Capítulo 2 - ¿Hay algún problema, Jess?

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La luz del sol atravesaba por las cortinas e minutos después sentí que mis sábanas estaban calientes y yo moría de calor. Pataleo las sábanas hasta tirarlas al suelo. La habitación nada estaba en orden y todavía no he recogido las sábanas para añadirla a la colada. Se lo habíamos prometido a mi madre - más bien Nayra le promete cosas que nunca las cumple sólo para librarse de cosas y concentrarse en lo suyo -. Hablo en plural porque ella también me metió en esto y no quiero tener castigos en las vacaciones de verano.


Me levanté perezosamente de la cama en dirección al baño para darme una corta ducha quitar todo ese sudor que irrita la piel debido a los rayos del sol.

Al terminar me vestí casualmente, unos leggins y una blusa blanca. Me peiné rápidamente y agarré mi mochila. Antes de salir de la habitación, preparé algo de prenda de ropa para jugar con el fabuloso chico. Tomé la bolsa y bajé las escaleras encontrándome con mi hermana desayunando en la cocina. Dejé las cosas y me senté en el lado opuesto de la mesa y comí tostada y zumo.

Comí un bocado mientras inspeccionaba la cocina con la mirada. La pintura blanca, agrietada y desconchada, producía ese efecto desagradable. Algunos platos todavía estaban en el lavaplatos y los cubiertos aún sucios desde ayer.

- Este puesto está horrible - le dije a ella que todavía comía el desayuno y luego me miró apretando los labios. - ¿Otra pijamada?

Asintió con la cabeza, sin levantarla. Se levantó ella y desapareció de la cocina al salón. Entró de nuevo por la puerta, cargada con un montón de ropa sucia. Los dejó bruscamente encima del sillón y recogió alguna ropa esparcida por el suelo y descansó una mano en su cadera. Se levantó de nuevo y bufó

- Dios, yo no debería hacer eso - protestó y cogió un par de calcetines y lo lanzó que aterrizaron en mi cara. Los agarro y encestó en el cesto. Ella pone los ojos en blanco.  - Tienes que ayudarme con esto. Yo sola no lo haré, no voy a gastar mi tiempo en doblar ropa.

Me reí - Esa valentía que tuviste para deshacerte de papá y mamá, pues úsala para la tarea de casa, querida. - le hice recordar

- No me lo hagas recordar. Pensaba que iban a llegar. No son dos, o tres, o cuatro días... ¡Es una semana! ¿Dónde se metieron? - lloriqueó ella como una niña de tres años. Me mira en un click y reacciona - Le diremos que la lavadora no funciona y ya está, excusa creíble, ¿no? - dijo ella.

- La lavadora aún funciona - replico rodando los ojos.

- Pues ya no, si le dices esto a papá y a mamá le diré que te estás viendo con chicos desconocidos - me amenaza ella y yo abro los ojos como platos.

- ¡Hey! ¡No es verdad! Deja de mentir. Además ellos no te van a creer porque saben que la traviesa y rebelde eres tú. Yo no me meto en esto.

Me mira entre cerrando los ojos - Tú sólo promete y nos beneficiará a las dos.

La miro seria y cruzo mis brazos - ¿Hasta cuando seguirás así con este comportamiento?

- Durante mucho tiempo - alarga ella, sin darle emoción - Ya debes irte,

Miro el reloj. Ya sobrepasaba media hora. Agarro mis cosas y me arrastro hasta la puerta. Ella me sigue para despedirse de mi, en beso en la mejilla. - Cúidate - dijo ella con una voz suave.

En las clases, me dediqué la mayor parte del tiempo en pensar en cómo iba a ser mis primeras clases de rugby. No es la primera vez que veo rubgy - a veces lo veía con mi padre en casa - pero esta vez era algo serio y comportarme profesionalmente para impresionarle.

Muerdo nerviosamente mi lápiz y la agitaba constantemente. El profesor me miró con el ceño fruncido y me incorporé de nuevo prestando atención. Ya iban dos avisos y a la siguiente la iba a cagar.

Cumpliendo Mi Sueño #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora