Prólogo

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Estaba asustada, temblaba por el miedo;  lo sabía  moriría allí y lo había aceptado. Mientras corría, su pie derecho se atoró en una rama. Su fin estaba cerca, ese youkai la alcanzaría pronto. Así fue. Detrás de ella venía un demonio oso gigante , de grandes garras pútridas y ojos rojos. Él no la rescataría, estaba ocupado con su pasado y pensaba que ella estaría dormida en su futon. Que no se malinterprete, ya no le importaba, hace tiempo lo había superado. Pero el hecho de que estuviera a punto de morir o ser violada, ayudaba en su rencor hacia el mitad demonio. 

-serás una muy buena comida con esos poderes sagrados. Espero que no me causes mal estomacal- al momento de terminar la frase, lanzó una carcajada tan siniestra que hizo erizar cada vello en el cuerpo de la mujer. Era poderosa pero no sabía cómo usar sus poderes, aquel mitad bestia insistía en que no era necesario que entrenará teniéndolo a él para protegerla. Vaya que estaba errado. -Aunque pensándolo mejor, puedo saciar más que mi hambre de comida contigo- Luego de dictar su futura asquerosa acción y mirarla lujurioso, se lanzó rápidamente sobre ella, quien había cerrado los ojos esperando el golpe que nunca llegó.
Abrió los ojos y entre los árboles logró visualizar una figura alta, de cabellos plata y hermosos ojos ¡¿rojos?!
Esos fríos ojos dorados estaban completamente rojos, *¿Estará enojado? No lo creo, ¿por qué lo estaría?*  pensó la ahora no tan asustada chica. En solo segundos ese semi-dios  sostenía por el cuello al demonio oso.
  - ¿Qué crees que haces?- le preguntó sin cambiar su semblante y tono tranquilo
  - E-estaba buscando comida Lord Sesshomaru - el youkai ya no era ni la mitad de intimante de lo que era hace unos momentos. Ahome se rió para sus adentros.
  -¿En mis tierras? -
  -L-lo siento señor, no volverá a ocurrir- le aseguraba temblando
  - Este está seguro de eso- en un segundo, la cabeza del oso rodaba hacia los pies de Ahome, quien soltó un grito sin esperarlo.
  - Levántate -  ordenaba el Lord. Fue ahí que la mujer se dio cuenta de que seguía estática tirada en el suelo.
  - G-gracias Sesshomaru
  - No me agradezcas, si he salvado tu vida tuve mis razones.
  - ¿Por qué entonces?
  - Serás mi concubina mujer.
  - ¿QUÉ? - El grito de Ahome no se hizo esperar. - No puedes simplemente ordenarme ser lo que sea que quieras. - Ya no estaba asustada, se encontraba encolerizada. Al mismo tiempo los ojos de Sesshomaru volvieron a la normalidad, cautivando a la muchacha cuando se acercó a ella tomándola por el cuello si ejercer fuerza, simplemente quería que lo mirara. No resistió la tentación que implicaba la hembra de Inuyasha.
No, ella no era de él, debía ser suya. No recordaba el momento exacto en que sus fríos ojos se posaron en ella, pero desde ese momento no se alejó de su mente, menos de su cuerpo. Cada vez era más molesta la necesidad morbosa que tenía por ella. Quería tomarla y hacerla suya hasta que no sintiera las piernas y no pudiera nombrar otra cosa no sea su nombre. Ya eran incontables las veces en la que había tenido que saciarse solo luego de verla con esas indecentes ropas. La quería y había encontrado una excusa para convertirla en la Señora del Oeste.
  - Te aseguro, mujer, que a este Sesshomaru le disgusta la idea tanto como a ti. - Mentía el Lord. Sabía que mentir era contra toda su naturaleza, pero su orgullo era más grande que su educación.
  Ella estaba hechizada con sus ojos, tanto que no se dio cuenta de la cercanía que tenían sus rostros, un paso más y... El se dio vuelta emprendiendo su camino.
  - Vamos mujer. No tengo toda la vida.
  - ¿Vamos? ¿Tú y yo? Ni lo sueñes
  - Si no mal recuerdo, te salvé y por tanto tienes una deuda con éste.
  - Maldito- mascullo entre dientes.
  - Te escuché, insolente.
  - Por lo menos déjame darles una explicación a mis amigos.
  - No tengo tanto tiempo
  - ¿No eras inmortal?
Ante esa afirmación, Sesshomaru no tuvo más remedio que aceptar. Pero no iba a dejar que pensara que estaba acatando una orden suya. No ese Sesshomaru.
  - Iremos. Sin embargo será otro favor que deberás pagarme.
  - No puedo imaginar como... - Por su mente ya no tan adolescente pasaban imágenes un tanto comprometedoras mientras él la observaba intentando leer su mente. No era necesario, ya que sus mejillas repentinamente rojas la delataban. Al comprender sonrió, gesto que hizo que Ahome se sintiera morir. ¿Cómo podía existir un ser tan perfecto?
  - No se que estás pensando mujer, pero lo que sea que es, será idea tuya.
  - No puedes leer la mente, ¿¡verdad!? - Se sentía como una niña atrapada
  - Ojalá pudiera.
Dicho esto, dió por zanjada la conversación reanudando su paso tranquilo y elegante, dejando a una roja y por que no decirlo, excitada Ahome. Claro que Sesshomaru pudo olerla, se endureció al instante, debería hacer una vista a algún lago para darse un baño y considerando que no era debido tomar ahí en medio del bosque a la futura Señora del Oeste, se contuvo. Aunque a su bestia recientemente despierta, le disgusto mucho la idea —Sesshomaru, no me niegues a aquella que es mía, no nos niegues—
- Yako, no vamos a tomarla. No aún. -

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