CAPÍTULO 9

462 48 6
                                    

Rachel bajó y comenzó a revisar los armarios y compartimientos, encontró una selección variada. Seleccionó unos pantalones verdes, botas gruesas de mujer y una chaqueta ligera. Se colocó una bufanda roja alrededor del cuello. El pelo aún se hallaba sucio y grasiento, por lo que intentó lavarlo un poco con la tinaja de agua que mantenía Caleb.

Subió al cabo de algunos minutos, completamente renovada y sintiéndose fresca. La ropa vieja la había quemado en la caldera.

Caleb se hallaba de espaldas, maniobrando el timón; escuchó que su pasajera subía y se volteó, quedando sin habla. “Es bastante bonita”, pensó.

Se acercó y sin despegar la mirada de su bella acompañante, comenzó a buscar algunos de sus instrumentos de navegación.

-Ven, acércate.

Caleb despejó el escritorio, atestado de cacharros y mecanismos sin funcionar. Colocó un viejo mapa,  una carta aérea y algunos instrumentos.

Rachel se acercó y comenzó a analizar los instrumentos.

-Ahora, debemos trazar la posible ruta a seguir. —mencionó Caleb.

Se acercaron para mirar mejor la carta, guía básica de cualquiera que quisiera navegar los cielos, y la compararon con el mapa y una pequeña brújula,  Rachel señaló con el dedo la ubicación exacta de la Biblioteca.

-Aquí

-Los Alpes—razonó, sorprendido.

-Antigua Europa Central, así es.

Caleb se retiró de la mesa y reflexionó un instante.

Cerró los ojos y comenzó a realizar profundos cálculos.

-¿Qué ocurre?—mencionó Rachel.

Se acercó al mapa y señaló un lugar donde se ubicaría un lugar que antes se llamaba Bélgica. Cuidadosamente trazó una línea con un lápiz hasta Los Alpes. Luego, trazó otra hacia el Noroeste, hasta donde se hallaba Londres. Era de menos de la mitad de la extensión de la otra.

-No podemos realizar el viaje sin repostar y conseguir combustible por lo menos una vez.

-¿De qué hablas?

-Planeaba viajar hacia los puertos anglos. Ahora tendremos que viajar en la otra dirección, y temo que no conozco puerto alguno que circule por esa ruta. Necesitamos combustible y provisiones.

Guardaron silencio por algunos momentos, hasta que Rachel habló.

-Yo si conozco uno.

Señaló un punto bastante cercano de donde se hallaba la línea trazada.

-Es un lugar algo distante del resto de las ciudades, pero es mejor que nada. Un puerto tiende a frecuentar aquí;Schiffsgeist, el Espíritu del Buque.

-Qué bonito nombre.

-Es mejor que caer en la nada.

Acordaron entonces viajar hacia Schiffsgeist, Rachel haría de navegante, y Caleb seguiría al mando del Charlie Blue como su capitán y piloto.

Los cielos de lo que alguna vez fue Europa se hallaban despejados y ofrecía un vasto campo de visión. En alguna ocasión vislumbraron algunas Valaads, enormes animales que vivían en las amplias extensiones de aire.

Sus enormes cuerpos oscilaban entre el azul y el gris, las gigantescas membranas de sus aletas les permitían moverse de un lado a otro, haciéndose valer de una poderosa cola que oscilaba de arriba abajo. Todo en conjunto empujaba un gas ligero que expulsaban por un orificio ubicado en el vientre consiguiendo volar y vivir aun a pesar de su enorme peso y tamaño.

Son animales mansos, raros de ver, como cualquier otro de la ahora escasa fauna aérea.

Se les llego a cazar, siendo su piel, aceite y carne, vital en los primeros años de la Elevación, poco tiempo después del Cataclismo, cuando la Humanidad tuvo que vivir en los cielos. Llegaban a hundir poderosos aerogaleones al enfadar.

Tuvieron la hermosa oportunidad de ver a un grupo completo y vislumbrar al macho alfa. A diferencia del resto, poseía una dura cresta de colores vivos en la cabeza que le hacía poseedor del liderazgo. Recorrían lentamente enormes espacios, alimentándose de minúscula materia orgánica flotante.

Comunicándose a través de ondas de sonido, su inteligencia era evidente.

Se contaba que alguna vez, sus antepasados dominaban las amplias extensiones de los océanos, llamándose ballenas.

Fueron forzados a vivir en las alturas. Por nuestra culpa.

SKYLANDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora