ღ Acto Seis ღ

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El pelinegro notó que la última conexión de JongIn había sido hacía quince minutos y que también el mensaje suyo se marcaba con sólo un check lo que significaba que el teléfono móvil del pelirosa aún no recibía el mensaje. KyungSoo ni siquiera se tomó la molestia de maldecir a ZiTao o pensar en lanzarle el objeto más pesado del billar, en lo único que pensó fue en correr hacia la Universidad, ir al edificio en donde la habitación de JongIn estaba y tomar su teléfono celular para borrar el mensaje de ZiTao.

KyungSoo abordó su motocicleta y manejó a la velocidad de la luz sin importarle pasarse dos luces rojas y una señal de alto, lo típico en toda historia. Sus manos, bajo los guantes de cuero, empezaron a sudar producto de esos nervios horrendos que no deseaba experimentar nunca más, juró que ZiTao recibiría su escarmiento. No comprendía qué pasaba por la mente de sus amigos que desde que JongIn puso un pie en la Universidad, todo esta fuera de control, empezando primeramente por sus sentimientos y reacciones propias. Sí, estaba totalmente enamorado de JongIn pero era consciente de que nada resultaría.

Llegó a la Universidad y estacionó su motocicleta en el lugar de siempre listo para emprender una maratón desde su punto de ubicación actual hacia la zona de edificios de dormitorios de los chicos que quedaba casi a veinte metros. Suspiró y miró su teléfono celular, JongIn continuaba sin conectarse y lo agradeció al cielo aunque en la pantalla se mostraban ahora dos checks, el mensaje ya había aparecido en el teléfono del moreno por lo que su única alternativa era robar el celular... si es que llegaba a tiempo.

Sus pies se movían tipo gacela siendo perseguida por un leopardo; o quizás como el leopardo siendo perseguido por otro leopardo. Sus piernas jamás se habían movido a tanta velocidad ni siquiera cuando en la secundaria causó vandalismo en las calles de su barrio huyendo de policías que planeaban llevarlo a la comisaría.

Estaba ahora a tan sólo diez metros, la mitad del camino, y esperaba con tanto anhelo que el tonto pelirosa no tomase su teléfono celular y respondiese. ¿Qué podría decir ante la pronta respuesta de JongIn? ¿Qué ZiTao fue el culpable? Pues la verdad era esa y ante la verdad, no se podía hacer nada; ¿pero qué si JongIn no creía? ¡Se iría a burlar de él! Ese era el miedo de KyungSoo porque la otra y más pura verdad era que el mayor era el tipo más cobarde del planeta en cuanto al amor. Él simplemente podría encerrarse en decir que no envió tal mensaje, lo cual era verdad, pero sus reacciones tontas lo delatarían haciéndole entrever que sí lo hizo.

Fuese como fuese el resultado, KyungSoo tenía en mente encargarse del problema por sí mismo. Si llegaba a tiempo para robar el teléfono de JongIn, no tendría que dar explicaciones; y si JongIn viese el mensaje, simplemente se las inventaría para salir libre y con la cabeza en alto.




«¿Que lo quiero?»

«¡¿Cómo pudiste ZiTao?!»

«Incluso sin haber escrito yo el mensaje, mi corazón late con tanta velocidad»

«Porque yo en serio quiero a ese pasivo idiota en mi vida»




A sólo dos metros, ahora KyungSoo podía ver desde su punto el edificio de JongIn y las luces encendidas de su cuarto, él estaba allí quizás ya a punto de revisar su mensajería lo cual ya ponía demasiado nervioso al pelinegro. Ingresó por la puerta principal del edificio evitándose la molestia de esperar por el elevador y tomar el camino hacia las escaleras rumbo al tercer piso.

Peaches & Blueberries » [KAISOO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora