Reencuentro.

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Fue algo muy sutil pero el albino detecto el chakra de Sarada, desapareció ante sus ojos y se oculto en su casa ¿qué le diría cuando la viera? ¿estaba buscándolo? ¿una coincidencia? Seguro lo mataría en cuanto diera con él, o le pediría que volviera a la aldea, o ambas. Ahora la tenia frente a sus ojos, pero no sabia que decirle, solo agacho la mirada, acorralado al igual que una rata cuando se supone que era una serpiente. 

Le arranco el kunai que le había ensartado en la mano para inmovilizarlo, sus ojos negros estaban sobre él, respiro hondo y se tomo la mano herida, ya casi estaba curada,  se paro derecho y la encaro, tenia sus motivos Sarada iba a entender si se dignaba a explicarle el motivo de su huida. 

Sarada uso el mismo Kunai para levantar le el mentón obligando lo a que concentrara sus ojos en ella -tenemos muchos asuntos pendientes. -Mitsuki abrió y cerro los ojos, sin entender. Lo tomo del cuello de la ropa y con la mano libre le dio un puñetazo en el estomago cuando lo tuvo casi en el suelo lo empujo para sentarse sobre él con dificultad por culpa de la yukata -eso fue por irte y desaparecer sea cual sea tu excusa, la oiré mas tarde. 

-Lo siento- dijo a duras penas. 

-Oh vaya que lo vas a sentir, por cierto buena cicatrización, es encantadora -sonrió y puso ambas manos en su pecho. -Al menos, o eso parece, no me has sido infiel- buscaba rastros de energias ajenas en el él, también chakra.

-Solo me he dedicado al trabajo estos últimos cinco años. -Sarada entrecerró los ojos, le sentaba bien la veintena, le costaba admitirlo por su enojo estaba esfumándose con cada vistazo que le daba, estaba precioso a sus ojos, simplemente sensual y encantador. 

-Te queda bien el pelo largo, demasiado bien. -Mascullo. 

-Tú acaso ...- iba a preguntar si había rehecho su vida sin él. Sarada le lanzo una miraba fiera, adivinando lo que diría a continuación. 

-Cuidado con las preguntas idiotas- callo de inmediato al albino. - Karin y toda su familia se mudaron hace muy poco a la aldea, creo que también van a ubicar a tu padre al interior de la aldea. Tampoco conoces a la pequeña Karen. 

-¿Fue una niña?- pregunto curioso, quería conocerla.

-Es preciosa, tierna y se lleva pésimo con Akisame. En fin muchas cosas han cambiado en la aldea, no podría contártelo todo aunque empezara ahora mismo, tardaría varios días antes de terminar.

-¿Estas cómoda?- pregunto al ver como arrugaba la yukata. No le disgustaba tenerla en encima, es mas sentía que no se merecía tenerla tan cerca. 

-Si, mucho, muévete y te apuñalo el estomago- Suspiro, si se merecía toda esa agresividad. Su mirada fría, resentida, pero estaba confundido al ver afecto aun en ellos. No se merecía que aun lo quisiera, pero debía correr el riesgo.

-Aun te amo- sintió su mejilla arder, la bofetada que le dio le dolió. No aparto su mirada de la de ella. -Sarada te amo- volvió a decir, tenia que hacerlo, la miro fijamente esperando la siguiente bofetada ya que tenia la mano alzada directo hacia su cara.

Espero atento pero lo único que llego fueron las lagrimas de Sarada sobre su rostro, eso era mas doloroso para él que los golpes y kunais enterrados en su cuerpo, se le formo un nudo en la garganta, y con mucho pesar espero a que dejara de llorar, las lagrimas se regaban en su rostro, la Uchiha cerraba los ojos con fuerza pero aun se le escapaban las lagrimas, cálidas y saladas, le sabían a dolor mas tristeza, se sentó y la abrazo para contenerla. -¿Quieres ir al festival?- Propuso, aun recordaba que ella quiso invitarlo al festival de otoño de la aldea de Konoha. 

-Debo tener los ojos hinchados. -Se negó supuestamente por vanidad, en realidad no tenia ganas de nada solo quedarse ahí con él, sin que el tiempo trascurriera.

Cuando los astros se mueven.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora