir.

—Ah... —gruñó, molesto, y volvió la cabeza a su vaso—, eso tiene sentido.

El de cabellos azabaches se llevó el recipiente, que era de papel, a los labios y bebió un trago largo.

Estaba hecho, no había marcha atrás.

Estaba hecho, no había marcha atrás

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