Capítulo 2.

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La casa de los Collin resaltaba de entre tantos árboles y plantas, frente a la casa había un gran jardín de lavanda, rosas blancas y rojas, y para la sorpresa de Stiles la “bella” planta llamada aconito

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La casa de los Collin resaltaba de entre tantos árboles y plantas, frente a la casa había un gran jardín de lavanda, rosas blancas y rojas, y para la sorpresa de Stiles la “bella” planta llamada aconito. Eso lo puso sutilmente nervioso pero pensó que ellos la veían sólo cómo una planta bonita, se estaciono frente a la casa y no tardó en bajar de el Jeep para bajar sus maletas.

La puerta de la casa fue abierta, saliendo de esta Andrea aún con los auriculares puestos pero en un bajo volumen para poder escuchar.

– ¡Tú debes ser Stiles! Mi abuela te espera con ansias, yo meto tus maletas, ve con mi abuela. – Soltó la chica, bajando los escalones que habían y dando un brinco en el último.

Para después caminar hasta el vehículo sacando las maletas sin importar que Stiles la viera ofendido, sentía que le estaban dando una orden. Pero, aún así, obedeció y entró a la casa, mirando la alfombra de color azul rey junto a las paredes blancas.

El castaño se guió por las voces que se escuchaban, tres de hombre y una de mujer, en cierta parte estaba emocionado pero a la vez aterrado, conocería a la familia de su madre por primera vez en años. Con cautela entró a la cocina, dónde se encontraba Clarissa pidiendo que le ayudarán pero los hombres en la habitación no prestaban atención por atender algo, según ellos, más importante que nada.

– Yo ayudó. – Dijo Stiles mientras se apresuraba a cargar una bandeja de plata, sonriendole a la mujer de cabello canoso.

Clarissa quiso llorar del parecido físico que tenía su nieto con su hija, era como verla pero en una versión masculina. Los hombres en la sala por fin le prestaron atención, cada uno mostró una expresión distinta, la de Victor era de molestia total puesto que en vez de ver a su sobrino veía a su hermana, Robert contuvo el aliento, a él en cierto punto le pareció irónico que Claudia tuviera un solo varón, lo que pudo haber tenido Victor pero aún así el negó alejando esos pensamientos. Y la expresión de Andrew era sólo de curiosidad

– Eres igual que Claudia, Stiles. No sabes cuánto adoro tenerte aquí, hace mucho quería conocerte pero mira, ahora te tengo aquí en persona, ayudando igual que Claudia cuando era niña. – Clarissa pellizco con cariño las mejillas de Stiles, haciéndolo reír mientras movia la cabeza para alejarse y caminaba hasta la mesa dejando la bandeja.

– Gracias... – Dudo un momento en decirlo pero aún así le sonrió. – Abuela, no creo que deba desear mi presencia. Tendrá mi escuálido cuerpo aquí hasta el último día de vacaciones.

La mujer de cabello canoso río, haciendo que varias arrugas de su rostro se notarán al sonreír. Andrea entró dejando las maletas del castaño en la entrada de la cocina.

– La abuela no me dijo cual es tú habitación así que las dejaré aquí por mientras. – La menor avanzó hasta su primo, parandose junto a el para después señalar a los hombres en la mesa. – El que se encuentra en la cabeza de la mesa es el abuelo Robert, después le sigue mi padre Víctor y al final mi mellizo Andrew.

El secreto de los Stilinski.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora