No es mi cuento

10

No le hizo caso.

Desobedeció órdenes directas.

Se dejo ahogar de las esperanzas que le tenían al principito de Gotham, estudiando negocios, economía y administración de empresas a las espaldas de su hermano, grabando cursos en línea y agregándole a su cabeza más lenguas para ser el mejor. Se vistió como le dijeron, se mantenía reservado como tenía que ser, buscaba amistades falsas de emprendistas para hacer crecer Wayne Interprise, patrullaba y defendía la ciudad todo lo que podía, todo con tal que su padre este orgullo de ser lo que él esperaba, de ser aceptado por Dick, de cumplir y no decepcionar aquellos que tienen puestos sus ojos en él.

Y por supuesto, perdiéndose a el mismo.

Entonces un día, vio a su hermano, a su amor secreto siendo besado por una reportera en una revista de farándula.

Fue un puñal a su corazón, fue algo que le desequilibro, una cosa que le dio un pellizco, un café que despertó por un momento a Damián Wayne Al Ghul.

Entonces, solo en ese entonces, aquella mañana de instituto en julio, se miró en el espejo.

En ese día no dijo espejo espejo, dime una cosa, ¿quién de todos es el más perfecto?

No, ese día sus ojos jade mirando su perfecto peinado, su uniforme implacable, su rostro, su piel, sus ojos.

¿Quién era?

¿Quién demonios estaba viendo en el espejo?

No lo supo, no supo la respuesta, y eso le hizo arder los ojos.

¿estaba siquiera vivo?

No lo sabía, no sabía si estaba vivo, o solo esto era un sueño, uno que debía ir por la princesa a la torre para rescatarla y tener un príncipe.