Capítulo 3

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[POV YOONGI]

Mi mirada estaba expectante al pequeño reloj de forma circular que colgaba en la pared.
Luego de tantos sueños, de tantas expectativas, de tantas idealizaciones ocurriría.

No pensaba en otra cosa que no sea a Jimin en mis brazos.

Sabía que esto también tendría sus riesgos, quizás si a él no le gustara tanto la situación -como a mí-, podría denunciarme, e incluso podría perder mi reputación como director.

Pero eso no importaba, no importaba en estos momentos.
Estaba seguro que probar sus labios sería el paraíso, y tocar su suave piel el mismísimo infierno.
Quería que él esté tumbado enfrente mío, gritando mi nombre, con su frente sudada, y pidiéndome más y más.

El tan solo hecho de pensar en esa imagen me excitaba.

Volví a mirar el pequeño reloj, el cual marcaba las seis con quince minutos y como si fuese poco el timbre de la bendita campana sonó alertando a todo el colegio y a mí que el horario escolar había terminado, lo cual significaba que Jimin vendría.

Un momento... ¿Y si él no viene? ¿Si quedo aquí como un tonto esperándolo? ¿Si mis sueños seguirán siendo sueños porque Jimin no se hace presente?

«No pierdo nada con intentarlo...»

Una sonrisa volvió a adornar mi rostro, y abrí una de los cajones de mi escritorio.

Pude palpar el pequeño paquetito de aluminio reluciente, y lo metí en mi bolsillo. No lo usaría ahora, pero probablemente sí más tarde.

Tocaron mi puerta, y una sensación de emoción y felicidad invadió desde mi corazón y se expandió por todo mi pecho.

«Me emocioné porque estoy seguro de que el acepto, lo sé...»

-Adelante.

Su cuerpo se asomó por la entrada y pude ver su hermoso rostro.

En ese momento quería correr hacia él y abrazarlo, pero me conformé con sonreirle e invitarlo a que se siente.

Sus ojos reflejaban la misma sinceridad de siempre, era tan trasparente, podía ver la inocencia de su alma. Su cabello estaba todo alborotado, dándole un aspecto tranquilo pero a la vez sexy. Su tranquilidad que daba paz a mi corazón y me alentaba a pensar que mis planes de hoy con él saldrían bien.

Colocó sus manos en su regazo y volvió a mirarme haciendo que un escalofrío recorra desde mi cabeza, hasta la punta de mis pies.

Yo sonreí de ternura, y me dispuse a hablar, pero el me interrumpió.

-¿Sucedió algo que me llamó, director?

-Señor Park, quiero hablar con usted...

Frunció el ceño, y me miro de reojo.

-Por favor, salgamos de toda esta formalidad, puede llamarme Jimin...

Lo miré con una sonrisa traviesa en mis labios. ¿Jimin? Me encantaría decirlo, pero esta vez envuelto en un gemido.

Sigilosamente yo me levanté de mi asiento dirigiéndome a la puerta y poniéndole seguro, me di la vuelta, rodeándolo y quedando detrás de donde estaba él.

Ya era hora, que comience la acción...

[POV JIMIN]

Estaba detras mío, podía sentir su respiración chocar contra mi nuca

-¿Sabes una cosa, Jimin? -susurró lentamente en mi oído- soy un tipo muy observador, ¿y sabes que observé este último tiempo? Tu mirada pillándome en los recesos, o en los actos...

Mi mente se paralizó un instante, tratando de crear alguna respuesta coherente que saliera de mi boca.

-N-No es cierto..

-No mientas.

-Yo no miento.

A decir verdad sí mentía, no era la primera vez que yo me quedaba observándolo. Creo que de alguna u otra forma siempre me llamo la atención su forma de ser.

-Joder, no mientas. -de un tirón dio vuelta mi silla giratoria quedando enfrentados- acepta que sí lo hiciste...

Su respiración comenzó a ser algo entrecortada y lenta. Sus firmes y fuertes brazos me sostenian de manera tal que no podía safarme de él porque chocaba contra el respaldo de la misma silla.

Se acercó lentamente a mí, y yo temía por lo que llegara a hacer.
En un acto de desesperación busco mis ojos y se acercaba lentamente.
Yo lo empuje hacia atrás, pero era inútil, sus brazos me sostenían con demasiada fuerza como para que yo me safara.

Comienza con el mismo acto de hace unos segundos atrás, pero esta vez yo no hago ademán para separarme, si no que quedó expectante a lo que él vaya a hacer. ¿Por qué?

Él cerro sus ojos y me besó.

Mordió mi labio inferior, como pidiendo permiso para entrar en mi boca, pero yo me negué.

-Abre la boca, joder.

Volví a repetir mi acto de negación, pero cuando me doy cuenta que es inútil, abrí mi boca y el empezó a besarme con mas intensidad, como con desesperación.

Nuestras lenguas empezaron una batalla jugosa y deliciosa a la vez. Una batalla que comenzaba a gustarme.

Cuando se dio cuenta que yo ya no haría ademán para separarme dejo caer sus brazos a un lado, y me tomó por la cintura para tumbarme en el escritorio.

Me tomó de mis mejillas, y me miró con necesidad, como si buscara algún tipo de respuesta en mis ojos.

Juntó nuestras frentes, y pude notar como una pequeña gota de sudor se asomaba.

Volvió a atrapar mis labios en un nuevo beso, pero un poco mas fogoso. Se aferró de mi cuello para intensificar el beso, y que nuestras lenguas volvieran a jugar entre ellas.

Yo me acostumbraba cada vez más a sus manos en mi cuello y a su lengua enredada en la mía.

Comenzó a repartir besos por todo mi cuello por lo cual como acto consecuente tire mi cabeza hacia atrás, arqueando mi espalda, y dándole permiso a que siga con su camino de besos por todo mi cuello.

Llegó hasta mi clavícula y allí dio un pequeño mordisco, haciéndome estremecer y que el bulto en mis pantalones comenzara a notarse.

Pasó su lengua por toda la extensión de mi cuello, y volvió a subir hasta llegar al lóbulo de mi oreja.

Dio unos cuantos chupetones, y dio un excitante y algo suave mordisco en él.

Se acerco a mi oído y susurró algo con su voz agitada y entrecortada.

-Quiero metertela ahora mismo.

«Vaya»

¿diez años?┆yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora