Capítulo 3

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Esta nueva experiencia era interesante para Stiles, nunca creyó tener algún familiar por parte de su madre pero lo tenía, eran dos primos, un tío y sus abuelos

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Esta nueva experiencia era interesante para Stiles, nunca creyó tener algún familiar por parte de su madre pero lo tenía, eran dos primos, un tío y sus abuelos.

– Así que esté es el encantador Blue Hills. – Comentó el castaño en voz alta, sonriendo divertido mientras salían de la casa, metió ambas manos en sus bolsillos delanteros mientras seguía a su prima.

_ Si, ¿te doy un dato extraño y divertido sobre su hombre? – Pregunto Andrea mientras caminaba hasta el automóvil, subiendo a esté para después esperar a su primo, el cual subió rápidamente.

– ¡Claro! – Exclamó el chico con una sonrisa emocionada, alzando ambas cejas mientras veía con atención a la chica.

_ Esté pueblo se llama Blue Hills por los estúpidos y idiotas fundadores que, irónicamente, esos idiotas eran dos de nuestros antepasados. Maximiliano y Manuel Collin, eran gemelos, unos bromistas y inmaduros.

Stiles sonrió con sarcasmo, negando un par de veces y llevando su atención a la carretera. Al igual que la casa Hale la de los Collin se encontraban en el bosque, alejados de todos.

Después de eso ninguno de los dos hablo, se quedaron en silencio, cada uno en su mente. El castaño quería estar con la manada, le agradaba estar con su prima, lo poco que demostraba es que ella era amable, pero extrañaba a sus amigos. Andrea centro su atención al camino, pensando en donde estarían su padre, abuelo y hermano, aún así evitó distraerse del camino.

Llegaron al pueblo, donde sin tardar más estacionaron el automóvil y bajaron, caminado con calma. Los locales eran casi iguales, menos, por extraña razón, una cafetería, estaba un hombre con una túnica negra y de pie frente a la puerta, con los brazos cruzados a la altura de su pecho.

– ¿Por que tienen un guardia?

Andrea miro en dirección a donde su primo señalaba, se encogió de hombros sin responder a la pregunta. Guió al chico a la heladería, donde entraron intentando ignorar el sonido de la campanilla.

– Señorita Collin, ¿Cómo ha estado? – Preguntó un hombre con una sonrisa amable, el dueño del local.

– Bien, ¿Y usted? – Respondió la chica.

– Fantástico, un poco cansado, ¿quién es él? – Preguntó señalando al castaño el cual sonrió un poco, siguiendo a su prima que caminó hacía una mesa sola.

La curiosidad en el rostro del hombre era muy obvia pero parecía que Andrea deseaba evitar decir quién era. Al ver que no sería presentado decidió presentarse por si sólo.

– Soy Stiles. – Contesto el chico con simpleza, sonriendo amigablemente. El hombre lo miro con seriedad, asintiendo una vez y regresando a su trabajo.

– ¿Cuál helado quieren?

Ambos jóvenes lo pensaron, la chica no pedía el mismo siempre pero, tal vez, repetir el sabor dos días seguidos no sería extraño.

El secreto de los Stilinski.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora