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Los días siguientes pasaron muy despacio. Jungkook y Jennie no se hablaron más después de aquel día, no se sabe por decisión de quién. Quizás fue de ambos. El grupo de amigos se dividió y, mientras que Jungkook pasaba los ratos libres del instituto con Lisa, Jennie lo hacía con Taehyung y Jimin. Una enorme tensión llenaba el lugar cada vez que estos dos grupos se cruzaban en los pasillos.

En realidad, Jennie deseaba hablar con su amigo y aclarar las cosas, pero, cada vez que lo veía, su corazón se encogía y su mente quedaba en blanco. ¿Aclarar las cosas cómo? Jungkook tampoco se lo ponía fácil huyendo de ella.

***

«Arreglemos las cosas».

Jennie se encontró una nota en la taquilla cuando estaba recogiendo sus cosas para ir a casa. Jimin la miró con incredulidad.

—¿Un admirador secreto?

Era un mal momento para decir algo así. Jennie ni siquiera sonrió ante la broma.

Le dio la vuelta al papel y encontró una ubicación. ¿Una cafetería? Se colocó la mochila en la espalda y corrió hacia allí. No sabía con seguridad con quién se encontraría en aquel lugar, quizás tan solo fuese una broma. Pero tenía el presentimiento de que se trataba de Jungkook. Tenía que serlo. Hablarían y arreglarían las cosas.

***

Cuando llegó al lugar, su corazón bombeaba sangre a toda velocidad y su abdomen ardía de la emoción. Sonrió al ver un chico sentado en una de las últimas mesas.

—Jungkook —susurró para sí.

Sin embargo, esa persona no era su Jungkookie, se trataba del mismísimo Min Yoongi.

¿Por qué demonios estaba él ahí? ¿La nota era de él? ¡Jennie no tenía nada que arreglar con Yoongi, las cosas entre ellos estaban más que acabadas! Rompieron de una forma tan mezquina... Jennie no echaba la culpa de aquella ruptura a lo que hicieron Jungkook y el resto, sino a ellos mismos. Debieron hablar las cosas y escucharse. ¿No es la pareja en la que uno más confía? Se demostró que no era así.

Ahora ya no había nada que hablar y, si Yoongi creía que no era así, Jennie se lo diría.

Respiró profundamente para adquirir fuerza y caminó hacia el muchacho con las manos hechas puños. Él todavía llevaba puesta la ropa de entrenar y movía de un lado a otro el líquido de su vaso medio vacío. Cuando se percató de la presencia de ella, cesó su entretenimiento y el vaso calló en la mesa en un golpe. Sus felinos ojos se abrieron de par en par y su boca se abrió para decir algo. No pronunció palabra, sin embargo. ¿Él también estaba sorprendido de verla allí?

—¿Qué haces aquí? —preguntó ella tratando de escucharse con un tono altivo.

—¿Que qué hago aquí? —se rascó la nuca, incómodo— Había quedado con Namjoon aquí después de entrenar... ¿Qué es lo que haces tú aquí?

Jennie alzó las cejas. ¿Qué demonios? Se llevó una mano al bolsillo y sacó aquella nota que la había traído a esa cafetería. Se la tendió a Yoongi y él alzó una ceja.

—¿Y esto demuestra que...?

—¡No lo sé! ¡Dímelo tú! —se sentó en la silla en frente de la del chico, exasperada. Él la miró con desagrado y ella no se quedó callada— Si ibas a verte con Namjoon, ¿dónde está él?

Se encogió de hombros.

—Suele llegar tarde a los sitios, es normal —miró sus manos y luego bebió de su vaso—. O quizás... —dijo después. Sacó su teléfono móvil.

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